Alcal¨¢-Meco, reformatorio para j¨®venes o la c¨¢rcel en estado puro
Las reglas m¨ªnimas de las Naciones Unidas para la administraci¨®n de justicia de menores establecen que "el confinamiento de menores en establecimientos penitenciarios se utilizar¨¢ en todo momento como ¨²ltimo recurso y por el m¨¢s breve espacio posible". En todo caso se?ala la regla 26-, que Ios objetivos del tratamiento en centros penitenciarios tienen por finalidad garantizar su cuidado y protecci¨®n, su educaci¨®n y formaci¨®n profesional, recibiendo toda la asistencia necesaria -social, educacional, profesional, psicol¨®gica, m¨¦dica y f¨ªsica- que pueden requerir debido a su edad, sexo y personalidad". La c¨¢rcel de Alcal¨¢ de alta seguridad, convertida en parte desde hace m¨¢s de un a?o en reformatorio para j¨®venes delincuentes (16 a 21 a?os), poco tiene que ver con las resoluciones dictadas por la ONU.Pero no hace falta apelar a la doctrina internacional; nuestra legislaci¨®n actual, inspirada en aquella, se?ala que Ios estable cimientos de j¨®venes merecer¨¢n atenci¨®n preferente, tanto en sus condiciones arquitect¨®nicas como en el n¨²mero y cualificaci¨®n del personal a ellos adscrito (art¨ªculo 51 y siguientes del reglamento penitenciario). Es .evidente que este centro fue construido, y lo es, una prisi¨®n orientada fundamentalmente hacia la guarda y custodia de los reclusos: hierro y hormig¨®n, altos muros, espacios reducidos, circuito cerrado de televisi¨®n, abundantes y exhaustivos cacheos, numerosos y disciplina dos recuentos, aplicaci¨®n sistem¨¢tica del aislamiento inmediato en celdas, configuran la vida reglamental del centro. No en vano se ubican en ¨¦l terroristas de distinto signo, narcotraficantes, conflictivos, normales y 150 j¨®venes, de modo que vienen a constituir 12 clases diferentes de internos que no se deben mezclar y que ¨¢ la. hora de programar actividades en el polideportivo a cada grupo le corresponde una o dos veces por semana.
Comportarse o ser
Si la modificaci¨®n de conducta de estos j¨®venes resulta en s¨ª muy dificil, en un centro de estas caracter¨ªsticas, en el que lo que prima son las t¨¦cnicas aversivas, se toma totalmente imposible (v¨¦ase- EE UU, por ejemplo). En este centro, para un, m¨®dulo de 50 j¨®venes se dispone de:
a) Personal: tres funcionarios de vigilancia, un educador y profesores de EGB (¨¦stos intentando que los muchachos palien su fracaso escolar).
b) Actividades: ocasionalmente, un taller ocupacional para 10 internos, una o dos salidas semanales al campo de f¨²tbol; eventualmente, un juego de pimp¨®n o front¨®n (¨¦ste no suele durar m¨¢s de tres minutos, lo que tarda la pelota en saltar el muro); los juegos recreativos apenas se practican porque se ,pierden o no hay mesas o falta motivaci¨®n.
Comprobamos, pues, no s¨®lo la ausencia de talleres de formaci¨®n profesional o productivos (en ¨¦stos, de 150 trabajan 16), sino tambi¨¦n la falta de actividades ocupacionales para todos como medio de sentirse ¨²tiles, potenciar la autoestima, la seguridad, el aprendizaje de habilidades sociales, h¨¢bitos de trabajo, reponsabilidades y, en resumen, abrirles otro horizonte que les ofrezca est¨ªmulos reforzantes positivos. Ante esta penosa situaci¨®n, como un grupo de estos j¨®venes se comportase "muy mal", la direcci¨®n del centro acuerda que los 45 internos de ese m¨®dulo no pueden salir de su departamento a ninguna actividad. Sin embargo, con esta medida los chicos no mejoran su conducta, sino que, acostumbrados al castigo, responden adapt¨¢ndose con una mayor potencialidad conflictiva. "Esto es un pozo, es un aislamiento camuflado, as¨ª nos hacemos peores".
Sea como fuere, la violencia se fue estructurando y adue?ando de todas sus interrelaciones.
