Preocupaci¨®n en Barcelona por la escasa asistencia al estadio Ol¨ªmpico
"Mira, m¨¢s periodistas que espectadores", bromeaba el comentarista de una televisi¨®n europea. En la pista hab¨ªa 176 de los mejores atletas del mundo, 12 campeones del mundo. Hab¨ªa 900 periodistas. Pero las gradas estaban semivac¨ªas. La organizaci¨®n habl¨® de 16.600 espectadores, pero pocos lo creyeron. El problema de? Ol¨ªmpico no es el viento o las goteras; el problema es qu¨¦ hacer con ¨¦l tras el 92.
El pasado viernes no estaban en Barcelona ni Mlke Powell, Leroy Burrell o Carl Lewis. Cierto Pero, a partir de ah¨ª, estaban todos. Todos. ?Pod¨ªa so?ar alguien con una carrera como la de Michael Johnson, que en los extertores de la temporada consigue la mejor marca mundial del a?o en 200 metros? ?Pod¨ªa so?ar alguien con un nuevo intento de r¨¦cord del mundo (6,11 metros) por parte del gran Sergu¨¦i Bubka, cuando llevaba 19 d¨ªas sin entrenarse? ?No ten¨ªa gancho ver al nuevo dios de los 1.500, el argelino Noureddine Morceli, por delante de los m¨ªticos Said Aouita o Steve Cram? ?Era o no atrayente ver intentar el r¨¦cord del mundo de 3.000 metros obst¨¢culos al keniata Moses Kiptanui?Nada de todo eso gener¨® inter¨¦s en los aficionados barceloneses, que en los ¨²ltimos dos a?os se han negado a apoyar con su presencia los mayores espect¨¢culos atl¨¦ticos que ciudad alguna pueda organizar. S¨®lo Barcelona ha visto en el plazo de dos a?os una Copa del Mundo, dos campeonatos nacionales, una Copa de Europa B, un mitin internacional de alto nivel y la mism¨ªsima final del Gran Premio. En todas esas manifestaciones fall¨® el p¨²blico, en mayor o menor medida, jam¨¢s se alcanz¨® ni siquiera el 50% del aforo.
El palco, repleto de autoridades, desde Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona, a Primo Nebiolo, presidente de la federaci¨®n internacional, fue un buen lugar para reflexionar sobre el problema. "Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para lograr el mayor espect¨¢culo del mundo", se?alaba Enric Tru?¨®, m¨¢ximo responsable de Deportes municipal y hombre encargado de llenar las instalaciones ol¨ªmpicas tras los Juegos Ol¨ªmpicos. "SI con 12 campeones del mundo, anuncios por todas partes, la entrada a 1.000 pesetas, mayores facilidades de acceso que nunca -pues hoy [por el viernes] se han puesto en marcha las escaleras autom¨¢ticas que suben al estadio- y un horario accesible, no viene gente, habr¨¢ que pensar que el atletismo de ¨¦lite no tiene gancho en Barcelona".
Hubo ganadores que declinaron la invitaci¨®n de dar la vuelta a la pista ol¨ªmpica con su inmenso ramo de flores en la mano. La vuelta, ?para qu¨¦?, si no hay quien nos aplauda, debieron de pensar. "El barcelon¨¦s es un gran aficionado a los deportes, aunque no todos los que se sienten atra¨ªdos por su pr¨¢ctica son asiduos espectadores. El aumento de retransmisiones televisivas ha influ¨ªdo en la disminuci¨®n de espectadores", se?ala Tru?¨®.
La tesis m¨¢s divulgada en la noche del viernes recordaba que las fiestas de la Merc¨¨ hab¨ªan provocado un largo fin de semana, que faltaba un gran gancho, algo que tuviera morbo, "no s¨¦", indicaba uno de los periodistas locales, "un Johnsson-Lewis, un Lewis-Burrel, un Lewis-Powell". Pero, claro, Lewls pidi¨® 20 millones de pesetas y, una cosa es organizar un gran mitin, y otra muy distinta arruinarse.
Acompa?¨® el d¨ªa. Se cumpli¨® el horario. Funcion¨® la luz. No hubo ni mucho ni poco viento. El sistema inform¨¢tico no fall¨®. La gesti¨®n de resultados surgi¨® al segundo. "Cuando todo funciona, cuando cuentas con doce campeones del mundo y no viene la gente, lo ¨²nico que cabe es decir I¨¢stima, pero ellos se lo han perdido", dice Tru?¨®, muy preocupado por la resaca ol¨ªmpica.
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