La culpa la tiene El Viti
El Viti tiene la culpa: esa teor¨ªa es buena. La teor¨ªa de que El Viti es culpable de leso borreguicido, uno la suscribir¨ªa de pe a pa, si recogieran firmas. Toros derrengados, toros absolutamente inv¨¢lidos, toros moribundos que, van los toreros, y les pega pases, y son capaces de pegarles cientos de pases, y en un momento dado alcanzar por tales motivos un triunfo, es suceso que jam¨¢s hab¨ªa acontenido en la fiesta hasta que irrumpi¨® en ella El Viti.Antes de la irrupci¨®n de El Viti, si sal¨ªa un toro inv¨¢lido, o simplemente con la pata chula, y lo protestaba el p¨²blico, y a pesar de la protesta el presidente decid¨ªa que permaneciera en el ruedo, iba el diestro y por puro amor propio, o por estricta torer¨ªa, o a lo mejor para que no le pegaran un almohadillazo en todo el cogote, se doblaba brevemente por bajo y entraba a matar. Tal cual se relata y salvo alguna rara excepci¨®n, estuvo sucediendo a lo largo de toda la historia de la tauromaquia, desde el mism¨ªsimo C¨²chares, hasta que apareci¨® El Viti.
Fern¨¢ndez / Dom¨ªnguez, Ortega, Espartaco
Toros de Atanasio Fern¨¢ndez, escasos de trap¨ªo, sospechosos de pitones, excepto el sexto; inv¨¢lidos. Tercero devuelto por inv¨¢lido. Sobrero de Vasconcellos e Souza de Andrade, chico, sospechos¨ªsimo de pitones, inv¨¢lido total. Roberto Dom¨ªnguez: dos pinchazos y otro hondo ca¨ªdo (silencio); pinchazo, otro hondo atravesado ca¨ªdo, media atravesada descaradamente baja, rueda de peones -aviso con retraso- y dobla el toro (silencio). Ortega Cano: pinchazo hondo cerca del brazuelo, otro hondo baic, dos descabellos -aviso con retraso- y nuevo descabello (silencio); pinchazo tendido ca¨ªdo (primero protestas, luego ovaci¨®n). Espartaco: media descaradamente baja y rueda de peones (silencio); estocada atravesada y descabello (oreja). Plaza de Vista Alegre, 23 de agosto. S¨¦ptima corrida de feria. Lleno.
La revoluci¨®n de El Viti consisti¨® en torear los toros chicos, los inv¨¢lidos, los de la pata chula, m¨¢s y mejor a¨²n que los ¨ªntegros, sanos y fortachones. Cog¨ªa El Viti la muleta tal que as¨ª, pon¨ªa un gesto serio tal que as¨¢, y ya pod¨ªa estar la afici¨®n chillando, dici¨¦ndole denuestos a la presidencia y algunos concertando, en su desesperaci¨®n, tirarse por el Viaducto, que se pon¨ªa a pegar pases. El Viti ten¨ªa m¨¢s moral que el Alcoyano. Y hac¨ªa bien en tenerla puesto que, un rato m¨¢s tarde, alguien picaba, empezaban a escucharse ol¨¦s, en un sector bat¨ªan palmas y, de ah¨ª para arriba, sol¨ªa acabar la faena en triunfo.
Raci¨®n de pases
La revoluci¨®n de El Viti ha alcanzado nuestros desconsolados d¨ªas t¨¢uricos y es pr¨¢ctica com¨²n entre la torer¨ªa actual, de manera que no hay toro chico, inv¨¢lido, derrengado o con la pata chula que se quede sin recibir su buena raci¨®n de pases; es decir, unos 100. Pero nunca se hab¨ªa llegado a la exageraci¨®n de ayer. A Ortega Cano le sacaron ayer un toro que padec¨ªa todo lo dicho, m¨¢s siniestra manipulaci¨®n de pitones y se empe?¨® en torearlo. No era posible torear, naturalmente, a no ser que Ortega Cano se hubiera tumbado el suelo para hacer compa?¨ªa al toro. Un aficionado le cont¨® a ese toro 17 ca¨ªdas y se qued¨® corto. En realidad no se ca¨ªa: se desplomaba; 531 kilos abati¨¦ndose violentamente sobre lo que la vaca tanto aprecia, que seguramente qued¨® para tortilla.La gente arm¨® un esc¨¢ndalo, ped¨ªa a Ortega Cano que matara el toro, pero Ortega Cano -ya se ha dicho- no estaba por la labor. Finalmente pareci¨® convencido, acudi¨® a la barrera a por el estoque, volvi¨®, y le debi¨® dar otro ataque pegapasista, pues se puso a intentar naturales. Cuando ya no hab¨ªa m¨¢s remedio, mont¨® la espada, dej¨® un pinchazo, y se derrumb¨® el toro, ya para no levantarse m¨¢s. Hubo bronca entonces, porque al p¨²blico le pareci¨® intolerable aquel espect¨¢culo; pero, de repente, se produjo la reacci¨®n contraria, y atron¨® una ovaci¨®n en honor de Ortega Cano. Luego Ortega Cano ten¨ªa raz¨®n.
La revoluci¨®n de El Viti ha dado la raz¨®n a la torer¨ªa moderna. Roberto Dom¨ªnguez, destemplado toda la tarde y necesitando el ancho redondel a lo largo de todos sus di¨¢metros para desplegar su ceremonioso discurso borreguicida, tambi¨¦n la ten¨ªa. Entre enganchones, sin cuajar ni un pase y matando por los costados, escuch¨® muchos aplausos. Otro tanto le hab¨ªa sucedido a Ortega en su primer toro y a Espartaco en el sobrero. Pero el apote¨®sis de la revoluci¨®n vitista lleg¨® cuando, en las postrimer¨ªas de la funci¨®n, Espartaco logr¨® sacar pases de su estilo al inv¨¢lido correspondiente. Y si alguien no estuvo de acuerdo, ya sabe que las reclamaciones debe hac¨¦rselas a El Viti, culpable de eso y de m¨¢s cosas. No del golpe de estado en Mosc¨², pero de otras s¨ª. Claro que, de un zapatillazo de El Viti, sal¨ªa media docena de figuras de hoy, y a¨²n le sobraba torer¨ªa en la zapatilla. Y esto tambi¨¦n hay que tenerlo en cuenta para entender al genio revolucionario.
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