Inseguridad vial

LA MAYOR?A de las recomendaciones del informe sobre seguridad vial elaborado por el Senado para hacer frente a esa sangr¨ªa que suponen en nuestro pa¨ªs los accidentes de tr¨¢fico -9.000 muertos en 1990- son realistas y seguramente ¨²tiles. Pero su importancia radica, sobre todo, en la interpelaci¨®n que lanza a los poderes p¨²blicos, a la industria automovil¨ªstica, a las empresas de publicidad y asociaciones de usuarios y de consumidores y a los conductores en general para que aborden conjuntamente, en una especie de pacto estrat¨¦gico sobre la seguridad vial, el estudio de las medidas orientadas a reducir el ¨ªndice de siniestralidad de las carreteras espa?olas, muy superior actualmente a la media de los pa¨ªses europeos.Las recomendaciones no son, obviamente, vinculantes, pero ser¨ªa realmente triste que fueran dejadas de lado porque algunas de ellas suponen una velada cr¨ªtica a la actuaci¨®n de algunos de sus destinatarios. El Gobierno es impl¨ªcitamente se?alado a causa del par¨®n del plan general de carreteras y a la pr¨¢ctica congelaci¨®n desde 1975 de las plantillas de la Agrupaci¨®n de Tr¨¢fico de la Guardia Civil, mientras que las empresas automovil¨ªsticas y publicitarias lo son por primar en su informaci¨®n al usuario los aspectos confortables del autom¨®vil sobre los de riesgo y seguridad.

La finalidad del informe no es, en todo caso, echar sobre nadie en concreto la responsabilidad de la sangr¨ªa humana y econ¨®mica que dejan tras de s¨ª los accidentes de tr¨¢fico en Espa?a, sino que todos tomen conciencia de la necesidad de poner coto a su vertiginoso aumento un a?o tras otro.

En este sentido, algunas de las medidas que propone el informe, como la implantaci¨®n de un permiso de conducir con cr¨¦dito de puntos que se descuenten en funci¨®n de las infracciones, la privaci¨®n del permiso o la inmovilizaci¨®n del veh¨ªculo del infractor en periodos claves (fines de semana o ¨¦pocas vacacionales), como otras muchas, son dignas de estudio. Por su car¨¢cter concreto y limitado, pueden resultar m¨¢s disuasorias para los infractores empedernidos que algunas de las sanciones de la actual Ley sobre Tr¨¢fico, Circulaci¨®n y Seguridad Vial, absolutamente desproporcionadas y que, precisamente por ello, pueden tener escasa incidencia en la conducta cotidiana del potencial infractor.

Estas medidas no pueden desligarse, como se?ala el informe del Senado, de la mejora de la actual red viaria -principal y secundaria- y de la urgente eliminaci¨®n de los numerosos puntos negros que aumentan la peligrosidad de la circulaci¨®n, como los pasos a nivel, los cruces en v¨ªas r¨¢pidas y las curvas pronunciadas. La atenci¨®n a la infraestructura viaria y a la vigilancia sobre su tr¨¢fico es especialmente necesaria en Espa?a, donde, a diferencia de otros pa¨ªses europeos, los accidentes de tr¨¢fico en v¨ªas interurbanas superan con mucho a los producidos en las urbanas (70% y 30%, respectivamente).

Pero, sobre todo, lo que el informe echa en falta es una cultura automovil¨ªstica m¨¢s madura y responsable que la actual, que no idolatre el autom¨®vil ni le tenga por un juguete; tambi¨¦n m¨¢s coherente, de modo que cohabiten en ella de manera equilibrada los intereses y valores diversos que la integran. El que las autoescuelas, que deber¨ªan ser centros impulsores de esta cultura, se limiten de hecho, de acuerdo con las directrices de Tr¨¢fico, a ser meras f¨¢bricas de permisos de conducir es una incoherencia. Como lo es tambi¨¦n una publicidad que incita a incumplir la ley mediante el reclamo de velocidades muy superiores a la m¨¢xima autorizada en las rutas espa?olas, y que con frecuencia fomenta esa cultura que asocia prestigio social con riesgo en la conducci¨®n.