La belleza de los filmes en concurso acerca el certamen a lo insuperable
La proyecci¨®n ayer de la obra maestra rusa El nido de Ad¨¢n, dirigida por Wiatcheslaw Khrichtofovich, y del excelente, intenso, cruel y tierno filme australiano La prueba, primer largometraje de la cineasta Jocelyn Moorhouse -a las que hay que a?adir hoy ni m¨¢s ni menos que la fastuosa Thelma y Louise, de Ridley Scott, que pese a su celebridad mundial se somete con humildad a la prueba de una competici¨®n -sit¨²an a este peque?o festival entre los mejores del mundo.
Fue la de ayer otra prueba irrefutable del rigor selectivo y la inteligencia con que se ha organizado esta inolvidable fiesta del cine. Cada d¨ªa surge en la pantalla del teatro Calder¨®n vallisoletano un inesperado ba?o de imaginaci¨®n cinematogr¨¢fica. Ninguna pel¨ªcula tiene apenas que ver con la que le sigue: provienen de las cuatro esquinas del planeta y nos traen cada una de ellas un eco de cuanto de vivo de atroz, de significativo, de palpitante y de nuestro, es decir, de todos, ocurre ahora mismo en ese rinc¨®n de donde proviene. Y de esta impagable conexi¨®n entre belleza y verdad extrae esta Seminci su sello: consigue con s¨®lo 100 millones 500 veces m¨¢s que otros festivales con 500. "Que los ojos de quienes elaboran este festival lo eleven a lo insuperable es indicio de que hay -adem¨¢s del infrecuente arte de saber ver cine en esos ojos- cine de verdad que ver con ellos. Y ¨¦sta es la parte m¨¢s optimista y gratificante del acontecimiento: existe repartido en todo el mundo, oculto detr¨¢s de la producci¨®n masiva y a granel de basura audiovisual, cine puro, genuino: cl¨¢sico y rompedor, nost¨¢lgico y evolucionado, sereno y convulso, negro y luminoso, amargo y dulce: cine para tirios y cine para troyanos.
Profetas miopes
Si las maravillas que vimos el pasado mes de mayo en Cannes fueron una patada en el trasero de los augures de la muerte de este arte, Valladolid 91, tan s¨®lo cinco meses despu¨¦s, riza el rizo es una carcajada ante las narices de esos profetas miopes, a quienes el bosque no les deja ver la hermosura de los ¨¢rboles. Hay una en¨¦rgica y apasionante revitalizaci¨®n del arte cinematogr¨¢fico, y el talento de quienes hacen esta Seminci consiste en que han descubierto los brotes de esa energ¨ªa y se los han tra¨ªdo aqu¨ª. Ayer le toc¨® el turno a una pel¨ªcula rusa de s¨®lo hora y cuarto de duraci¨®n, pero que tiene dentro decenios de historia sovi¨¦tica apretados como la dinamita se aprieta en un peque?o cilindro en el umbral de una explosi¨®n. Es la historia, generada por su simple encuentro, de cuatro hombres y cuatro mujeres: un conjunto de ocho prodigiosos personajes aglutinados alrededor de la presencia de la formidable Inna Churikova -actriz eminente en un pa¨ªs como Rusia, donde el genio interpretativo abunda mucho- que escalonan y hacen visibles, sin aludirlos, con sus simples miradas o r¨¦plicas, todas las oscuras aristas y abismos del horror estaliniano, incluido su ¨²ltimo y grotesco estertor: ese golpe de Estado fantasmal del pasado mes de agosto, que es profetizado -el filme se hizo varios meses antes- en la ¨²ltima y perturbadora imagen de esta penetrante, densa y magistral comedia tr¨¢gica rusa, digna de un Ant¨®n Ch¨¦jov con c¨¢mara en vez de pluma.
Y de las ant¨ªpodas del pudridero de Mosc¨² a un apacible barrio donde el tiempo estancado de otro continente, Australia, ahoga a sus habitantes, nos lleg¨® tambi¨¦n ayer La prueba, una inimaginable met¨¢fora sobre la soledad: la historia imposible de un fot¨®grafo ciego, hecha posible por el ingenio y la inteligencia de cuatro cineastas: dos actores, una actriz y una directora y guionista, autores de la sorprendente paradoja. Sin alcanzar -ser¨ªa demasiado pedirles- la altura de la singular pel¨ªcula rusa, ni la no menos singular conversi¨®n en un fastuoso espect¨¢culo de acci¨®n a la interioridad secreta de dos mujeres que Ridley Scott alcanza en Thelma y Louise, la intensa pel¨ªcula australiana no hace el rid¨ªculo a su lado e incluso se les acerca.
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