"Tenemos una parte maldita"
JAVIER VALENZUELA Sigue teniendo un corte de pelo a lo Juana de Arco y vistiendo con el desenfado juvenil que caracteriza a un intelectual de la rive gauche. Pero a sus 54 a?os, ya no es una "joven promesa" del pensamiento franc¨¦s, sino un autor reconocido. De los tiempos en que era uno de los m¨¢s brillantes miembros del grupo llamado los nuevos fil¨®sofos le quedan la voluntad de remar a contracorriente.
Pregunta. En su El und¨¦cimo mandamiento usted mete en el mismo saco el fascismo, el comunismo, el integrismo isl¨¢mico, el neopopulismo... ?No le parece un poco simplista?
Respuesta. Hace 20 a?os, cuando escrib¨ª La cocinera y el comedor de hombres, se me reproch¨® con dureza la identificaci¨®n del comunismo con el fascismo. Hoy, nadie me hace ya este reproche, por la simple raz¨®n de que en el ex imperio socialista todo el mundo identifica ambas cosas. La Identidad entre el nazismo y el comunismo est¨¢ inscrita en la piel de las v¨ªctimas de ambos sistemas.
P. Pero usted a?ade al fascismo y el comunismo, dos aberraciones del pensamiento occidental, algo como el integrismo isl¨¢mico, que, en principio, es fruto de otro delirio.
R. Me parece que ha llegado la hora de ampliar el punto de vista. Es verdaderamente significativo que el odio al jud¨ªo y el furor antinorteamericano sean constantes de todas las ideolog¨ªas totalitarias de derecha y de izquierda de nuestro tiempo, y ello desde el paganismo germano de Adolfo Hitler al islamismo iran¨ª de Jomeini.
P. Si la misi¨®n de los intelectuales democr¨¢ticos de finales de este siglo es la defensa de los valores de Estados Unidos, ¨¦stos parecen defenderse muy bien por s¨ª mismos.
R. No lo crea. Mi libro est¨¢ justamente construido contra la idea de un fin de la historia, contra la idea de Fukuyama de un triunfo del Estado racional y el orden mundial norteamericano. ?sa es la misma peligrosa ilusi¨®n que cultivaban Wilson al final de la I Guerra Mundial y Roosevelt en 1945. Me parece muy peligroso que Bush crea que una victoria local en la guerra del Golfo puede imponer la paz y la raz¨®n en todo el mundo. M¨¢xime cuando en Estados Unidos se registran tambi¨¦n pulsiones integristas. Cinco lustros despu¨¦s de la abolici¨®n de las leyes sobre la segregaci¨®n racial, las diferentes comunidades norteamericanas construyen sus propios muros.
P. En El und¨¦cimo mandamiento usted compara los casos de Solzhenitsin y Sartre. ?Qu¨¦ lecci¨®n extrae de la actitud de ambos escritores ante el mundo?
R. Partiendo de la idea de que Solzhenitsin y Sartre son igualmente honestos, lo importante para m¨ª es 1 que Sartre se equivocara casi siempre y Solzhenitsin, en cambio, haya visto hundirse en vida el imperio al que se opon¨ªa. Esa diferencia procede del hecho de que Sartre buscaba el camino del bien, y por el contrario, Solzhenitsin, aunque tenga su idea del bien, su idea de Dios, no habla de eso. De lo que habla es del mal.
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