El Atl¨¦tico impuso su experiencia ante el Fyllingen
Un controlador del tr¨¢fico, un militar, un administrativo bancario, un dependiente de comercio, un estudiante, dos ingenieros, dos empleados y dos parados resistieron casi 30 minutos con el bal¨®n de por medio ante 11 futbolistas profesionales. Es m¨¢s, ni siquiera consintieron durante los primeros 20 que ¨¦stos merodeasen su ¨¢rea. Despu¨¦s sucedi¨® lo que ten¨ªa que suceder. Los aficionados, entre los que estuvieron al final otro estudiante y un vendedor, ya no pudieron sostener el pulso.El Fyllingen, un presunto condenado a la Segunda Divisi¨®n noruega, cedi¨® con dignidad frente al l¨ªder de la Primera espa?ola desde el instante en que Soler se intern¨® con inteligencia y Manolo remat¨® con oportunismo. S¨®lo entonces Jes¨²s Gil, el presidente rojiblanco, pudo repantingarse, aun sin esconder su disgusto por el tono general del Atl¨¦tico, en su no demasiado c¨®moda silla del palco.
Para Gil habr¨ªa sido, en efecto, bochornoso un nuevo traspi¨¦ internacional del Atl¨¦tico de Madrid contra un voluntarioso, pero genuino, don Nadie. Luego de haber gozado de m¨¢s protagonismo que su equipo en los peri¨®dicos locales, que han glosado todos y cada uno de los aspectos de su pol¨¦mica personalidad, el impacto habr¨ªa sido fort¨ªsimo para su ego. Pero, por fortuna para ¨¦l, el entusiasmo y el derroche f¨ªsico de Vikenes y sus compa?eros no pod¨ªan dar m¨¢s de s¨ª que una presi¨®n de la que Schuster y los suyos tardaron en zafarse m¨¢s de la cuenta, pero de la que, aun con sudores, se zafaron en definitiva.
El FyIlingen posee unos principios futbol¨ªsticos rudimentarios. Apenas Vikenes, que c¨®mo no, es uno de sus ingenieros, permiti¨® atisbar algo de calidad y sentido en sus intervenciones. Los dem¨¢s corren y corren, pero o no piensan o, si lo hacen, carecen de los recursos m¨¢s elementales para tratar de plasmar sus intenciones en realidades. El hecho de que se aplaudiesen hasta los contundentes zapatazos con los que Ber Ove Ludvigsen enviaba la pelota por encima de la tribuna fue la prueba m¨¢s expresiva de que ni sus propios seguidores, pese a sus c¨¢nticos reiterados, esperaban m¨¢s de ellos que su entrega incondicional ante el adversario comparativamente todopoderoso.
En cualquier caso, el Atl¨¦tico tampoco marc¨® con exactitud las diferencias entre, por ejemplo, Futre y Tviberg, el militar. Vistos en el c¨¦sped, el sol dado no hizo un mal papel ante el portugu¨¦s. Le bast¨® su coraje y su deseo de mantener el tipo ante un famoso del f¨²tbol. Quiz¨¢ fuese porque las advertencias de su t¨¦cnico, Luis Aragon¨¦s, no cayeron en saco roto no hubo alegr¨ªas. El ¨²ltimo escarmiento, el sufrido frente a Timisoara rumano, en la Copa de la UEFA, contribuy¨® a que cada cual asumiera la cita con seriedad. La mala historia de Atl¨¦tico en sus ¨²ltima aparaciones por Europa oblig¨® a un respeto inesperado a un rival tan discreto. No hubo ning¨²n, concesi¨®n a la alegr¨ªa en Bergen.
As¨ª, Ferreira nunca se relaj¨® para consentir que el dependiente Helgeland le hiciese caer en la trampa de comprar alg¨²n regate que le dejara en evidencia. Soloz¨¢bal tampoco dej¨® que el parado Helleso pudiera albergar alguna esperanza de hallar un trabajo provechoso en las cercan¨ªas de Abel. El mismo Luis opt¨®, mediado ya el segundo periodo, por reforzar su l¨ªnea central con Toni a costa de perder un delantero, Moya. Acaso fuera porque no las ten¨ªa todas consigo. Acaso, porque al Atl¨¦tico le interesaba reservar un punto de te¨®rica emoci¨®n con su m¨ªnimo triunfo con vistas al encuentro de vuelta. Knudsen estuvo en un tris de incrementar en los segundos Finales, pero al bancario no le cuadr¨® el balance de su remate cruzado. Ni el FyIlingen, calificado al cabo por Luis como "dificil¨ªsimo", se lo habr¨ªa cre¨ªdo.
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