Un gran toro desaprovechado

Tampoco en la segunda corrida de feria hubo ni una vuelta al ruedo. Si en la del s¨¢bado fueron los elementos meteorol¨®gicos los causantes, en la del domingo fue la indecisi¨®n de los toreros, explicable en algunos casos por las condiciones de los toros, inexplicable en otros por significar la p¨¦rdida de una gran oportunidad. Esa gran oportunidad se la brind¨® el tercer toro a Armillita Chico, hijo de Ferm¨ªn Espinosa, uno de los m¨¢s grandes toreros de la historia de M¨¦xico. Fue el tercero un toro que hizo una pelea brillant¨ªsima con los montados, y que lleg¨® a la muleta con todas las caracter¨ªsticas del toro encastado y bravo. El p¨²blico pidi¨® su vuelta al ruedo, pero cuando el presidente quiso reaccionar, las mulillas ya iban camino del desolladero. El diestro mexicano no acert¨® a centrarse con ¨¦l, salvo en tres o cuatro muletazos con la derecha, con m¨¢s vibraci¨®n que calidad. Era su deb¨² en La Maestranza como matador, y debi¨® de esforzarse m¨¢s. ?Una pena! Al sexto, manso huidizo, no acert¨® a someterlo.Ruiz Miguel tampoco aprovech¨® la oportunidad que le brind¨® su primero, para darle la docena de muletazos que ten¨ªa. Se los dio, pero sin ajuste ni temple. Despu¨¦s, cuando se ech¨® la muleta a la izquierda, el toro ya llevaba la cara arriba y se par¨® enseguida. El cuarto se entabler¨®, y toda la ciencia de Ruiz Miguel, que no es poca, fue insuficiente para sacarlo de all¨ª.

M¨¢s decidido fue Campuzano. Su primero humillaba poco, por lo que s¨®lo hubo alguna serie medianamente templada. Con el quinto se dobl¨®, con verdad y torer¨ªa. El resto de su labor, con un toro que colabor¨® poco, careci¨® de inter¨¦s. Cobr¨®, sin embargo, estupendas estocadas.