Y aqu¨ª se plantean dos preguntas: ?Son malos o se comportan mal? Hay quien afirma que por que son malos su comportamiento es malo. Mi opini¨®n es que su comportamiento es inadaptado, es el hecho m¨¢s contrastado. Ahora. bien, ?por qu¨¦? Se?ala acertadamente Mart¨ªnez Reguera y otros psic¨®logos, fundament¨¢ndos,e en una enorme experien cia, y seg¨²n las teor¨ªas freudia nas, que donde generalmente se hablade "inadaptaci¨®n", lo que se produce es una "hiperadapta ci¨®n", debido a las m¨²ltiples difi cultades a las que se ven someti dos estos muchachos desde su in fancia empujados por el instinto de sobrevivir, como le ocurre al ni?o de 10 a?os El Ratilla. Su respuesta es tan l¨®gica como vi tal, "Vale m¨¢s ser malo que no ser nada". Estos j¨®venes, cuyo perfil corresponde a ni?os maltratados, de familias marginales o ca renciales, fracaso escolar, adic ci¨®n a las drogas, delincuentes contra la propiedad y reincidentes, se desarrollaron en un proceso de socializaci¨®n en el que su conducta desviada parece res ponder m¨¢s a necesidades de su pervivencia que a una inclinaci¨®n innata al delito. Estas afirmaciones vendr¨ªan a ser lo que se?alaba Sutherland (1924) en su teor¨ªa de la asociaci¨®n diferencial, seg¨²n la cual la conducta criminal es aprendida en un proceso de comunicaci¨®n, y tanto la condici¨®n criminal como no criminal se explica por las mismas necesidades y valores. De tal modo, la conducta criminal se originar¨ªa cuando en el grupo predominan estas conductas. Es decir, la conducta desviada no es otra que una adaptaci¨®n y socializaci¨®n siguiendo comportamientos dominantes de su grupo o imitando a sus l¨ªderes (socializaci¨®n por modelaje, Bandura - 1974 - y otros). El mencionado m¨®dulo de j¨®venes calificados como peligrosos, en una estructura de violencia corno la c¨¢rcel y sin otro est¨ªmulo o posibilidad de ser, prefieren o necesitan "ser malos". Por el contrario, al prestarles una mayor atenci¨®n y aumentar un poco las actividades, comprobamos c¨®mo disminuye en ellos la agresividad y la ansiedad. Por consiguiente, los profesionales que trabajamos en estos centros, privilegiados observadores, podemos, y debemos hacer algo m¨¢s para evitar que las c¨¢rceles se conviertan en guetos de la miseria humana. Ya que, como subraya Beristain, "el preso es un responsable, pero v¨ªctima de la sociedad".
Tampoco podemos dejar de resaltar la escasa sensibilidad de los jueces a la hora de enjuiciar los hechos delictivos de los menores. En principio, ya es injusto que la. mayor¨ªa de edad civil se produzca a los 18 a?os y la pena] a los 16 (el anteproyecto del nuevo C¨®digo Penal no cambia esta situaci¨®n). Pero aun as¨ª, nuestros jueces hacen uso del art¨ªculo 65 del C¨®digo Penal, que permite para [os menores de 18 a?os, "en atenci¨®n a las circunstancias del menor y del hecho, sustituir la pena impuesta por internamiento en instituci¨®n especial de reforma". Habida cuenta que la mayor¨ªa de estos j¨®venes tienen en las drogas su mayor problema, son la excepci¨®n los enviados a. centros de rehabilitaci¨®n, mientras que en las c¨¢rceles madrile?as el 20% tiene menos de 18 a?os 31 el 50% los ten¨ªan cuando entraron por primera vez.
Servicio p¨²blico
Hace unos a?os, un ex director general afirmaba que "la instituci¨®n penitenciaria era un servicio p¨²blico cuyo objetivo es ayudar al interno". Y, efectivamente, la Ley Penitenciaria as¨ª lo indica: "Hacer del interno una persona con la intenci¨®n y capacidad de vivirrespetando la Ley Penal, as¨ª como de subvenir a sus necesidades" (,art¨ªculo 59). Hoy por hoy, esto lo es m¨¢s que una declaraci¨®n de buenas intenciones.
Pero no quisi¨¦ramos resultar derrotistas, pues en esta instituci¨®n tambi¨¦n se habla de masters, de unidades de apoyo, programas de ocupaci¨®n integral (POI), habilidades sociales, recursos humanos, etc¨¦tera, t¨¦rminos Iodos ellos muy al uso en cualquier otra organizaci¨®n.
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