Caen los s¨ªmbolos del comunismo
Ira, temor y triunfalismo, sentimientos mezclados de los moscovitas tras el golpe
La estatua de F¨¦lix Dzerzhinski, el fundador del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB), arrancada de su pedestal la noche del jueves, fue la primera v¨ªctima de la fiebre anticomunista que barri¨® la ciudad mientras miles de moscovitas saboreaban su triunfo sobre los golpistas. La alegr¨ªa por el fracaso del golpe, el odio a los comunistas y el temor ante un incierto ma?ana se mezclaban en el ¨¢nimo de los moscovitas."Es el fin de los comunistas, del poder comunista", gritaba Sergu¨¦i Kalugin, de 30 a?os. "El pr¨®ximo ser¨¢ el turno del mausoleo y la estatua de Lenin".
"Este es nuestro muro de Berl¨ªn", se?alaba un joven junto al monumento abatido.
"Es parte de nuestra historia, aunque sea la peor parte. Esto es vandalismo" se quejaba un hombre que rondaba la treintena. "Si la gente olvida la historia, se convierten en ammales".
"Los comunistas nos han estado estrangulando durante 70 a?os", dec¨ªa Aleksandra Filippova, una pensionista. "No hay suficientes alimentos, tenemos que hacer colas y salir en zapatillas porque no hay zapatos".
"Los comunistas perdieron, pero podr¨ªan unirse de nuevo. Hay que andar con cuidado porque todav¨ªa est¨¢n en el poder", opinaba Nadezhda Itrovna, una moscovita de 55 a?os.
Envalentonado por el fracaso del golpe, Yevguem Dubrovin, empleado del Ministerio del Petr¨®leo y miembro del PCUS, se uni¨® el pasado jueves a los otros cuatro millones de militantes que lo han abandonado durante el pasado a?o. "Para ser honesto, en mi trabajo eso hubiera sido bastante arriesgado. Ahora estoy seguro de que hago bien", explicaba. Algunos de sus compa?eros de trabajo apoyaron abiertamente a la Junta durante su breve toma del poder, explicaba, pero el jueves por la ma?ana se quedaron callados. "Ahora sabemos qui¨¦n es qui¨¦n", a?adi¨®.
"No podemos esperar m¨¢s. Estos comunistas nos han mentido durante mucho tiempo. Trabajamos como bestias, como esclavos, pasando hambre y contando hasta el ¨²ltimo kopeck, mientras ellos se hartaban", exclamaba Valentma Andreyeva, una contable de 58 a?os.
"Est¨¢n acostumbrados a que ¨¦ste sea un pa¨ªs sumiso, pero la gente ha cambiado. Antes, todo el mundo se sent¨ªa como si fueran tomillos, que pod¨ªan ser reemplazados por otros tomillos iguales", dec¨ªa Theodor Bulfovich, autor teatral.
"Es un, d¨ªa de fiesta, s¨ª, pero mezclada con l¨¢grimas", dec¨ªa un empleado de 54 a?os del Ministerio de Marina. "Nuestros problemas seguir¨¢n ah¨ª ma?ana. Ni el golpe ni la victoria han hecho nada para resolverlos".
Algunos ciudadanos eran muy duros con el repuesto l¨ªder, Mija¨ªl Gorbachov:
"Todo es culpa de Gorbachov. Se deshizo de los buenos colaboradores y se rode¨® de bandidos", dec¨ªa una exaltada enfermera. "Dice que reformar¨¢ el partido, pero lo que hay que hacer es prohibirlo. Tenemos que deshacemos de todos esos l¨ªderes locales que s¨®lo son basura. Nada cambiar¨¢ hasta que no acabemos con ellos", termina.
"Tengo miedo. Puede ser s¨®lo el principio de una revoluci¨®n y no sabemos c¨®mo acabar¨¢. Espero que no haya otra caza de brujas", dec¨ªa Masha, de 24 a?os.
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