Los bancos centrales, divididos sobre el papel del Instituto Monetario Europeo
El proceso de constituci¨®n de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria est¨¢ encontrando m¨¢s dificultades de las previstas. El ¨²ltimo tropiezo se registr¨® en la reuni¨®n de gobernadores de los bancos centrales de los Doce celebrada en Basilea el pasado 28 de octubre. Las posiciones de los gobernadores se alinearon en dos grupos que se enfrentaron abiertamente a la hora de decidir el papel del futuro Instituto Monetario Europeo, (IME). Estas diferencias intentaron superarse el pasado lunes, sin ¨¦xito, en la conferencia intergubernamental, en la que Espa?a est¨¢ representada por Manuel Conthe, director del Tesoro, y Julio Dur¨¢n del Banco de Espa?a.
El IME, embri¨®n del futuro Banco Central Europeo, desarrollar¨¢ sus actividades durante la segunda fase de la Uni¨®n Monetaria (desde enero de 1994 hasta diciembre de 1997). El debate se estableci¨® sobre la base d¨¦ la propuesta presentada por Holanda. Un primer grupo, liderado por Alemania, pretende reducir al m¨ªnimo las competencias del IME. Frente a esta posici¨®n, los pa¨ªses latinos -Italia, Espa?a y Francia-, promueven un IME con mayores poderes, seg¨²n fuentes pr¨®ximas a las negociaciones. No obstante, el frente de la discusi¨®n es mucho m¨¢s complejo y, en algunos aspectos, Francia y Alemania defienden la misma posici¨®n frente al resto de pa¨ªses.En el fondo del litigio laten los temores y reticencias m¨²tuas de Francia y Alemania, alentadas por el mayor protagonismo que ha ido adquiriendo este ¨²ltimo pa¨ªs, tanto por del proceso de unificaci¨®n, como por los cambios surgidos en los pa¨ªses del Este que han convertido a la primera potencia econ¨®mica europea en el centro de gravedad de otros pa¨ªses como Checoslovaquia, Polonia y Hungr¨ªa.
As¨ª, por una parte, Alemania se resiste a perder soberan¨ªa sobre la pol¨ªtica monetaria hasta que no exista el compromiso firme de los pa¨ªses que integrar¨¢n la Uni¨®n Monetaria en una primera fase de aplicar la misma disciplina y rigor que actualmente administra el Bundesbank. Por el contrario, Francia intenta un pronto compromiso alem¨¢n, ya que a medida que aumenta la influencia de este pa¨ªs en la Europa central, cobran m¨¢s fuerza el marco y el Bundesbank y, en consecuencia, ser¨¢ mayor el peso de este organismo en el dise?o del futuro Banco Central Europeo.
Las discrepancias
Los puntos de discrepancia de los gobernadores se refieren a la elecci¨®n de la direcci¨®n del IME, a su sistema de financiaci¨®n y, sobre todo, a las futuras relaciones entre los pa¨ªses que se integren en la Uni¨®n Monetaria y el resto.
En relaci¨®n con la presidencia, Alemania -con apoyo de Holanda, Dinamarca y Reino Unido- sostiene que ya que en la segunda fase, la pol¨ªtica monetaria sigue siendo responsabilidad de los respectivos gobiernos, no hay ninguna raz¨®n para que el IME tenga m¨¢s competencias que el actual comit¨¦ de gobernadores de los Doce, y, por tanto, propone que la m¨¢xima autoridad del instituto sea elegida por los propios gobernadores. Por su parte, Francia, Italia y Espa?a opinan que el IME tiene unas funciones mucho m¨¢s importantes, -promover el papel del ecu, ordenar los mercados monetarios- por lo que estiman que el presidente del IME es un puesto pol¨ªtico que debe ser elegido por el Ecof¨ªn (consejo de ministros d¨¦ finanzas de la CE).
Sobre la elecci¨®n del presidente han influido tambi¨¦n las reticencias alemenas a aceptar a Jacques de Larosi¨¦re, gobernador del Banco de Francia, a quien en principio corresponder¨ªa el puesto, por estimar que ya ser¨ªan demasiados franceses al frente de organismos internacionales. Jacques Delors, en la CE; Michel Camdessus en el FMI, y Jean Claude Paye, en la OCDE. El contencioso se ha resuelto manteniendo como presidente al decano de los gobernadores el dan¨¦s, Erik Hoffmeyer.
Para la financiaci¨®n del IME, los alemanes con el mismo criterio de minimizar el papel del instituto, proponen que la obtenci¨®n de recursos se realice mediante contribuciones peri¨®dicas. Por el contrario, los pa¨ªses latinos que aspiran a dotar a este organismo de una mayor autonom¨ªa creen necesario que el instituto cuente con un capital propio para sufragar su funcionamiento y activiadades.
El punto m¨¢s pol¨¦mico es el que regula las relaciones entre los pa¨ªses que pasen a incorporarse a la Uni¨®n Monetaria al inicio de la tercera fase, en 1988, (en principio, Alemania, Francia, Holanda, B¨¦lgica, Dinamarca, Luxemburgo y posiblemente Irlanda) y los que queden fuera. Aqu¨ª Alemania y Francia mantienen la misma posici¨®n, seg¨²n la cual, s¨®lo deben participar en la creaci¨®n y en los ¨®rganos del futuro Banco Central Europeo (BCE), los pa¨ªses que vayan a participar de entrada en la Uni¨®n Monetaria porque cumplan las condiciones de convergencia y as¨ª lo deseen.
Esta posici¨®n es rebatida por el resto de pa¨ªses que consideran que este procedimiento es contrario al estilo comunitario. En su opini¨®n, todos los pa¨ªses deben participar en la creaci¨®n del BCE, (aportando capital y estando presente en su ¨®rganos de direcci¨®n) aunque se acepta que transitoriamente hasta que no se incorporen a la Uni¨®n Monetaria tengan sus derechos pol¨ªticos limitados.
En la pr¨¢ctica comunitaria, la toma de compromisos se ha efectado siempre por unanimidad concediendo derogaciones temporales a los pa¨ªses que no puedan cumplir las condiciones.
La excepci¨®n brit¨¢nica
Esta situaci¨®n es mucho m¨¢s delicada por la posici¨®n del Reino Unido, que tiene el problema pol¨ªtico de querer firmar el Tratado, pero en las condiciones dise?adas por Holanda, seg¨²n las cuales le permite reconsiderar posteriormente el acuerdo y en su caso no aceptar la moneda ¨²nica. Esta situaci¨®n de privilegio del Reino Unido no es ya un derecho de derogaci¨®n temporal de los acuerdos sino un verdadero derecho de exclusi¨®n.
Algunos pa¨ªses como Francia y Alemania no parecen dispuestos a aceptar este privilegio y, en todo caso, reclaman un derecho similar para que sus respectivos parlamentos puedan revisar posteriormente los acuerdos que adopten el pr¨®ximo 10 en Maastricht. Ello supondr¨ªa que las actuales negociaciones quedasen en papel mojado. Estos pa¨ªses no est¨¢ dispuestos a admitir la posici¨®n brit¨¢nica seg¨²n la cual "es posible que al final no acepte nada".
Por otra parte, entre los negociadores se ha producido cierta perplejidad por la t¨¢ctica que sigue la presidencia holandesa de no recoger las distitas posiciones que se est¨¢n fijando en las negociaciones y mantener la propuesta inicial con lo cual carecen bastante de sentido las actuales negociaciones.
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