Empieza el espect¨¢culo
En los escenarios del Palacio Real se alza el tel¨®n sobre los protagonistas de la conferencia
La ¨²ltima m¨¢quina limpiadora se alejaba hacia la Puerta de Toledo, dejando el acceso al Palacio Real como una patena, cuando ya aparec¨ªa, por el otro extremo de la calle de Bail¨¦n, la primera comitiva, integrada por la delegaci¨®n jordano-palestina. Ca¨ªa la niebla sobre Madrid y se alzaba el tel¨®n de la Conferencia de Paz, el mayor espect¨¢culo del momento, con representaci¨®n simult¨¢nea en escenarios diversos. Alg¨²ien orden¨® acci¨®n, y todo ech¨® a rodar. "Funciona tan bien que parece organizado por los americanos", ironiz¨® un colega, y era verdad que semejab¨¢ el arranque de una pel¨ªcula de Hitchcock sobre una cumbre mundial.Luego, con intervalos de minutos, fueron llegando observadores del Magreb, sirios, Comunidad Europea, egipcios, israel¨ªes, Consejo de Cooperaci¨®n del Golfo,y libaneses, entreverados de coches de bomberos y ambulancias, que eran obligados a retroceder para meterse en palacio por la puerta de atr¨¢s. Para el p¨²blico de la calle -poco menos de medio centenar en ese momento, frente a la plaza de la Armer¨ªa, y varios cientos m¨¢s en los jardines de Sabatini-, la secuencia m¨¢s interesante se produjo a las 10.13, cuando, en una caravana de casi 30 veh¨ªculos, arrib¨® el presidente Bush, que recibi¨® desde el interior de su coche blindado los aplausos de media docena de compatriotas que esperaban verlo pasar vestidos de hacer footing. La ambulancia-hospital norteamericana, un enorme cami¨®n blanco, traspas¨® sin problemas los controles.
No ocurri¨® lo mismo con el veh¨ªculo sanitario, del Insalud, que acompa?aba a la comitiva sovi¨¦tica, pero, en compensaci¨®n, a Gorbachov le aplaudieron m¨¢s. Mejor dicho, le aplaudieron todos, y el hombre, que debe de andar bajo de moral y necesita reanimarse, peg¨® el rostro y la mano de saludar al cristal y no dej¨® de sonre¨ªr hasta que lo engull¨® la niebla de la plaza.
En el centro de prensa de la Casa de Campo tambi¨¦n se aceler¨® la moviola, y empezaron a aparecer kipas sujetas con clipes a las cabezas de los participantes jud¨ªos, y alguien propuso llamar charitos a los ¨¢rabes que pasan el rosario durante los briefings que se celebran en el auditorio. Los j¨®venes agentes de seguridad encargados de la custodia de portavoces israel¨ªes y palestinos ejecutan verdaderos ejercicios de precisi¨®n -y con la finura de un cuerpo de baile- para que unos entren a la sala por una puerta y los otros salgan por otra sin ni siquiera verse, aunque se encuentren a pocos metros.
Son, los servicios de seguridad de diversas nacionalidades y pelajes, la gran masa coral de este show. A los uniformados se les ve, y a los otros se les adivina. Los del hotel Palace -copado por norteamericanos y sovi¨¦ticos- son tan buenos que nadie ser¨ªa capaz de distinguirlos. La v¨ªspera de la inauguraci¨®n de la conferencia, la revista Telva dio una fiesta para entregar sus premios T de dise?o -T de triunfadores, nada que ver con la forma de la mesa de reuniones-, y los periodistas presentes llegamos a la conclusi¨®n de que la CIA s¨®lo pod¨ªa haberse camuflado en Gianni Versace o Joaqu¨ªn Berao. "Yo no los he visto nunca", confirm¨® el barman del Palace, aunque la se?ora de la guardarrop¨ªa, m¨¢s suspicaz, aconsej¨®: "No se f¨ªe. Est¨¢n en todas partes".
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