Un casamiento de conveniencia
El autor define el acuerdo de libre comercio entre M¨¦xico y Estados Unidos como un matrimonio de conveniencia en el que hay cosas a ganar y a perder por ambas partes. Pero destaca que la integraci¨®n es fundamentalmente mal vista s¨®lo por aquellos grupos que buscan mantener privilegios de tipo corporativo.
El acuerdo de libre comercio entre M¨¦xico y Estados Unidos ha generado una fuerte pol¨¦mica en este ¨²ltimo pa¨ªs, que en el caso de M¨¦xico ha tenido un tono algo menor. Por ello ser¨ªa conveniente que en Espa?a nos comenz¨¢ramos a plantear seriamente el problema, dada la gran trascendencia que tiene. Seg¨²n dice Pablo Bustelo en un art¨ªculo (v¨¦ase EL PA?S del 24 de junio de 1991), las ventajas del acuerdo para M¨¦xico no son demasiado buenas, ni desde el punto de vista econ¨®mico ni desde el pol¨ªtico. En realidad, viene a alertarnos sobre sus consecuencias, y sobre el hecho de que la apertura de las fronteras probablemente no ser¨¢ la panacea en que algunos piensan. Sin embargo, hay que tener presente que el tratado va mucho m¨¢s all¨¢ del desarme arancelario y afectar¨¢ a ambos pa¨ªses en cuestiones que superan los temas estrictamente econ¨®micos.Desde el punto de vista pol¨ªtico, Bustelo se?ala que el apoyo de Estados Unidos tender¨¢ a reforzar el dominio del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), a la vez que dificultar¨¢ la transici¨®n a un sistema multipartidista. Nada m¨¢s lejos de la realidad. T¨¦ngase en cuenta que Salinas de Gortari ha apostado fuertemente por la democratizaci¨®n del pa¨ªs, y el tratado de libre comercio se mueve en esa l¨ªnea. Una cosa distinta es si, pese a sus esfuerzos, logra vencer la fuerte oposici¨®n de todos aquellos grupos que a la sombra del Gobierno, y aun al margen del mismo, apuestan por el mantenimiento del statu quo. En la medida en que el acuerdo supone la apertura de la econom¨ªa mexicana, y no s¨®lo la apertura fronteriza v¨ªa reducci¨®n arancelaria, los privilegios y subsidios otorgados a las distintas corporaciones, como los sindicatos y la burocracia, tender¨¢n a reducirse considerablemente, y ello favorecer¨¢ la transparencia y liberalizaci¨®n del sistema.
Por otra parte, resulta bastante dif¨ªcil pensar en la pol¨ªtica mexicana ¨²nicamente en t¨¦rminos macroecon¨®micos. Las principales cr¨ªticas que en M¨¦xico se realizan al tratado tienen que ver m¨¢s con la conservaci¨®n de la nacionalidad y la cultura mexicana que con la subordinaci¨®n de la econom¨ªa mexicana a Estados Unidos. Cuando Salinas present¨® p¨²blicamente su propuesta de integraci¨®n econ¨®mica, la respuesta de los partidos de la oposici¨®n fue considerablemente menos beligerante de lo que esperaban las autoridades gubernamentales. De todas formas, hay que tener en cuenta que las reacciones frente al tratado no son iguales a lo largo y ancho del pa¨ªs. En el norte, que de hecho ya est¨¢ bastante integrado econ¨®micamente con EE UU, el apoyo a la pol¨ªtica gubernamental en este sentido es pr¨¢cticamente un¨¢nime. Mientras tanto, es en el centro y en el sur donde las protestas son mayores. Por ello no ser¨ªa de extra?ar que la oposici¨®n del Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), de Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, no sea todo lo cerrada que Bustelo espera.
