Paisaje despu¨¦s de la batalla en Vinkovci
Retrato del frente m¨¢s castigado de Croacia
El Katiuska disparado desde una lanzadera m¨²ltiple de cohetes penetr¨® por la ventana del dormitorio y destroz¨® toda la primera planta de la vivienda. No hubo v¨ªctimas, tal vez porque a veces el azar juega a favor de la vida. Pocos metros m¨¢s abajo de donde cay¨® la bomba, 10 personas se hallaban refugiadas en el s¨®tano de la casa. Marija y VIadimir, los propietarios, llevan m¨¢s de dos meses pasando buena parte del d¨ªa en un reducido habit¨¢culo de cuatro metros cuadrados.
Ante cada alarma a¨¦rea descienden por las escaleras hacia el improvisado refugio que, a la luz de un candil, alberga una cama, una mesa, tres sillas y un peque?o fog¨®n. "Es seguro contra las granadas, pero no contra las bombas de los aviones. No tenemos otra parte a donde ir", dice Vladimir Jukic, maquinista de tren en Vinkovci a punto de jubilarse.Marija y Vladimir tienen dos hijos varones. El mayor, Zeljko, de 27 a?os, tambi¨¦n trabajaba en la compa?¨ªa ferroviaria hasta que ingres¨® en la Guardia Nacional croata. "Me han herido dos veces, mi coche qued¨® destruido y una bomba ha arrasado mi casa. ?Qu¨¦ m¨¢s puedo esperar de esta guerra?". En medio de la desolaci¨®n de los escombros y del ruido de las explosiones que se oyen a lo lejos, la madre de Zeliko se esfuerza por atender cort¨¦smente a los visitantes: "Quiz¨¢ nos dejen tranquilos unos minutos para poder tomar el caf¨¦". "Hasta hace poco", explica, "quer¨ªa ser optimista. Pero ya no puedo m¨¢s". El vecino de la casa de al lado es serbio. Hace tiempo que no se hablan. "?C¨®mo se puede convivir con gente que est¨¢ matando a tus propios hijos?", exclama Marija.
En el extremo oriental de la regi¨®n de Eslavonia, Vinkovci es uno de los frentes que lleva m¨¢s tiempo en guerra de toda la rep¨²blica de Croacia. Tanto para la Guardia Nacional croata, que lleva el peso de la defensa militar, como para el Ej¨¦rcito yugoslavo y los guerrilleros autonomistas serbios, que persiguen a toda costa su ocupaci¨®n, el eje Vinkovci-Vukovar se ha convertido en un verdadero s¨ªmbolo de esta guerra. El Gobierno de Zagreb ha denominado a Vukovar como la Stalingrado de Croacia, por su capacidad de resistencia. Como resultado de los violentos combates, ambas ciudades ofrecen las im¨¢genes de destrucci¨®n m¨¢s dram¨¢ticas de toda Croacia.
El paisaje despu¨¦s de la batalla de Vinkovci se explica con algunas cifras que, por el momento son s¨®lo provisionales: m¨¢s del 10% de las 5.000 casas de a ciudad est¨¢n total o parcialmente destruidas, el sistema el¨¦ctrico apenas funciona, el agua s¨®lo llega a la planta baja de los edificios, la torre de telecomunicaciones result¨® da?ada por una bomba, lo que ha afectado las comunicaciones con el exterior. "Ir¨®nicamente, podemos hablar por tel¨¦fono con cualquier parte del mundo, pero no con las localidades que est¨¢n a nuestro alrededor", dice Iv¨¢n Treber, responsable del Comit¨¦ de Crisis de Vinkovci. "Esta situaci¨®n provoca m¨¢s p¨¢nico entre la poblaci¨®n, muy dada a los rumores y a la desinformaci¨®n".
No hay en Vinkovci ninguna calle que no muestre las huellas de las bombas, los morteros y las ametralladoras del enemigo. El Ayuntamiento, el cuartel de la Guardia Nacional, la biblioteca, una iglesia, la vicar¨ªa, los silos de grano y de harina y numerosas viviendas particulares han resultado seriamente da?ados por los ataques, a menudo selectivos y certeros, de la aviaci¨®n federal. Al anochecer, la ciudad adquiere un aspecto todav¨ªa m¨¢s fantasmag¨®rico por la oscuridad, el vac¨ªo y la desolaci¨®n reinantes.
