Sobre todo, un gran amor
Unos personajes retorcidos: ellos mismos se califican as¨ª un par de veces en la obra. Una ¨¦poca (1918) y unos hombres, como Joyce, sometidos a grandes finuras de conciencia, incluso a beater¨ªas: unos sentimientos de culpabilidad por su desprendimiento de la crudeza de las realidades externas -un exilio en Z¨²rich durante la I Guerra Mundial, durante la de su patria irlandesa por la independencia; las reflexiones no le impidieron volver a escapar a Z¨²rich en la segunda guerra-, un catolicismo un poco tenebroso, unas prohibiciones -en forma de pecados- sobre el amor; una conciencia hilada fina sobre la libertad de los otros.
Forma de cuarteto
Exiliados
De James Joyce (1918), traducci¨®n de Javier Fern¨¢ndez de Castro, dramaturgia de Carlo Frabetti. Int¨¦rpretes: Joaqu¨ªn Hinojosa, Myriam de Maeztu, Jos¨¦ Sancho, Enriqueta Carballeira. Escenograf¨ªa: Joaqu¨ªn Roy. Vestuario: Pedro Moreno.Direcci¨®n: Carlos Creus. Teatro Mar¨ªa Guerrero, 5 de noviembre.
Esta obra, se refiere a todo ello en la forma de un cuarteto: m¨¢s ideado que conseguido, porque no todos los personajes tienen la misma voz: no ya en esta representaci¨®n espa?ola, desequilibrada, sino en la escritura misma. El protagonista, reflejo del propio Joyce, tiene m¨¢s fuerza que todos los dem¨¢s personajes; y su pareja la obtiene de ¨¦l. De forma que, al final, es una historia de amor de hombre y mujer, que se sirven de los otros dos para contrastarse, para ver c¨®mo cada uno usa de su libertad.M¨¢s all¨¢ puede encontrarse el trasunto de una met¨¢fora de exilio y regreso, de una cuesti¨®n de conciencia pol¨ªtica acerca de c¨®mo deben ser acogidos los que vuelven despu¨¦s de haberse abstenido. Naturalmente, no tiene relaci¨®n ninguna con "nuestra historia m¨¢s reciente", como pretende el dramaturgista Frabetti, por la situaci¨®n del escritor que vuelve a su patria despu¨¦s del exilio: el exilio espa?ol fue otra cosa.
Pr¨¢cticamente no tiene raz¨®n en nada de lo que dice: ni existe "la ligereza esc¨¦nica de una comedia de enredo", ni se ve por ninguna parte la herencia de Ibsen ni de Pirandello, ni la dramaturgia ha quitado tres personajes a la obra porque "nada tienen que ver con el conflicto cuadrangular", sino, probablemente, por ahorrar n¨®mina y hacer m¨¢s manejable la compa?¨ªa, ni Joyce es "un ilustre desconocido incluso entre el p¨²blico culto, al menos en nuestro pa¨ªs". Desprovisto claro que para mi juicio personal tan absolutamente de razones, resultaba imposible que pudiese influir en el director Carlos Creus para que entendiese suficientemente la obra ni para que la dirigiese bien. Se le va de las manos. En s¨ª, no es desconocida en Espa?a, ni es importante en la obra de Joyce -como su poes¨ªa-, ni en la historia del teatro.
A?adir algo
Lo es m¨¢s precisamente para el estudio o el conocimiento de Joyce, para a?adir algo a lo que ya se sabe. Lo cual no le quita inter¨¦s teatral objetivo. Representa una ¨¦poca, y una s¨ªtuaci¨®n de conciencia, que hoy puedeisonar a demasiado retorcida, como sus propios personajes dicen. Y tiene adem¨¢s, in¨²til es decirlo, una fuerza de di¨¢logo intelectual -por eso sus personajes pertenecen a esa clase-, donde est¨¢ la contradicci¨®n, el ahogo de la sociedad, la necesidad de huida, la busca de ra¨ªces y, sobre todo, una gran manera de amar que trascienden a pesar de las torpezas de la traducci¨®n de Javier Fern¨¢ndez de Castro (no la conozco editada; pueden ser correcciones de la dramaturgia o de los actores) y del dolor que causa una parte de la interpretaci¨®n. Me refiero de Myriam de Maeztu, que tiene un historial mejor, pero cuyo envaramiento y cuya imposibilidad para hablar la hacen impresentable en esta ocasi¨®n; y a Jos¨¦ Sancho, r¨ªgido, mal vestido, incapaz de representar la parte humorista del car¨¢cter irland¨¦s y la prestancia del seductor al que repetidamente se refiere el texto.Estas carencias destacan m¨¢s las calidades de Joaqu¨ªn Hinojosa y de Enriqueta Carballeira. Hinojosa est¨¢ penetrado del personaje que representa, lo ha estudiado, y tiene la ductilidad y la capacidad teatral para hac¨¦rselo ver a los espectadores; Carballeira probablemente est¨¢ en contradicci¨®n personal con un personaje de mujer servil y amoldada a un hombre que es su Pigmali¨®n, y eso no le impide darle toda la dulzura necesaria en escena y toda la desesperaci¨®n y pasi¨®n juvenil de quien no comprende bien lo que le est¨¢ pasando.
Olvidando la complejidad de todo lo que hay aqu¨ª dentro, que no se proyecta de la debida forma y que se pierde en una escenograf¨ªa inadecuada de Joaqu¨ªn Roy, que tiende a confundir los lugares de acci¨®n, este largo di¨¢logo de dif¨ªcil y alt¨ªsimo amor entre los dos principales personajes tiene todav¨ªa fuerza y humanidad. Al menos, como muestra de un pasado vigoroso con seres pensantes y vivos. Gust¨®, fue muy aplaudida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.