Fl¨²or y caries; s¨ª queremos la pol¨¦mica
Poner o no poner fl¨²or en el agua de consumo p¨²blico, ¨¦sa es la cuesti¨®n. El autor de este art¨ªculo toma partido en la pol¨¦mica y se manifiesta a favor de la fluoraci¨®n, porque en su opini¨®n tiene m¨¢s beneficios que desventajas, y los posibles efectos secundarios han sido negados por estudios internacionales.
En la primera lectura del art¨ªculo aparecido en EL PA?S el 9 de septiembre de 1991 con el t¨ªtulo La cuesti¨®n del agua fluorada, en el que se vert¨ªan opiniones muy peculiares en torno a la conveniencia o no de la administraci¨®n de fl¨²or como elemento preventivo de la caries dental y las v¨ªas de llegada del mismo al organismo humano, la indignaci¨®n por el planteamiento apocal¨ªptico que en ¨¦l se realizaba me incit¨® a coger papel y pluma y ponerme a la tarea de contestar al mismo en similar tono.Posteriormente, pensar que podr¨ªa estarse buscando una pol¨¦mica superficial en la que implicar a diferentes grupos sociales y crear una ceremonia de confusi¨®n en la que no se aclarase nada, me hizo dudar en efectuar dicha contestaci¨®n. Pero realmente no era posible dejarlo pasar, tanto por responsabilidad administrativa con los ciudadanos como por responsabilidad cient¨ªfica conmigo mismo y con mis colaboradores en el Programa de Salud Bucodental de la Comunidad de Madrid.
Desde esta responsabilidad cient¨ªfica es necesario en primer lugar se?alar que nadie pone en duda en estos momentos el efecto preventivo del fl¨²or en la producci¨®n de la caries dental, y son cientos de millones de ciudadanos de diferentes pa¨ªses del mundo los que se han beneficiado de distintos programas de administraci¨®n del fl¨²or desde hace m¨¢s de 50 a?os. No es casualidad que sean los pa¨ªses m¨¢s desarrollados los que tienen en marcha los programas m¨¢s ambiciosos, como es el caso de Suecia, con aplicaciones semestrales de fl¨²or de alta concentraci¨®n, o de Estados Unidos, donde m¨¢s de 130 millones de personas reciben fl¨²or a trav¨¦s de sus aguas de consumo.
Por otra parte, la propia Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha recomendado repetidamente la utilizaci¨®n del fl¨²or como mecanismo (le prevenci¨®n de la caries dental.
Nada de c¨¢ncer
En lo que respecta a posibles patolog¨ªas que la ingesti¨®n reiterada de fl¨²or pudiera provocar en el ser humano, el mongolismo que refiere el art¨ªculo del pasado 9 de septiembre est¨¢ descartado desde hace mucho tiempo internacionalmente y no es objeto de controversia, y, en lo que respecta al c¨¢ncer, no parece que el autor del art¨ªculo citado est¨¦ al d¨ªa en su archivo bibliogr¨¢fico.
Efectivamente, hace un a?o, el Servicio de Salud P¨²blica Americano advirti¨® sobre la posible relaci¨®n existente entre la administraci¨®n de fl¨²or a dosis altas y determinado osteosarcoma en experimentos hechos con roedores, y ha sido el mismo servicio, en colaboraci¨®n con el Instituto Nacional del C¨¢ncer, el que, en junio del presente a?o, ha descartado cualquier relaci¨®n o riesgo de c¨¢ncer en lo relativo al fl¨²or, tanto natural como a?adido al agua de bebida ('Public Health Service Report on Fluoride Benefits and Risks', Morbidity and Mortality, Weekly, June 14, 91. US Department of Health an Human Services).
Por cierto que estos mismos organismos descartan tambi¨¦n en este estudio cualquier riesgo de defectos cong¨¦nitos o problemas en el embarazo que tambi¨¦n se dejan caer alegremente en el art¨ªculo citado.
Cap¨ªtulo aparte merece la preocupaci¨®n medioambiental que despierta en el autor la probable contaminaci¨®n de r¨ªos tan cuidados como el Henares y el Jarama, de la Comunidad de Madrid.
El fl¨²or es un elemento de la naturaleza que existe en la misma y que es necesario para la vida. Su concentraci¨®n es muy diferente en unos lugares del planeta que en otros y ello no conlleva ning¨²n tipo de problemas.
De hecho, las aguas de bebida lo tienen en diferentes niveles de una manera natural y las aguas envasadas mineromedicinales en much¨ªsima m¨¢s alta concentraci¨®n. Los pa¨ªses que han fluorado sus aguas desde hace tiempo no han referido hasta la fecha ning¨²n tipo de problema por un mayor aporte de este elemento, repetimos natural, al ecosistema. Consideramos que es necesario continuar los estudios y en su caso regulaci¨®n de las posibles consecuencias medioambientales, pero no crear alarmismos poco fundamentados.
Quiero resaltar, por ¨²ltimo, que precisamente por estas posibles controversias que pudieran existir, la ConscJer¨ªa de Salud constituy¨® un comit¨¦ de expertos en integrado por profesionales de prestigio en los terrenos de la salud, ingenier¨ªa, toxicolog¨ªa y control de aguas potables.
Este comit¨¦ ha afrontado de forma. pormenorizada durante cinco meses el estudio en profundidad de los, efectos beneficiosos, as¨ª como de las posibles consecuencias adversas que podr¨ªa traer el uso de fl¨²or tanto en el nivel de salud de la poblaci¨®n como en el entorno ambiental de la. Comunidad de Madrid, considerando adem¨¢s aspectos de indudable relevancia como rentabilidad sanitaria y econ¨®mica y posibilidades t¨¦cnico-administrativas (v¨ªas de administraci¨®n).
Acci¨®n preventiva
El comit¨¦ de expertos est¨¢ finalizando los trabajos con el fin de definir una postura suficientemente ponderada que permita determinar los mejores procedimientos para la salvaguarda de los ¨ªndices de salud de los ciudadanos de la Comunidad de Madrid.
En cualquier caso, no se pone en duda la acci¨®n preventiva del fl¨²or en la salud bucodental, y afirmaciones como las que aparecen en el citado art¨ªculo s¨®lo contribuyen a inquietar a la poblaci¨®n, condicionando gravemente la intervenci¨®n de la Administraci¨®n sanitaria y creando un alarmismo sin base cient¨ªfica que lo justifique.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.