Huida masiva
Vinkovci ten¨ªa antes de la guerra 35.000 habitantes; ahora tiene un tercio menos. "Es muy dif¨ªcil cuantificar cu¨¢nta gente sigue en la ciudad. Muchos de los hombres est¨¢n ahora en la Guardia Nacional como reservistas. Numerosos vecinos se marcharon y viven como refugiados en Hungr¨ªa y en Zagreb", cuenta Treber. El ¨²ltimo censo realizado en todo el t¨¦rmino municipal de Vinkovci (90.000 habitantes) a principios de 1991 arroj¨® la composici¨®n ¨¦tnica siguiente: 80% croatas, 15% serbios, 1,6% h¨²ngaros, 1,5% yugoslavos. En Vinkovci ciudad, la proporci¨®n de croatas y serbios era favorable a los primeros por un 85% a un 9%. En opini¨®n de Treber, tambi¨¦n es dif¨ªcil evaluar los da?os humanos y materiales, que se acumulan constantemente. Desde el 2 de mayo pasado han muerto en Vinkovci m¨¢s de, 140 personas, la mitad de ellas civiles desarmados. En el ¨²ltimo ataque,dos aviones Mig 29 del Ej¨¦rcito dispararon varios misiles contra el edificio del Ayuntamiento, alcanzando de lleno el despacho del alcalde, Tihomir Zovak. "El alcalde es un radioaficionado. Cre¨ªan que era el hombre clave de las comunicaciones", recuerda Treber. Eslavonia oriental es una zona b¨¢sicamente agraria. Unas 700 hect¨¢reas de trigo han quedado sin recolectar, y la cosecha de ma¨ªz, actualmente en curso, corre serio riesgo de perderse debido, sobre todo, a las bombas que han ca¨ªdo en los campos y no han explosionado. Alrededor de Vinkovci hay una l¨ªnea de carros blindados del Ej¨¦rcito de 25 kil¨®metros de longitud, procedentes en su mayor¨ªa de Belgrado y cuyo m¨¢ximo objetivo es cortar la comunicaci¨®n entre Vinkovci y Vukovar. Estas tropas cuentan con el apoyo de los buques de guerra que patrullan por el Danubio y de las guerrillas serbias en la localidad de Borovo Selo.
La humillaci¨®n de una retirada
A las diez de la ma?ana de un jueves, el primer carro blindado federal cruz¨® el umbral del cuartel del Ej¨¦rcito yugoslavo de Djuro Salaj, en Vinkovci. Era el comienzo de la retirada de los 200 soldados de esta guarnici¨®n tras el acuerdo alcanzado por el alto mando del Ej¨¦rcito y los responsables de la Guardia Nacional croata. Durante semanas, estas tropas se enfrentaron a las fuerzas croatas que manten¨ªan el cuartel ase diado. Desde Djuro Salaj se dispararon muchos de los proyectiles que han contribuido a la des trucci¨®n de Vinkovci, aunque el interior del cuartel exhibe tambi¨¦n las huellas de los dispa ros de la Guardia Nacional croata.Entre un largo pasillo formado por los soldados croatas la columna blindada se dirige hacia territorio serbio, a escasos kil¨®metros de Vinkovci. "Nos veremos otra vez" , grita airado uno de ellos. "?Iros a la mierda!", "?Gitarios!", "?Mira c¨®mo huyen como ratas!", "?Qu¨¦date aqu¨ª si tienes huevos!". Insultos y m¨¢s insultos de los euf¨®ricos guardias croatas son recibidos estoicamente por los soldados que se marchan a bordo de tanques, blindados antia¨¦reos, veh¨ªculos de transporte de tropas, y autom¨®viles particulares. "Son serbios del pueblo, chetniks, que se unieron a los soldados. Que se atrevan a volver por aqu¨ª", exclama un guardia.
Por su potencial militar, estas tropas podr¨ªan haber.aplastado la resistencia croata de Vinkovci y causado una matanza en la ciudad. Ahora, con la humillaci¨®n de la retirada, deber¨¢n cruzar varias localidades croatas donde se ha combatido duramente. En Djuro Salaj queda tan s¨®lo un tanque desvencijado. Magro bot¨ªn para los guardias croatas que se lanzan al asalto de la guarnici¨®n abandonada, mientras la placa con el nombre del cuartel Djuro Salaj y la estrella de cinco puntas es destrozada a martillazos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.