PRI para rato
Muchas cosas est¨¢n cambiando en M¨¦xico, pero las elecciones y las expectativas al respecto no est¨¢n entre ellas. La ¨²nica novedad que encierran los comicios del pr¨®ximo domingo, que cambiar¨¢n por completo la C¨¢mara de Diputados, la mitad del Senado y a los gobernadores en seis Estados, es que no hay nada nuevo bajo el sol en la campa?a electoral.Los resultados mostrar¨¢n una recuperaci¨®n real del partido gobernante (el Partido Revolucionario Institucional, mejor conocido como PRI), no completamente a trav¨¦s de pr¨¢cticas democr¨¢ticas, pero tampoco como resultado exclusivo de pr¨¢cticas fraudulentas y autoritarias. El partido del Presidente Carlos Salinas de Gortari puede esperar que la satisfacci¨®n de las clases medias a ra¨ªz de la estabilizaci¨®n econ¨®mica se traduzca en un apoyo trasladado a las urnas.
Los resultados tambi¨¦n confirmar¨¢n las tendencias que surgieron en los comicios que se han celebrado desde 1988: altos niveles de abstenci¨®n, en la medida en que el electorado de oposici¨®n, tanto de derecha como de izquierda, se queda en casa, todav¨ªa desencantado por el fraude masivo de 1988 y por la incapacidad de los l¨ªderes de la oposici¨®n de unir a sus seguidores en torno a una plataforma clara, accesible y viable.
El aspecto m¨¢s importante de las elecciones del 18 de agosto ser¨¢ que los votantes ya saben lo que pueden esperar. El electorado mexicano ha visto el futuro, y ¨¦ste no es un paisaje alentador. Bajo el r¨¦gimen del presidente Salinas, el fraude tradicional o la alquimia, si bien no han sido enteramente eliminados, est¨¢n siendo r¨¢pidamente reemplazados por lo que se conoce como ingenier¨ªa electoral.- una eficiente y moderna -m¨¢s sutil y dif¨ªcil de descubrir- forma de fraude generalizado se est¨¢ llevando a cabo a trav¨¦s del padr¨®n electoral, manipulaci¨®n de las credenciales de elector, t¨¦cnicas de promoci¨®n del voto y transferencias de dinero y recursos humanos del Gobierno al partido gobernante. Todos estos m¨¦todos son tan efectivos como disimulados, aunque su existencia es evidente tanto a nivel de procedimientos electorales como de resultados finales.
Un buen ejemplo ocurri¨® en el proceso de elaboraci¨®n del censo de 1990, despu¨¦s del cual, en una investigaci¨®n separada hecha casa por casa, los ciudadanos solicitaron su inscripci¨®n en el padr¨®n electoral. Posteriormente cada uno recibir¨ªa una credencial de elector. En alg¨²n lugar de las tres partes del proceso desaparecieron varios millones de mexicanos. El censo revel¨® que el pa¨ªs s¨®lo tiene 81 millones de habitantes, a diferencia de los 85 millones que las autoridades, el Banco Mundial y virtualmente todos los observadores hab¨ªan estimado. La poblaci¨®n en edad de votar result¨® ser de 45 millones, de los cuales 39 millones solicitaron credenciales de elector, y 36 millones las recibieron, de acuerdo con las cifras oficiales. As¨ª, 10 millones de mexicanos en edad de votar no podr¨¢n sufragar el domingo.
Sin embargo, existen muchas dudas respecto al n¨²mero de credenciales de elector entregadas. En primer lugar, ¨¦stas fueron entregadas con retraso; la fecha original para finalizar la entrega era el 1 de julio, para que de esta manera todos los partidos pol¨ªticos tuvieran el tiempo necesario para revisar el padr¨®n y as¨ª evitar repeticiones, omisiones, rellenos, etc¨¦tera. Esto no fue posible, y las credenciales reci¨¦n fueron entregadas hasta el 21 de julio, reduciendo el tiempo para revisi¨®n.
Pero adem¨¢s las cifras oficiales sobre la entrega de credenciales resultan sospechosas. En Monterrey, la capital del Estado de Nuevo Le¨®n, donde todo el proceso se adelant¨® debido a que las elecciones estatales se llevaron a cabo en julio, las autoridades declararon que el 92% de las credenciales hab¨ªa sido entregado. Pero en una encuesta realizada por el peri¨®dico independiente El Norte, s¨®lo el 60% de los entrevistados afirm¨® tener posesi¨®n de ella. M¨¢s a¨²n, cualquier sondeo de vecinos, amigos o colegas en M¨¦xico sugiere que la cifra oficial del 92% peca de exagerada.
Por otra parte, la oposici¨®n, en particular el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), ha llamado la atenci¨®n sobre diversos incidentes respecto a la utilizaci¨®n de fondos gubernamentales por el PRI. Esto no ha detenido al partido en el poder de transmitir m¨¢s de 10 minutos cada noche en los horarios de mayor audiencia televisiva, a un coste de 2.500 millones de pesos diarios (casi un mill¨®n de d¨®lares), m¨¢s de lo que reciben los partidos de oposici¨®n en financiaci¨®n p¨²blica durante todo un mes.
Por ¨²ltimo, la experiencia de la elecci¨®n del 7 de julio en la ciudad de Monterrey comprob¨® que la manipulaci¨®n contin¨²a desatada. Aunque muchos observadores, incluyendo el que esto escribe, concluyeron que los comicios fueron relativamente libres y limpios, los resultados confundieron a todos. Seg¨²n el escrutinio final, aproximadamente 950.000 habitantes de Nuevo Le¨®n votaron, durante 10 horas, 2.100 casillas -en promedio, un voto cada minuto y 15 segundos; esto no s¨®lo es pr¨¢cticarriemte imposible, sino que no tiene nada que ver con lo que presenciaron m¨²ltiples testigos-; una buena concurrencia, pero no tan abrumadora.
Como resultado de estos diversos aspectos de ingenier¨ªa electoral, hay razones suficientes como para creer que las elecciones del 18 de agosto traer¨¢n pocas scurpresas. El PRI deber¨¢ obtener el 60%-65% que dice esperar, los partidos de oposici¨®n deber¨¢n captar entre el 7% y el 20% cacla uno, y un reducido n¨²mero de mexicanos votar¨¢n: entre: 12, y 15 millones. Con apenas siete u ocho millones de votos a su favor, el partido oficial posiblemente podr¨¢ recuperar los dos tercios de la mayor¨ªa constitucional en la C¨¢mara, esto es, gobernar una naci¨®n de 80 millones de habitantes con s¨®lo un pu?ado de votos.
En M¨¦xico, parece que tendremos r¨¦gimen de partido ¨²nico para rato.
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