El heredero del trono se ofrece como protector de "todos los serbios"
El pr¨ªncipe Aleksandar Karadjordjevic, heredero al trono yugoslavo, se dirigi¨® ayer ante m¨¢s de 50.000 personas congregadas frente a la bas¨ªlica Sveti Sava, en Belgrado, "Mi querido pueblo", dijo el nieto del rey Aleksandar, unificador de Yugoslavia, asesinado en 1.934, "me pongo al servicio de la patria como embajador de la paz, la democracia parlamentaria, las libertades civiles", ofrezi¨¦ndose como "protector de todos los serbios". El pr¨ªncipe heredero no hizo referencias a la guerra de Croacia, pero exhort¨® la necesidad de alcanzar la paz a trav¨¦s de las negociaciones.Aleksandar, nacido en 1945 en Londres, en un hotel declarado territorio yugoslavo para los prop¨®sitos del nacimiento real, no tiene el pasaporte del pa¨ªs balc¨¢nico. Desde 1945 la familia real ten¨ªa vedado su regreso al pa¨ªs.
Miles de ciudadanos esperaron al pr¨ªncipe en el aeropuerto Surcin, en Belgrado, el s¨¢bado por la noche, provoc¨¢ndole las primeras l¨¢grimas: "Es el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida", dijo Aleksandar. Desde entonces, m¨¢s de una vez, la cara del pr¨ªncipe se ha cubierto de l¨¢grimas ya que no esperaba una acogida tan calurosa.
La agenda de Aleksandar, su esposa Catarina y sus tres hijos est¨¢ repleta: acompafiada por los l¨ªderes de oposici¨®n serbios, la familia real asisti¨® a varias liturgias en conmemoraci¨®n de la muerte del rey Aleksandar y tuvo una entrevista con el patriarca ortodoxo serbio PavIe.
El hijo de Aleksandar, el primog¨¦nito Peter, se dirigi¨® a los nifios en un serbo-croata aprendido para la ocasi¨®n, augurando la llegada de mejores d¨ªas para la juventud. La presencia de sangre azul en Belgrado provoc¨® una, oleada de esl¨®ganes anticomunistas y miles de voces coreaban al pr¨ªncipe: "Qu¨¦date".
Otros miembros de la familia real llegaron ayer a Belgrado.: su t¨ªo, Tomislav, m¨¢s inclinado al nacionalismo serbio, y su primo Vlad¨ªmir, quien lleg¨® para alistarse entre los voluntarios serbios en los frentes de Eslavonia, en Croacia. En Yugoslavia, ni siquiera la familia real parece unida.
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