Virtudes de la desfachatez

Nunca ha estado el cine estadoun¨ªdense tan hipotecado como hoy en su peligrosa apuesta a una carta ¨²nica, el actor, ni nunca como hoy tal apuesta ha sido menos s¨®lida. Si hac¨ªa falta un ejemplo m¨¢s, Bruce Willis hace ahora expl¨ªcita la teor¨ªa de que no siempre a un actor popular le es dado trocar su fantasmal existencia de celuloide en d¨®lares contantes y sonantes. Su nuevo film acaba de su frir en EE UU un batacazo hist¨®rico.Hudson Hawk es, de hecho, un cruce entre Luz de luna y la saga de los agentes secretos que nacieron con 007. Su punto de partida est¨¢ en la narrael ¨®n de las peripecias de un hombre a quien.le llueven palos. Lo m¨¢s atractivo de la pel¨ªcula es la opci¨®n misma que le da origen. Porque, conscientes de que ya nada nuevo se puede narrar sus responsables optan por saltarse limpiamente a la torera todas las normas del supuesto buen narrar y, a fuerza de exagerar y de jugar con los l¨ªmites de lo veros¨ªmil, terminan construyendo una pel¨ªcula a la mayor gloria de esa absurda brillantez que ten¨ªa, a ratos, la serie Luz de luna.

Que el filme no haya tenido ¨¦xito en Estados Unidos es tal vez s¨®lo el s¨ªntoma de que la f¨®rmula Luz de luna ha fenecido. En todo caso, el desparpajo con que muestra sus bazas hacen de El gran halc¨®n un producto ins¨®lito, tan irregular como, a veces, inspirado, un entreten Im lento m¨¢s presentable que la mayor¨ªa de sus hom¨®logos contempor¨¢neos con actor onmipotente.