El 'informe Abril'
UNA ESPECIE de mal de ojo parece haber gafado el informe sobre la reforma de la sanidad p¨²blica elaborado por la comisi¨®n de expertos coordinada por el ex vicepresidente Fernando Abril Martorell. V¨ªctima de todas las demagogias (las de algunos sindicatos que amenazaban con paros y huelgas ?ante la mera existenc¨ªa del informe!; las de ciertos partidos, como el PP, que lo descalificaron ¨ªntegramente desde la ignorancia m¨¢s supina; las del poder, que se ha metido en el agujero y mira para otro lado como si no fuese el Gobierno el m¨¢s interesado en un estudio con soluciones), el informe Abril tiene la verosimilitud de estar escrito sin interferencias, como si sus autores fuesen libres y pudieran hacer con la sanidad espa?ola lo mejor que estiman. Y se ha topado con la, dura realidad y un espect¨¢culo vergonzoso.Antes de discutirse en el Congreso de Diputados, instancia que aprob¨® su realizaci¨®n y que es, por tanto, su principal destinatario, todos le han dado la espalda. Ni siquiera es seguro ahora que un debate parlamentario digno de tal nombre se produzca y que, si tiene lugar, sirva ya para algo. Y, sin embargo, merece mejor suerte un valioso material de trabajo que, al margen de que se est¨¦ o no de acuerdo con todas sus conclusiones, constituye una radiograf¨ªa de la verdadera situaci¨®n de la sanidad p¨²blica espa?ola realizada por.expertos y tras un exhaustivo trabajo.
La forma en que se dieron a conocer a la opini¨®n p¨²blica los resultados del informe en julio pasado no pudo ser m¨¢s desafortunada. Abril Martorell la calific¨® de Iamentable y catastr¨®fica". Una apreciaci¨®n que tambi¨¦n comparten los portavoces del PP, de IU y del PSOE. Un informe que aborda cuestiones tan trascendentales para la poblaci¨®n corno la mejor gesti¨®n, organizaci¨®n y financiaci¨®n de la sanidad p¨²blica (un entramado que engulle m¨¢s de tres billones de pesetas al a?o) no puede quedar poco menos que secuestrado en un despacho oficial por la falta de valent¨ªa de los responsables pol¨ªticos ante lo descarnado de algunos de los remedios que propone.
Ocultar el informe y, consecuentemente, coartar la posibilidad de un debate sereno en la sociedad sobre sus efectos no implica superar los problemas que se?ala. Simplemente los aplaza. Son cuestiones impopulares, ciertamente, pero la honestidad de quienes conocen los problemas y la responsabilidad de quienes tienen la obligaci¨®n de administrar los medios p¨²blicos para cubrir los objetivos de bienestar de sus ciudadanos deben prevalecer sobre la rentabilidad electoral inmediata. La sanidad p¨²blica plantea tal c¨²mulo de problemas y r¨¦moras en el contexto soc¨ªoecon¨®mico espa?ol que no enfrentarse seriamente a ellos es dilatar y empeorar sus perspectivas.
Ser¨ªa lamentable, en todo caso, que no se profundizase m¨¢s en el an¨¢lisis del informe y todo el mundo -responsables p¨²blicos, colectivos profesionales y sociedad- se diera por satisfecho con el debate superficial que se ha producido hasta la fecha. La sanidad p¨²blica es un problema que no admite demoras.
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