El legado de Suarez
LA ELECCI?N de Rafael Calvo Ortega como presidente del Centro Democr¨¢tico y Social (CDS) y de Antonio Fern¨¢ndez Teixid¨® como secretario general tiene una primera lectura obvia: el rechazo frontal a Su¨¢rez por las bases del partido y al aparato suarista que lo ha dirigido durante nueve a?os bajo la batuta de su hasta ahora secretario general, Jos¨¦ Ram¨®n Caso. Pero es dudoso que este acto liberador de profundo signiflicado psicol¨®gico -romper las ataduras ed¨ªpicas que han vinculado al CDS con su fundador- sea pol¨ªticamente suficiente para articular una direcci¨®n coherente, capaz de enderezar su marcha en el futuro.Convocado con la exclusiva finalidad de sacar al partido de su agonizante estado, el congreso extraordinario del CDS celebrado este fin de semana puede ser, por el contrario, el que certifique formalmente su agon¨ªa. Su desarrollo contradice al menos el supuesto b¨¢sico al que los dirigentes m¨¢ximos de sus diversos sectores vinculaban el ¨¦xito de su problem¨¢tica renovaci¨®n: la elecci¨®n de una ejecutiva consensuada, integra dora de todas sus tendencias y capaz de tensar la. vida del partido con el objetivo de salvar el dif¨ªcil trance de sus pr¨®ximas comparecencias ante las urnas sin el tir¨®n electoral de su fundador. La candidatura elegida, como las otras que han intentado sin ¨¦xito su elecci¨®n, no es el resultado de ning¨²n af¨¢n aglutinador de las tendencias del partido. Antes al contrario, significa su divisi¨®n definitiva, que se refleja en la elecci¨®n de un presidente y un secretario general que aparec¨ªan en listas enfrentadas y tambi¨¦n en los fuertes apoyos recibidos en las urnas por las candidaturas derrotadas.
Las declaraciones de apoyo a la nueva ejecutiva por parte de los candidatos derrotados, y particularmente por Ra¨²l Morodo, el hombre ungido por Su¨¢rez, no pueden ocultar la persistencia de una fractura que no ha podido ser soldada en el congreso y que puede ensancharse todav¨ªa m¨¢s tras los posos de frustraci¨®n que haya podido dejar tras de s¨ª su celebraci¨®n. En tales circunstancias, la nueva ejecutiva, formada por un presidente y un secretario general unidos fundamentalmente por su oposici¨®n a la ejecutiva anterior, nucleada en torno a Jos¨¦ Ram¨®n Caso, deber¨¢ derrochar mucha imaginaci¨®n y mano izquierda para hacer cre¨ªble el partido, am¨¦n de g¨®bernable.
La tarea es especialmente! ardua, dada la peculiar idiosincrasia de la organizaci¨®n fundada por Su¨¢rez en 1982. Hay partidos que se dotan? de un l¨ªder y l¨ªderes que, al encontrarse cesantes, se inventan un partido para prolongar su carrera. El Centro Democr¨¢tico y Social pertenece m¨¢s bien a esta ¨²ltima categor¨ªa. Esas formaciones construidas en torno a una personalidad necesitan alg¨²n tiempo para transformar la identificaci¨®n con el l¨ªder en identidad pol¨ªtica diferenciada. El problema del partido de Su¨¢rez es que se ha quedado sin su emblema antes de consolidar una identidad, cualquier identidad.
La traves¨ªa que a hora inicia el CDS tras el congreso, la que le puede llevar a la tierra de promisi¨®n o a la nada definitiva, habr¨¢ de hacerla a pelo: con Mois¨¦s en el retiro y sin expectativas de tocar poder a corto plazo. Una dificultad adicional es que sus actuales dirigentes carecen del carisma que permiti¨® a Su¨¢rez, ejercer de ¨¢rbitro entre personas y tendencias. De otro lado, la viabilidad de una opci¨®n espec¨ªfica de centro cuando todas las formaciones pol¨ªticas, de derecha e izquierda, buscan una imagen centrada constituye un desaf¨ªo con el que ni siquiera pudo Su¨¢rez.
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