Lord Carrington

Este flem¨¢tico lord ingl¨¦s, que se define a s¨ª mismo como "un caballero anciano y feliz", es el sexto bar¨®n de Carrington y tiene a sus espaldas una carrera pol¨ªtica realmente apabullante. Lo ha sido casi todo, excepto primer ministro, en cada uno de los Gobiemos brit¨¢nicos desde Winston Churchill hasta Margaret Thatcher. Presidi¨® el Partido Conservador, fue primer lord del Almirantazgo y comisario brit¨¢nico para Australia, dirigi¨® la C¨¢mara de los Lores, fue luego jefe de la oposici¨®n, y como ministro de Asuntos Exteriores libr¨® al Reino Unido de la pesadilla de la independencia de Rodesia, en 1979, logrando hacer de la turbulenta colonia un pa¨ªs soberano y estable llamado Zimbabue.Dimiti¨® como jefe de la diplomacia brit¨¢nica en 1982, tras la invasi¨®n de las Malvinas por Argentina -se le culp¨® de no prever los acontecimientos-, y poco despu¨¦s se hizo cargo de la secretar¨ªa general de la OTAN. Al abandonarla, en 1988, fue nombrado presidente de Christie's, la firma de subastas de arte m¨¢s antigua y prestigiosa de Londres. Y ahora ha recibido el en¨¦simo encargo envenenado de su carrera, que se supon¨ªa ya concluida: presidir la sonriente, de 72 a?os, educado en Oxford y en la academia militar de Sandhurst, amante de las acuarelas, y exquisitamente despistado como un personaje de P. G. Woodehouse. "D¨ªgame, se?or Brimlov", le dijo a su vecino de mesa en una recepci¨®n ofrecida a Jruschov en Londres, tras echar un vistazo a la tarjeta sobre su plato, "trabaja usted en la Embajada sovi¨¦tica?". "No, se?or", fue la respuesta. "Mi nombre es Brimelow, mi familia ha vivido en Worcestershire durante los ¨²ltimos mil, a?os y trabajo con usted en el Foreign Office".