"Francia vive un 98 psicol¨®gico"
, Miguel Janicot del Castillo, hijo de franc¨¦s y andaluza, abandon¨® Espa?a de muy ni?o ai t¨¦rmino de la guerra civil, para volver de Francia cuando el pais vecino se ve¨ªa sumido en la 11 Guerra Mundial; fueron aquellos unos a?os de truculencia que pas¨® en el asilo Dur¨¢n de Barcelona, alli donde se recluta, como dice el autor, "a los hijos de los rojos". Esos a?os quedaron reflejados en su novela Tanguy, que Luis de Caralt edit¨® en Espa?a con una sobrecubierta de claroscuros funerarios y rostros de ni?os como escamoteados de un Auschwitz menor. S¨®lo en el 53, cuando ya ten¨ªa 20 a?os, y hab¨ªa presenciado la huelga de tranv¨ªas de Barcelona, paga y se?al de una oposici¨®n al franquismo que se reagrupaba entre los sobrevivientes de la guerra, volvi¨® a Francia para convertirse en uno de los m¨¢s notables novelistas contempor¨¢neos. Entonces fue cuando Janicot decidi¨® llamarse Michel del Castillo: Michel por la tierra que le acog¨ªa, y Del Castillo, por la que abandonaba. Eligi¨® el futuro novelista hallarse siempre entre dos mundos, lo que "equival¨ªa a no estar nunca en ninguna parte, a ser considerado franc¨¦s en Espa?a y espa?ol en Francia. Por eso, porque iba a hacer mi vida en este pa¨ªs quise que mi nombre, no de novelista, sino de ser humano, fuera el apellido de mi madre".En su casa de Carpentras, muy cerca de Montpellier, donde intervino en d¨ªas pasados en un encuentro de intelectuales de pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo, Michel del Castillo asiste con la fe antigua del que siempre supo que tenia raz¨®n a esta especie de sarao pol¨ªtico y cultural que es el reencuentro de Espa?a con Europa; un reencuentro que los espa?oles hemos hecho secularmente pasando por Francia.
Despojado del imperio
La V Rep¨²blica conoce hoy un momento muy particular de su historia, un tiempo en el que sus intelectuales se interrogan sobre algo aparentemente tan s¨®lido como la identidad nacional de su pa¨ªs. "Francia est¨¢ viviendo hoy un 98 psicol¨®gico, parecido al de Espa?a con la p¨¦rdida de sus ¨²ltimas colonias; el pa¨ªs se encuentra despojado del imperio, y sin saber cu¨¢l es exactamente su lugar en el mundo, del que a la vez se hab¨ªa acostumbrado a pensar como de una gran colonia cultural francesa; es verdad que Indochina y Africa del Norte se perdieron hace ya muchos a?os, pero el periodo gaulista de los a?os 60 pudo haber oscurecido aquellas realidades, que s¨®lo ahora con la nueva situaci¨®n en el mundo que se produce tras la ca¨ªda del imperio sovi¨¦tico, pesa con toda su fuerza. Al mismo tiempo, la reunificaci¨®n de Alemania, la construcci¨®n de Europa, la gran marea migratoria procedente del Tercer Mundo, el retroceso del franc¨¦s como lengua internacional, son todos datos que componen un replanteamiento complicado, dif¨ªcil. Francia se contempla a s¨ª misma y no est¨¢ segura de lo que ve".
Desde hace tinos a?os Espa?a es noticia en Francia, pero cabe preguntarse si nos hallamos s¨®lo ante una moda, una necesidad del consumidor franc¨¦s de digerir una novedad m¨¢s, la de una Espa?a que, c¨®modamente, se cre¨ªa anclada en el franquismo, en el nacional catolicismo, hasta en Gautier y Merim¨¦e, un pa¨ªs milagrosamente aposentado en el ¨²ltimo pelda?o de Europa all¨ª donde se desliza hacia Africa, pero que ahora se revela diferente. "No es una moda, es un descubrimiento genuino. La imagen de Espa?a en Francia era tan falsa que ni siquiera se le hac¨ªa justicia a la ¨¦poca del franquismo. Yo me hartaba de explicarlo; el franquismo no era el nazismo; era una dictadura, por supuesto, ?si lo sabr¨¦ yo!, pero en mi infancia en Barcelona, ni siquiera en el Asilo Dur¨¢n intent¨® nadie adoctrinarme, pese a que era uno de los perdedores de la guerra. Luego, Espa?a ha ido cambiando, se ha ido modernizando, pero, a pesar del turismo, la imagen de Espa?a sigui¨® siendo en Francia una imagen t¨®pica contra la que hasta hace poco parec¨ªa imposible luchar". El inter¨¦s franc¨¦s por la presunta competitividad en todos los campos de la sociedad espa?ola responde, posiblemente, a un inter¨¦s genuino.
"El inter¨¦s es real, V¨¢zquez Montalb¨¢n, Mendoza, por ejemplo, son novelistas bien conocidos en Francia, y lo mismo cabe decir de otros campos de la creaci¨®n intelectual. Todo tiene que ver, adem¨¢s, con esta nueva relaci¨®n entre las dos sociedades. La sociedad francesa percibe a Espa?a como un pa¨ªs m¨¢s joven, m¨¢s din¨¢mico, en tanto que ella se interroga sobre su propia identidad". De igual mancra "la prensa espa?ola interesa enormemente en Francia: probablemente por primera vez en nuestra historia com¨²n los intelectuales espa?oles est¨¢n en demanda".
Inter¨¦s por Espa?a
Ese descubrimiento habr¨¢ de tener consecuencias para la orientaci¨®n general, geopolitica incluso, de nuestro gran vecino. "Es un dscubrimiento pol¨ªtico tambi¨¦n. En cierto modo, hay una sustituci¨®n de un inter¨¦s hist¨®rico, natural, antiguo por Italia, al que, al menos en parte, est¨¢ sustituyendo el inter¨¦s por Espa?a. Est¨¢ claro que Francia no puede contar con Inglaterra, el Reino Unido no puede ser el socio privilegiado parola construcci¨®n de Europa; est¨¢, necesariamente, Alemania, pero su presencia contribuye asimismo a esa mirada que se dirige al sur, muy precisamente hacia Espa?a".
Espa?a tiene, adem¨¢s, una quinta columna, pero esta vez civil, de la que nunca se ha intentado sacar partido. "El emigrante espa?ol siempre se ha integrado sin ning¨²n problema en Francia. Sobre todo, aqu¨ª en el sur, la presencia de espa?oles y descendientes de espa?oles es impresionante. Y jam¨¢s el Estado espa?ol ha intentado aprovecharse de la existencia de ese verdadero dep¨®sito de buena voluntad hacia Espa?a. Los dem¨¢s pa¨ªses europeos se preocupan de esas poblaciones aunque ya est¨¦n asimiladas. Espa?a, en cambio, no ha hecho nunca nada; jam¨¢s hay actividades culturales promovidas por las autoridades espa?olas sobre todo en esta parte del pa¨ªs. No olvidemos que Paris lleg¨® a ser la quinta o sexta ciudad espa?ola por n¨²mero de habitantes".
Michel del Castillo, que publicar¨¢ su pr¨®xima novela en septiembre -"una historia de amor"- en uno de sus dos idiomas de primogenitura, la ver¨¢ pronto traducida a la lengua de su otro yo- Pero no lo ser¨¢, como ocurri¨® con sus primeras obras, a t¨ªtulo de espa?ol exiliado, sino como un gran novelista franc¨¦s que quiso un d¨ªa, sin embargo, dejar para siempre constancia de que se llamaba Del Castillo.
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