El susto
Esta temporada oto?o-invierno se llevar¨¢ la moda de la independencia. Pero ser¨¢ de esas modas de cat¨¢logo en papel cuch¨¦ donde las modelos lucen una belleza imposible y los vestidos piden m¨¢s escaparate que piel. Pas¨® la Diada y ahora ya sabe toda Espa?a que existe un independentismo real, tan l¨®gico como reducido, y otro independentismo ret¨®rico que aflora de vez en cuando en los gobernantes tramposillos. Pero en Madrid se ha escrito mucho y muy grande sobre el tema, y, algunos han llegado a convertir los molinos de viento del inconsciente en gigantes de la secesi¨®n. Tal vez es de: lo que se trataba. ?O acaso no era eso lo que pretend¨ªa Michel al profundizar en la hombr¨ªa de su adversario? Las palabras sirven tanto para comunicarse como para no entender nada. Y esto ¨²ltimo es lo que ha conseguido la coqueter¨ªa nacionalista de algunos dirigentes vascos y catalanes, conscientes de que es en el desencuentro entre los pueblos donde se mantiene la justificaci¨®n de los poderes providenciales.Pero ese desencuentro no se forja en un d¨ªa y, a la vista de la sorpresa impresa de estos d¨ªas, se percibe una ignorancia voluntaria y sistem¨¢tica de la realidad. espa?ola por parte de esos apocal¨ªpticos analistas del desastre. El espejo de ciertos medios de comunicaci¨®n de alcance nacional hace tiempo que ha renunciado a reflejar la evoluci¨®n real del pa¨ªs. Llevan a?os haci¨¦ndonos creer que Espa?a es Marbella y (que hay una sola corte, y una sola cultura y una ¨²nica noche y una uniforme manera de mirar. El desentendimiento que la Espa?a esencial practica hacia las otras Espa?as se suma al encastillamiento provinciano de unos nacionalismos desconfiados. Luego, un buen d¨ªa, se escucha trasiego de fronteras en los desvanes de la mente y el nacionalismo espa?ol llama a rebato. Ni unos ni otros acuden a la raz¨®n para entenderse. Han renunciado al reencuentro. Les basta el susto y el portazo.
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