El Real Madrid remat¨® a un enfermo terminal
El Real Madrid remat¨® a un enfermo terminal. Digamos que fue un acto de eutanasia. El Athletic de Bilbao pide que alguien acabe con sus enso?aciones inglesas y derribe de una vez el mito Belauste, instalado en la conciencia de San Mam¨¦s desde hace 70 a?os. En la frontera del 2000,el Athletic practica el juego m¨¢s viejo y gastado del mundo. La derrota frente al Madrid deber¨ªa cerrar definitivamente esta manera de interpretar el f¨²tbol. Este juego exige buenos futbolistas y sentido com¨²n, dos cualidades desconocidas por los rojiblancos.Buenos jugadores los tiene el Madrid. Michel es uno, y de los mejores. En San Mam¨¦s dict¨® un curso de f¨²tbol. Fue un ejercicio espectacular, Lino de ¨¦sos que acreditan a los grandes. Desde su callej¨®n, Michel conquist¨® el partido: sirvi¨® dos goles con unas roscas primorosas y entreg¨® al menos cuatro pases para la puntilla. Michel convirti¨® en oro cada bal¨®n y debi¨® salir como un h¨¦roe de San Mam¨¦s. Pero la pasi¨®n puede con la justicia y Michel sali¨® de la cancha protegido por los polic¨ªas. As¨ª est¨¢n las cosas.
A veces no hace falta ser un gran futbolista. Con la sensatez basta. Es otra lecci¨®n que recibieron los desbocados jugadores del Athletic. Miren a Milla. Nada de lo que tiene vale mucho. No es r¨¢pido, ni fuerte, y su juego a¨¦reo no existe; el rango de sus pases es limitado -apenas diez metros- y se despedir¨¢ del f¨²tbol sin marcar una docena de goles. No puede rematar, as¨ª de sencillo. Pero Milla tiene cabeza, conoce sus limitaciones y lee los partidos a la perfecci¨®n. Con estas cualidades, se convierte en el punto de referencia para sus equipos. As¨ª ocurri¨® en el Barcelona y as¨ª ocurre en el Madrid. Milla nunca est¨¢ mal colocado, ni pierde balones, y, adem¨¢s, castiga los tobillos cuando las cosas vienen mal. Es un tipo que ha edificado su carrera sobre la sensatez, bien muy escaso en las canchas.
Milla tiene la virtud de orientar y equilibrar a sus compa?eros. El Madrid siempre se mostr¨® ordenado en Bilbao, algo poco habitual en un equipo con inclinaciones an¨¢rquicas. Es en este aspecto donde se debe medir la categor¨ªa de Milla, un futbolista que garantiza la limpieza en el tr¨¢fico del bal¨®n y un buen sentido t¨¢ctico. El Madrid deber¨¢ escoger ahora entre el aseo y la improvisaci¨®n o, si se quiere, entre Milla y cualquiera de los futbolistas que le han tapado en la alineaci¨®n titular.
El Madrid se movi¨® con una tremenda seguridad. La debilidad del Athletic termin¨® por aumentar la distancia sideral entre los dos equipos. El partido qued¨® definido desde el inicio. Patxi Salinas abri¨® el encuentro con un balonazo sin criterio al ¨¢rea adversaria; el Madrid contest¨® con un gol. En cuatro minutos se hab¨ªan sacado todas las conclusiones. Se vio pronto que el Madrid no tendr¨ªa dificultad alguna para manejar el juego y tambi¨¦n se vio que el Athletic huele a funeral.
Con apoyos cortos y un ritmo tranquilo, los madridistas abrieron siete ocasiones tremendas ante Kike, un portero con todas las carencias de un juvenil. La sucesi¨®n de Zubizarreta sigue sin cerrarse en Bilbao. Pese a todo, el portero vasco sali¨® bastante bien librado del chaparr¨®n. El Madrid mereci¨® salir empachado de goles. Algunos jugadores reivindicaron su clase despu¨¦s de una semana de cr¨ªticas. Michel tuvo una noche fant¨¢stica y casi en las mismas estuvo Butrague?o, cuyas apariciones fueron siempre mortales para el equipo bilba¨ªno. En cualquier caso, San Mam¨¦s le sirvi¨® al Madrid para recuperar su imagen y acabar con los mitos fundamentalistas que presiden el juego del Athletic.
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