Divertida antolog¨ªa de Frank Capra
Era Frank Capra -un siciliano nonagenario, muerto hace unas semanas, que desde su silla de ruedas bombarde¨® hace un par de a?os con telegramas de protestas e insultos a quienes pon¨ªan colorines sobre el blanco y negro, de sus inmortales pel¨ªculas- uno de los ¨²ltimos superviviente del clasicismo de Hollywood, si no el ¨²ltimo de todos. Los grandes cineastas de su generaci¨®n han desaparecido casi por completo, pero queda de ellos su obra, fundacional y sin embargo no superada, cada d¨ªa m¨¢s y m¨¢s viva.Ars¨¦nico por compasi¨®n no es probablemente la mejor pel¨ªcula de Frank Capra, pero su reciente reposici¨®n en el cine madrile?o que ha querido conmemorar su muerte con lo que es y seguir¨¢ siendo su vida es acertada, porque esta pel¨ªcula, adem¨¢s de ser trepidante, original y divertida, lleva dentro un compendio casi antol¨®gico de las etapas fundamentales de la carrera del cineasta, sobre todo la etapa de sus trabajos en la comedia dentro del cine mudo y la de plenitud de su cine intimista y sentimental. Ambas se entrelazan e incluso se funden en Ars¨¦nico por compasi¨®n de manera tan transparente que permiten al espectador que desconozca, la obra de Capra descubrir c¨®mo este mago de la comedia loca era a su vez mago de la comedia tenue; y que quien sab¨ªa dominar hasta el virtuosismo la miniatura era al mismo tiempo un maestro de la brocha gorda.
Ars¨¦nico por compasi¨®n
Direcci¨®n: Frank Capra. Gui¨®n: Juliusy Philip Epstein, seg¨²n la obra teatralArs¨¦nico y encaje antiguo, de Joseph Keselring. Fotograf¨ªa: Sol Polito. M¨²sica: Max Steiner. Estados Unidos,1944. Int¨¦rpretes: Cary Grant, Raymond Massey, Priscilla Lane, Josephine Hull, Jean Adair, Jack Carson, Edward Everett Horton, Peter Lorre, James Gleason, John Alexander. Cine Renoir.
Truculencias
Entre una cosa y otra, Capra a?ade en este filme su propia parodia del cine, y en concreto de algunos de los fetiches del cine de terror y de truculencia, cercano a un esperpento a la americana, que se adelanta en muchos lustros a algunas modas que est¨¢n aflorando hoy en el cine de Estados Unidos, por lo general de producci¨®n independiente, desde algunas producciones de Steven Spielberg al cine de los hermanos Joel y Ethan Coen, pasando por otros cineastas que encuentran ahora un fil¨®n de cosas in¨¦ditas en el empleo, serio o no, de ese gusto por lo excesivo que lat¨ªa en algunos mitos negros generados por la pantalla cl¨¢sica de Hollywood. Las figuras, o contrafiguras, de Cary Grant en Ars¨¦nico por compasi¨®n, que componen Raymond Massey y Peter Lorre, poseen una gracia tan vigente que muchas de esas otras gracias de hoy a que nos referimos parecen plagiadas de ella.Comedia loca, sentimental y negra al mismo tiempo, Ars¨¦nico por compasi¨®n es un torbellino de inventiva: no da tregua al espectador y, sin embargo, la intriga y el enredo est¨¢n resueltos con diafanidad y desarrollados con un ritmo en el que la velocidad endiablada, y el enrevesamiento de los equ¨ªvocos y las situaciones, parecen trenzados, con hilos de seda invisible, sin que se produzca ning¨²n chirrido o malsonancia en su acoplamiento rec¨ªproco, en su discurso, que es el propio de esas inefables obras menores que de vez en cuando hacen los cineastas mayores.
Maestros como Capra se divert¨ªan y nos divert¨ªan jugando al juego del rat¨®n y el gato con el espectador. Eso es en esencia Ars¨¦nico por compasi¨®n: un juego, una inagotable diversi¨®n, muy lejana a los aires de trascendencia que las pel¨ªculas de Capra adquir¨ªan cuando su c¨¢mara entraba dentro de sus asuntos favoritos graves, en los que especulaba y poetizaba, algunas veces con candor pero siempre con genio, sobre la vida y la libertad en la tormentosa etapa de Estados Unidos -la que protagoniz¨® el presidente Franklin Delano Roosevelt- que le toc¨® vivir y de la que fue or¨¢culo.
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