Cr¨®nica de un crimen anunciado
Me entero por una carta firmada por Pepe Mej¨ªa publicada el pasado s¨¢bado 10 de agosto del asesinato del periodista ayacuchano Luis Morales Ortega, ocurrido hace un mes. Me causa sorpresa y tristeza y despu¨¦s indig-Pasa a la p¨¢gina siguiente
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naci¨®n por varios motivos. Primero, por el asesinato en s¨ª mismo. Despu¨¦s, porque no haya aparecido ni una sola l¨ªnea en el diario que usted dirige. ?Ha sido un olvido informativo? ?No ha llegado ninguna noticia? ?Qu¨¦ ha ocurrido para que uno se tenga que enterar del asesinato de un colega y amigo a trav¨¦s de una carta al director?
Seguramente el d¨ªa en que lo iban a matar, Luis Morales Ortega sali¨® a la calle con su aspecto inconfundible que le hac¨ªa un blanco perfecto. Su asesinato estaba anunciado en los anteriores atentados, en las constantes amenazas de muerte. Ni siquiera pudo ver la cara de sus asesinos porque le dispararon por la espalda.
Viv¨ªa en Ayacucho (Per¨²), donde la violencia se ha hecho end¨¦mica y el asesinato cotidiano. Pudo haber sido un aburrido gacetillero de provincias que esperaba tranquilamente la jubilaci¨®n para jugar con sus nietos. Pero fue un periodista como la copa de un pino en una regi¨®n donde la vida no vale nada.
Hace un a?o, Luis Morales me confes¨® que se sent¨ªa un sobreviviente. En 1983, ocho periodistas fueron asesinados en la puna de Uchuraccay. Tres eran compa?eros suyos en el diario Marka. Los periodistas buscaban pruebas de una matanza cuando fueron sorprendidos por los habitantes de una aldea perdida militarizada por el ej¨¦rcito y asesinados. La casualidad hizo que ¨¦l no fuese en esa sangrienta expedici¨®n, aunque s¨ª fue a recoger los cad¨¢veres de sus compa?eros.
Este suceso cambi¨® su Vida. Cualquier persona con dos dedos de frente hubiera hecho las maletas y elegido el camino m¨¢s f¨¢cil: huir de una ciudad de locos con su familia y refugiarse en el anonimato de Lima, la capital. Pero Luis Morales amaba su ciudad, se sent¨ªa ayacuchano por encima de todo y en deuda con sus compa?eros asesinados. El fatalismo end¨¦mico de los habitantes del lugar colabor¨® para que se quedase y ejerciese un periodismo m¨¢s puntilloso,y peligroso.
Con Luis Morales son al menos doce los periodistas asesinados en el departamento de Ayacucho desde 1983, desde que el entonces presidente Fernando Bela¨²nde ordenase al Ej¨¦rcito liquid¨¢r a cualquier precio a la incipiente guerrilla de Sendero Luminoso. El resultado todos lo conocemos: un conflicto focal se ha generalizado por todo el pa¨ªs.
Descansa en paz amigo Lucho.-
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