Dos amargas historias de seres inadaptados
M. TORREIROComo si la organizaci¨®n del Festival de Cine de San Sebasti¨¢n se empe?ara en programar los filmes a concurso mediante el expeditivo recurso de emparejarlos por su tema, ayer les toc¨® turno en esta curiosa ruleta a dos productos de ex¨®tico origen sobre personajes marginales. Mientras tanto, por las calles se pasean Charlton Heston y James Seymour y el inter¨¦s de hoy se centrar¨¢ en conocer las opiniones del ministro de Cultura, Jordi Sol¨¦-Tura.
Zombie y el tren fantasma, del productor y director finland¨¦s Mika Kaurism?ki, y Kamigata kugai zoshi, del veterano realizador japon¨¦s Tetsutaro Murano, comparten el inter¨¦s por personajes marginales que se dedican a la m¨²sica, su inadaptaci¨®n y su condici¨®n subalterna.Nadie mejor que el personaje central del filme de Kaurism?ki para resumir su periplo vital, que lo lleva desde el suburbio proletario de Helsinki hasta una Estambul tercermundista que nada tiene de tur¨ªstico o atractivo: "MI vida es como un trago de agua sucia", escribe en un diario personal que va pautando en off su lastimoso estado de ¨¢nimo. Incapaz de adaptarse a ninguna de las actividades sociales comunmente aceptadas como provechosas o de buen gusto, Zombie no puede trabajar, ni siquiera en lo que le gusta -toca el bajo en un grupo de m¨²sica country-, ni tampoco mantener una relaci¨®n afectiva normal con sus padres, su novia o sus amigos.
Es el suyo un extra?amiento radical respecto a su entorno y a su tiempo. Hijo de su ¨¦poca, su escepticismo se ve continuamente refrendado por las noticias que inclementemente muestra la televisi¨®n. Como el diplom¨¢tico que ideara Malcolm Lowry en Bajo el volc¨¢n, Zombie elige la degradaci¨®n y la autopunici¨®n: su huida lejos de sus amigos le hace ir en busca de su destino ineluctable.
Kaurism?ki narra su historia sin cortapisas y sin condescendencia hacia el espectador. Como su hermano Aki, pero tal vez con menos convicci¨®n y con un empleo menos magistral de sus herramientas narrativas, Mika muestra un mundo insoportablemente feo, el patio trasero proletario y sucio del capitalismo hiperdesarrollado, y unos personajes que nunca reclaman la identificaci¨®n del p¨²blico. Es la suya, esta s¨ª, una apuesta por un cine poco dado a lo melifluo, lo bonito, lo simplemente gratificante. Justifica, y sobradamente, su inclusi¨®n en una secci¨®n que, como la oficial, es ya sin duda alguna el mejor basti¨®n de la organizaci¨®n en su apuesta por la renovaci¨®n del festival.
Humillaci¨®n
Al lado de la beligerencia radical de Kaurism?ki, la pel¨ªcula de Murano corre el riesgo de parecer s¨®lo una bella colecci¨®n de postales tradicionales japonesas, narrada a ritmo cinematogr¨¢fico con, a ratos, desesperante morosidad. Y, sin embargo, su denuncia de la condici¨®n ya no de subordinaci¨®n, sino directamente humillante de la mujer japonesa durante los primeros a?os de la era Meiji -la acci¨®n transcurre de 1888 a 1896-, no est¨¢ exenta de ciertos logros, el menor de los cuales no es, ciertamente, la descripci¨®n de una sociedad represiva y autoritaria. Para la sensibilidad occidental, el filme abunda tal vez en demas¨ªa en secuencias con recurrencia a una m¨²sica que, como la japonesa, es tan diferente a la nuestra desde el punto de vista tonal como para resultar casi siempre excesiva.
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