Valent¨ªa en Birmania
A VECES, los motivos por los cuales se ha concedido el Premio Nobel de la Paz han sido un misterio que se resolv¨ªa mejor buscando oscuras y no muy justificadas razones pol¨ªticas que merecimientos en los agraciados. En esta ocasi¨®n, sin embargo, el galard¨®n otorgado a Aung San Suu Kyi, la muy discreta y valiente l¨ªder de la oposici¨®n birmana, a¨²na oportunamente el premio a la resistencia llena de coraje -una especie de gandhismo encadenado- con la llamada de atenci¨®n pol¨ªtica a la intolerable situaci¨®n de un pa¨ªs arrasado por una dictadura insufrible.Aung San Suu Kyi, hija de un legendario h¨¦roe birmano de la independencia, profesora de universidad en Oxford, casada con un ingl¨¦s y completamente alejada de la pol¨ªtica y de sus tentaciones, lleg¨® casualmente a la vida de la resistencia pol¨ªtica. En 1988, cuando, tras a?os de ausencia, visitaba a su madre enferma en Rang¨²n, unos estudiantes le pidieron que hablara sobre la situaci¨®n en Birmania. Y Suu Kyi, enamorada de la libertad y de la justicia hasta el punto de despreciar sus riesgos, habl¨®.
Un a?o m¨¢s tarde, una manifestaci¨®n en la que nuevamente se dirig¨ªa a su ya legi¨®n de partidarios fue literalmente segada por las ametralladoras; hubo 3.000 muertos. Un mes despu¨¦s, Suu Kyi encabezaba el m¨¢s formidable movimiento opositor que se hab¨ªa visto jam¨¢s en el pa¨ªs, la Liga Nacional para la Democracia; a los pocos d¨ªas era encarcelada por ser "una amenaza a la seguridad nacional". Y es as¨ª como una sonrisa distante en un cuerpo menudo y una mirada directa a los ojos y sin m¨¢s comentarios han conseguido desestabilizar a la m¨¢s arrogante de las dictaduras.
Para quitarse el estorbo del estrepitoso silencio de Suu Kyi, los militares le ofrecieron cuanto quisiera a cambio de su exilio. Siempre se neg¨®: hoy vive encarcelada en una casa del centro de la capital; calla, pero no resignadamente, sino desafiando a los dictadores, a los que ya ha derrotado una vez en las urnas. Fue en mayo de 1990, en las elecciones generales que los militares confiaban ganar y que anularon inmediatamente, su Liga obtuvo el 82% de los votos.
Acaso este Nobel de la valent¨ªa consiga que el mundo se fije nuevamente en la est¨²pida, venal y cruel dictadura que ha destrozado a Birmania, y as¨ª averg¨¹ence a quienes, en la sociedad occidental y civilizada, condonan en silencio sus desmanes.
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