La inmigraci¨®n
M¨¢s tarde o m¨¢s temprano, la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas y de capitales implicar¨¢ tambi¨¦n la libre circulaci¨®n de personas a ambos lados de la frontera. Si bien para ambos pa¨ªses este hecho supondr¨¢ solucionar el problema de la inmigraci¨®n clandestina, al mismo tiempo le requerir¨¢ a M¨¦xico nuevas obligaciones en su frontera sur, donde deber¨¢ aumentar los controles a los inmigrantes centroamericanos deseosos de trasladarse a Estados Unidos. Se tratar¨ªa de un papel similar, a la vez que desagradable, del que debe cumplir Espa?a con los pa¨ªses norteafricanos. Por otra parte, el tratado permitir¨¢ consolidar algo que ya se viene dando en la pr¨¢ctica: la progresiva mexicanizaci¨®n de los Estados del sur de Estados Unidos.
Desde un punto de vista econ¨®mico, ser¨ªa importante analizar el punto de partida previo a la firma del tratado. En este sentido nos encontramos con que la econom¨ªa mexicana es una de las m¨¢s saneadas de Am¨¦rica Latina y est¨¢ creciendo a una tasa del 4% anual. Por otra parte, ha obtenido ¨¦xitos considerables en la lucha por la negociaci¨®n y reducci¨®n de la deuda (Plan Brady) y la contenci¨®n de la inflaci¨®n. Esta ¨²ltima pas¨® del 160% anual en 1987 al 51,7% en 1988, al 21,3% en 1989 y al 15% en 1990, lo cual est¨¢ muy bien para los niveles latinoamericanos. Siempre argumentando desde el punto de vista mexicano, vemos que las exportaciones de ese pa¨ªs dirigidas al mercado norteamericano son mayoritarias frente a las que se dirigen a otros destinos (casi el 70% del total en 1989). De hecho, la integraci¨®n econ¨®mica forma parte de toda la zona norte del pa¨ªs, y en los ¨²ltimos a?os se est¨¢ produciendo una reorientaci¨®n de los flujos comerciales desde la costa oeste a la del este. Esta integraci¨®n supone que el crecimiento que ha tenido lugar en los ¨²ltimos a?os en ciudades como Tijuana, Nogales u otras establecidas en la frontera norte, o cerca de ella, son espectaculares. Los intercambios, legales e ilegales, de hombres y mercanc¨ªas, que diariamente se producen a ambos lados de la frontera son inconmensurables y ya los vecinos del norte no cruzan la l¨ªnea ¨²nicamente para comprar alcohol.
La preferencia, se?alada por Bustelo, de las multinacionales por invertir en los pa¨ªses del este de Europa es algo que habr¨ªa que demostrar con algunas cifras. Tengamos en cuenta que en el ¨²ltimo a?o las inversiones extranjeras directas en M¨¦xico han sumado la cantidad de 2.000 millones de d¨®lares. En este aspecto, Bustelo olvida que la industria mexicana de autopartes es una de las de mayor productividad del mundo, y eso es algo que interesa sobremanera en Estados Unidos. La preferencia de los japoneses por invertir en M¨¦xico, como v¨ªa de penetraci¨®n en el mercado norteamericano, ya es una realidad. Sin embargo, el modo de operar de muchas empresas es algo m¨¢s refinado que la inversi¨®n directa. Primero se establecen en EE UU, y luego su filial invierte en M¨¦xico.
En definitiva, si el Gobierno mexicano apost¨® por el libre comercio es porque, previamente, muchos mexicanos ya se hab¨ªan decantado por la integraci¨®n. Como en todo matrimonio de conveniencia, hay cosas a ganar y a perder por ambas partes. Una integraci¨®n que fundamentalmente es mal vista por aquellos grupos que buscan mantener privilegios de tipo corporativo, tanto en M¨¦xico como en Estados Unidos. Este es el caso de los sindicatos norteamericanos (AFL-CIO) y de algunos grupos cercanos al Partido Dem¨®crata. Tambi¨¦n hay organizaciones ecelogistas que se oponen al tratado, por temor a la poca seriedad de las autoridades mexicanas en esta materia. Sin embargo, aqu¨ª se olvida la decidida actitud del Gobierno de Salinas al cerrar la refiner¨ªa existente en el mismo coraz¨®n del distrito federal. Quiz¨¢ habr¨ªa que preguntarles a los consumidores de uno y otro lado de la frontera qu¨¦ es lo que piensan del acuerdo.
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