Viaje a Cuba
LA VISITA a Cuba de una delegaci¨®n de la Conferencia Episcopal espa?ola que, encabezada por su presidente, el arzobispo de Madrid, cardenal ?ngel Suqu¨ªa, se inici¨® ayer, no reviste, seg¨²n insistentemente han declarado los prelados, car¨¢cter pol¨ªtico; su objetivo ser¨ªa puramente pastoral y responder¨ªa a una invitaci¨®n de la propia Iglesia cubana.Pero tanta insistencia en subrayar esa ausencia de segundas intenciones est¨¢ provocando el efecto contrario al pretendido: que se relacione la visita con otras noticias referentes a Cuba (eventual ofrecimiento de asilo pol¨ªtico a Fidel Castro por parte de Manuel Fraga, pretendida colaboraci¨®n del Gobierno espa?ol con la oposici¨®n cubana en el exilio), con el efecto de dar la imagen de una ofensiva en diferentes frentes. Naturalmente, todo ello, tiene que ver, a su vez, con las crecientes dificultades de Fidel Castro, un hijo de emigrantes gallegos educado por los jesuitas, para mantener su r¨¦gimen dictatorial una vez producido el derrumbe de los sistemas comunistas en Europa.
Que la Conferencia Episcopal espa?ola visite Cuba es algo tan normal que cabe preguntarse por qu¨¦ la visita no se celebr¨® nunca antes; m¨¢s concretamente, por qu¨¦ se realiza por pr¨ªmera vez precisamente ahora.
Quiz¨¢ nada tenga que ver el hecho de que el papa Wojtyla haya deseado, siempre en vano, visitar Cuba, el ¨²nico lugar de Latinoam¨¦rIca cuyo suelo no ha conseguido a¨²n besar. Preguntado por los periodistas, durante una desus giras por Am¨¦rica Latina, si le gustar¨ªa ir tambi¨¦n a Cuba, el Papa polaco respondi¨® que ¨¦l estaba dispuesto a Ir a cualquier parte, "aunque lo invitara el mism¨ªsimo diablo". Pero fue ara¨ªz de la debilidad manif¨ªesta del r¨¦gimen castrista cuando el Vaticano aument¨® sus presiones en favor de una visita papal a La Habana.
Lo que no ha podido realizar el Vaticano quiz¨¢ le haya sido encomendado al episcopado espa?ol, es decir, sondear sobre el terreno qu¨¦ posibilidades existen de que pueda ser Inminente el derrumbamiento del castillo castrista para prepararse a recoger los frutos de tal ca¨ªda,
Y, sin embargo, no deja de ser significativo, al mismo tiempo, que Fidel Castro haya esperado a este momento delicado para su futuro para aceptar la visita de los prelados espa?oles. ?Por qu¨¦ no teme una visita tan comprometida? No es f¨¢cil saberlo, pero quiz¨¢ convenga recordar que su r¨¦gimen supo mantener durante los primeros a?os de la revoluci¨®n unas ¨®ptimas relaciones con el Vaticano, tanto con el papa Juan XXIII corno con Pablo VI, a trav¨¦s de Amado Blanco, el m¨ªtico embajador cubano ante la Santa Sede, que muri¨® en Roma siendo el decano de los embajadores ante el Vaticano.
Castro siempre ha repetido astutamente a los te¨®logos de la liberaci¨®n que lo han entrevistado que ¨¦l no est¨¢ contra una Iglesia que defienda a los pobres y abogue por la justicia social. Por ello permiti¨® la entrada en Cuba de Teresa de Calcuta, que pudo abrir una de sus comunidades en la isla. Quiz¨¢ el problema de fondo no sea tanto el hecho de si la visita de la representaci¨®n episcopal espa?ola tiene o no car¨¢cter pol¨ªtico o pastoral, una frontera dificil de deslindar desde que la Iglesia reivindica su derecho de intervenir en las cosas de este mundo. Se trata m¨¢s bien de saber si el catolic¨ªsmo que se prepara para el poscastrismo va a ser el atento a las realidades emanado del Concilio Vaticano II, o m¨¢s bien el tradicional y conservador, que encarna el actual pont¨ªfice. Es decir, si se apuesta por favorecer una Iglesia devocional y de poco peso social o por impulsar a los sectores cat¨®licos renovadores que quieren una Iglesia que sea factor de pacificaci¨®n y di¨¢logo.
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