Todo sigue pendiente
El autor considera que la soluci¨®n para la recuperaci¨®n de la econom¨ªa de la URSS necesita un cu¨¢druple pacto: pol¨ªtico, social, republicano y exterior. Dentro de este cuadro de pactos, el articulista hace especial hincapi¨¦ en la imperiosa necesidad de conseguir una eficiente ayuda exterior. Adem¨¢s, resalta qu¨¦ si este esquema no funciona pueden desatarse fuertes convulsiones que afectar¨¢n no s¨®lo a la econom¨ªa sovi¨¦tica, sino a la europea en general.
La catarata de acontecimientos que ha seguido al fallido golpe de Estado cabe interpretarla como el desencadenamiento de un proceso de ruptura definitiva con el viejo orden burocr¨¢tico. Desde el punto de vista de la econom¨ªa (para la que ya se han agotado todos los calificativos que pudieran expresar su situaci¨®n de hundimiento) puede significar el final de un periodo abundante en palabras, promesas y esl¨®ganes, repetidos hasta la saciedad, pero carente de medidas de mejora operativas. ?Cu¨¢ntos programas se han elaborado estos a?os sin que apenas se haya iniciado su realizaci¨®n?La ruptura pol¨ªtica parece que dar¨¢ lugar al afianzamiento de las posiciones democr¨¢ticas y al consiguiente establecimiento de un nuevo orden institucional basado en el parlamentarismo y la garant¨ªa de las libertades p¨²blicas, lo cual deber¨ªa redundar en un esclarecimiento de las estrategias econ¨®micas que apoyan las respectivas corrientes pol¨ªticas.
Concluir¨ªa as¨ª un periodo en el que la confusi¨®n y la indefinici¨®n de las propuestas econ¨®micas ha caracterizado a casi todas las corrientes y personalidades. No obstante, es probable que todav¨ªa en las pr¨®ximas contiendas electorales no sean pocos los que se inclinen por mantener la ambig¨¹edad de sus posiciones y sigan polarizando el debate en t¨¦rminos abstractos entre bur¨®cratas y radicales.
Parece imprescindible que se produzca un esclarecimiento sobre lo que cada cual entiende por tr¨¢nsito al mercado, las responsabilidades de los poderes p¨²blicos en la econom¨ªa. Radicales, liberales, socialcristianos, centristas y tantas otras etiquetas deben concretar sus propuestas.
Ante esa tesitura es l¨®gico pensar que, conforme vaya evolucionando el proceso pol¨ªtico y se aclaren las relaciones entre las rep¨²blicas para construir una nueva estructura del Estado, podr¨¢ elaborarse un proyecto estrat¨¦gico de transformaci¨®n de la econom¨ªa, que, en mi opini¨®n, de manera ineludible, precisar¨¢ de varios pactos: pol¨ªtico, social, republicano y exterior.
El pacto pol¨ªtico tendr¨¢ que establecerse entre las fuerzas que sean capaces de componer mayor¨ªas parlamentarias y que necesariamente deber¨¢n definir sus propuestas para hacer frente a la situaci¨®n de la econom¨ªa. Es probable que los Gobiernos que se sit¨²en al frente de las rep¨²blicas tengan composiciones pol¨ªticas diferentes y, en consecuencia, tambi¨¦n sus propuestas econ¨®micas sean diferentes. El pacto social no debe confundirse con el anterior. Las opciones pol¨ªticas no agotar¨¢n el marco de representatividad de la sociedad, sino que habr¨¢ de contar con las nuevas fuerzas sociales que van emergiendo. Se trata de nuevos colectivos empresariales, movimientos sindicales y colectivos ciudadanos que vertebrar¨¢n una nueva estructura social.
Al respecto no cabe enga?arse: la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica provoca un agudo deterioro de las condiciones materiales para n¨²cleos muy amplios de la poblaci¨®n, de manera que existe un germen objetivo para el desarrollo de los movimientos laborales y sociales. En ese contexto, si no se aspira a gobernar con modos autoritarios se requiere un consenso con los sectores desfavorecidos para que ¨¦stos obtengan ciertas compensaciones materiales y unos compromisos concretos sobre los plazos en los que han de aplicarse las medidas m¨¢s duras que exige la estabilizaci¨®n econ¨®mica.
Cu¨¢druple pacto
El pacto republicano concierne a la necesidad de que se articule un marco confederal en el que las rep¨²blicas que lo acuerden transfieran las competencias que permitan el funcionamiento de un mercado unificado y de unos instrumentos de pol¨ªtica econ¨®mica suficientes para llevar a cabo medidas sobre estrategia industrial, comercio exterior, moneda y otras. El pacto exterior tiene que ver con las posibles negociaciones que se establezcan con los Gobiernos y los poderes econ¨®micos occidentales para conseguir un amplio programa de ayuda exterior. Sin esta ayuda es casi inveros¨ªmil pensar en una transformaci¨®n profunda de la estructura econ¨®mica legada por el viejo orden. En contrapartida, las potencias capitalistas exigir¨¢n concesiones pol¨ªticas y dispondr¨¢n de instrumentos para mediatizar la nueva din¨¢mica de la econom¨ªa.
Tr¨¢tese de la Rep¨²blica de Rusia, de una uni¨®n eslav¨®fila (con Ucrania y Bielorrusia), o de una uni¨®n confederal m¨¢s amplia con las rep¨²blicas asi¨¢ticas y tal vez alguna otra, la posibilidad de afrontar una estrategia econ¨®mica acorde con la dimensi¨®n de los problemas depender¨¢ de los citados consensos. ?stos constituyen la condici¨®n necesaria para definir las nuevas coordenadas de actuaci¨®n en las que los poderes p¨²blicos y los agentes privados deber¨¢n empe?arse para comenzar a cambiar.
Se trata de una red de concertaciones que pondr¨¢n a prueba la posibilidad de que el contenido de la estrategia que se establezca incorpore un programa de medidas adecuadas que sean compatibles entre s¨ª, unos plazos de aplicaci¨®n que garanticen su viabilidad, la ausencia de dogmatismos que pretendan nuevos exclusivismos ideol¨®gicos (ahora de signo neoliberal) y la tolerancia de las potencias internacionales que permita una reforma radical de la econom¨ªa.
La carencia de los requisitos citados determinar¨¢ el agravamiento de la situaci¨®n. No pueden existir paliativos o justificaciones que conduzcan a nuevas demoras o a actuaciones parciales incapacitadas para operar cambios, reales. Sin una estrategia definida y consensuada no parece que exista opci¨®n posible para detener la ca¨ªda por la pendiente en la que se halla la econom¨ªa.
Si as¨ª fuera, el resultado no podr¨ªa ser otro que la desestabilizaci¨®n general y el estallido de fuertes convulsiones, lo cual ser¨ªa muy negativo para las rep¨²blicas y los pueblos ex sovi¨¦ticos, pero tambi¨¦n para el contexto internacional, particularmente para los pa¨ªses europeos, cuyos gobernantes parecen estar sumergidos, seg¨²n la expresi¨®n de Rimbaud, en un "sue?o de burda pereza" para encontrar v¨ªas de colaboraci¨®n que est¨¦n a la altura de las circunstancias hist¨®ricas que vivimos.
es miembro del Centro de Estudios de Pa¨ªses del Este y de la revista Cuadernos del Este, y profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid.
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