Una banda con bemoles
Los m¨²sicos de la Sinf¨®nica Municipal se rebelan ante sus condiciones de trabajo
La fiesta de la Banderita no tuvo m¨²sica de fondo. Los profesores de la Banda Sinf¨®nica Municipal, que todos los a?os ofrecen un concierto con motivo de esta celebraci¨®n de la Cruz Roja, vistieron ayer su uniforme y ocuparon sus sillas. Pero las partituras permanecieron cerradas sobre los atriles. Lo hab¨ªan advertido: despu¨¦s de 15 meses de rodar de local en local, interrump¨ªan sus ensayos. Los profesores est¨¢n cansados de no tener sede y de ser tratados, dicen, como una charanga de feria.
Los viandantes que ayer atravesaban la calle Mayor se paraban para observar una cuadro pintoresco en la Plaza de la Villa: api?ados en una exigua tarima, bajo la estatua de don ?lvaro de Baz¨¢n, los profesores de la Banda Sinf¨®nica Municipal ocupaban sus asientos: frente a ellos, se desplega un contingente de polic¨ªa m¨¢s propio para hacer frente a una manifestaci¨®n de skins heads (cabezas rapadas); y en un entrante engalanado con cortinajes de color burdeos, como en un bel¨¦n, la esposa del alcalde, Mar¨ªa Eulalia Mir¨®, y otras siete damas ante una mesa de donativos.Era una at¨ªpica celebraci¨®n de la fiesta de la Banderita. Por primera vez en 84 a?os, la Banda Sinf¨®nica Municipal utiliz¨® el silencio como arma de protesta.
Cuentan las cr¨®nicas que el conde de Pe?alver, siendo alcalde de Madrid all¨¢ por el cambio de siglo, qued¨® tan impresionado al escuchar a la banda de Valencia que pens¨®: "No todo alcantarillas para el pueblo de Madrid. Tambi¨¦n merece cultura".
Y manos a la obra: en 1907 el maestro Ricardo-Villa fundaba la Banda Sinf¨®nica de Madrid. "Hasta los a?os 50, fue el ¨²nico medio musical que ten¨ªan los madrile?os. Despu¨¦s llegaron las orquestas y la banda se encarg¨® de un repertorio m¨¢s centrado en la m¨²sica popular espa?ola", explica Vicente Gasca, trompestista de 43 a?os, miembro del grupo Los Pekenikes. "Tenemos capacidad instrumental para todo. Somos una banda todoterreno".
Realeza y basureros
Cerca de 90 m¨²sicos, entre los 22 y los 62 a?os,componen la banda municipal, que ha pasado por todo: desde el concierto ofrecido hace dos a?os en el teatro Monumental con la presidencia de la reina Sof¨ªa, hasta el celebrado hace tres a?os en las fiestas de Vallecas con un basurero como tel¨®n de fondo.En primavera y verano, los profesores tocan cada domingo en el quiosco del Retiro. En oto?o y en invierno, se trasladan al centro cultural de la plaza de Col¨®n. "Hemos propuesto al Ayuntamiento tareas pedag¨®gicas en colegios y asociaciones vecinales, o conciertos para ni?os. Pero no nos han hecho ni caso", comenta Gasca. Miguel L¨®pez Torres lleva 35 a?os como clarinetista de la banda, donde tambi¨¦n toc¨® su abuelo. "Ahora la gente viene menos. Es l¨®gico. La banda era antes un elemento casi ¨²nico de cultura. Hoy hay m¨¢s facilidades, empezando por el tocadiscos". Miguel no se queja. "Al Retiro viene mucha gente joven. Est¨¢n un rato y se van porque est¨¢n hartos de nosotros o porque han quedado con la novia. Es mucho m¨¢s natural. A m¨ª me gusta m¨¢s".
La banda llevaba 14 a?os ensayando en un piso de la calle del Plomo, donde se apila todav¨ªa su valioso archivo. Sin embargo, las revisiones m¨¦dicas empezaron a detectar una preocupante p¨¦rdida auditiva entre los musicos. "Las inspecciones del local desvelaron las penosas condiciones en las que ensay¨¢bamos", comenta Rom¨¢n G¨®mez, contrabajo de 50 a?os.
As¨ª comenz¨® su peregrinaje: primero el centro Antonio Machado de San Blas, de donde la direcci¨®n los desaloj¨® en octubre. Despu¨¦s, el conservatorio de Orcasitas, cuyas condiciones, dicen los m¨²sicos, eran a¨²n peores que las de la calle del Plomo. Ahora se ubicar¨¢n en un auditor¨ªo de la Casa de Campo.
El problema de la sede estable sigue en pie. Los posibles locales han desfilado ante sus ojos: el cine Pav¨®n, la Casa de Vacas, el Teatro Lavapi¨¦s, el Molino Rojo... "Todo se reduce a la propuesta de arreglar el local de la calle del Plomo. El Ayuntamiento pretende sacar el dinero de los 6 millones que tenemos este a?o para compra y arreglo de los instrumentos", dice Gasca.
"No somos un art¨ªculo de primera necesidad, por eso no hay prisa para resolver nuestros problemas", comenta Miguel con tristeza. Tras dos horas de sinfon¨ªa silenciosa, los m¨²sicos abandonaron la plaza, no sin antes depositar un sobre con su donativo en la mesa de "Ia alcaldesa".
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