Dos toros de bandera
La corrida de Aguirre, con el remiendo de Santamar¨ªa, fue interesant¨ªsima en l¨ªneas generales por su bravura pastue?a, a excepci¨®n del cuarto -que era m¨¢s manejable de lo que un agalvanado Espl¨¢ quiso demostrar-, y afiadi¨® la guinda de dos toros, tercero y sexto, de bandera. Por desgracia para la m¨¢s pura esencia ortodoxa del toreo y para los aut¨¦nticos aficionados le correspondieron a El Soro, que los desaprovech¨®.Pero los aprovech¨® a su manera zarrapastrosa y de chundarata. Los animales se arrancaban de lejos a los enga?os y embest¨ªan vibrantemente, hocicando la arena, con codicia y nobleza. Requer¨ªan a gritos semejantes, en fuerza, a los de las jaranosas pe?as que poblaron los comod¨ªsimos tendidos, la tersura del mando, la cadencia del temple, y, en definitiva, la luz del arte. Algo incompatible con el toreo efectista, de cara a la galer¨ªa y de traca valenciana del coletudo, quien ech¨® por la calle de enmedio del populismo t¨¢urico cuando tras intentar un remedo de calidad vio que los escandalosos pe?istas y gran parte del p¨²blico se extasiaban con sus revueltas, sus reclinatorios y sus frusler¨ªas.
Aguirre / Espl¨¢, Mendes, Soro
Toros de Dolores Aguirre, bien presentados, encastados, excepto 4?, flojos y nobles; 1?, de hermanos Santamar¨ªa, con trap¨ªo, bravo y noble.Luis Francisco Espla: pitos; silencio. V¨ªctor Mendes: silencio en los dos. El Soro: oreja; ovaci¨®n. Plaza de Colmenar Viejo, 24 de agosto, la de feria. Casi lleno.
Esos pe?istas aplaudidores de vulgaridad, que tambi¨¦n jalearon a tope los pares que El Soro coloc¨® a su estilo, cogieron tanto cabreo como el matador cuando ¨¦ste fall¨® con la tizona en el ¨²ltimo y se qued¨® sin trofeos. Ahora bien, El Soro es honesto: hace lo que sabe, y quien as¨ª procede no est¨¢ obligado a m¨¢s.
No fue el caso de Espl¨¢, que no puso excesivo inter¨¦s y ni siquiera con los rehiletes despert¨® de su mandanga. Aperreado con la casta del primero, al que machete¨® descaradamente, se tap¨® mejor con el mansote cuarto. Mendes se lesion¨® al saltar la barrera tras su primer par de banderillas. A partir de ah¨ª, y visiblemente piernidisminuido, ech¨® mano de su profesionalidad para soportar con entereza y alg¨²n achuch¨®n a sus dos excelentes enemigos.
Babelia
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