La reforma constitucional propuesta por Mitterrand atrapa a la derecha francesa
. Par¨ªs Fran?ois Mitterrand, de 75 a?os de edad, resucit¨® pol¨ªticamente una vez m¨¢s el pasado domingo al anunciar queen 1992 propondr¨¢ la re forma constitucional que casi todo el mundo deseaba. A la defensiva en todos los frentes, acusado de ser el gran responsable de] pesimismo que domina a los franceses, con su popularidad perdiendo puntos segundo a segundo, Mitterrand replic¨® con una contraofensiva resumida en esta proclamaci¨®n: "No me ir¨¦ [del El¨ªseo] sin haber modificado las instituciones". La oposici¨®n se qued¨® de piedra.
En el segundo semestre de 1992, Mitterrand someter¨¢ al pueblo franc¨¦s una profunda reforma de la Constituci¨®n de la V Rep¨²blica, nacida en 1958 por iniciativa del general De Gaulle. Esa reforma -algunos de cuyos aspectos tendr¨¢n que ser aprobados por referendum-supondr¨¢ la reducci¨®n del mandato presidencial de siete a cinco a?os, la ampliaci¨®n de los poderes del Parlamento -"demasiado ahogado" en la actualidad, seg¨²n Mitterrand- y la posibilidad de que los particulares puedan plantear asuntos ante el tribunal constitucional.En su entrevista del domingo por la noche a la cadena privada de televisi¨®n La Cinq, el presidente franc¨¦s anunci¨® tambi¨¦n la futura introducci¨®n de una mayor dosis de proporcionalidad en la representaci¨®n parlamentaria.
Mitterrand no revel¨® si ¨¦l abandonar¨¢ sus funciones antes del t¨¦rmino de su segundo septenato, en 1995. La oposici¨®n conservadora comenz¨® ayer mismo una campa?a para exigir al presidente socialista que sea consecuente consigo mismo y se retire en 1993.
Tras haber defendido la perennidad de los fundamentos de la V Rep¨²blica cuando Mitterrand los atacaba, y haber solicitado su revisi¨®n cuando Mitterrand los practicaba, la oposici¨®n del neogaullista Jacques Chirac y del centrista Val¨¦ry Giscard d'Estaing no tienen ahora otro remedio que aceptar las propuestas de su rival.
Horas antes de que Fran?ois Mitterrand comunicara sus intenciones reformistas, Giscard hab¨ªa vuelto a reclamar el quinquenato presidencial. Mitterrand le respondi¨®: "Lo que no entiendo es por qu¨¦ ¨¦l [Giscard] no hizo durante su paso por el El¨ªseo lo que ahora le parece tan urgente".
Felices por haber encontrado un buen argumento tras tantos meses de mero aguante del chaparr¨®n, los l¨ªderes socialistas se regodearon ayer con este argumento mitterrandiano. Entre muchos otros, Pierre Joxe, ministro de Defensa, record¨® que Georges Pompidou y Val¨¦ry Giscard d'Estaing "no tuvieron el coraje" de acortar el mandato-presidencial.
La oposici¨®n no pod¨ªa ocultar su inc¨®moda situaci¨®n. Chirac afirmaba: "La idea del quinquenato no es de Mitterrand, es de Pompidou". El giscardiano Fran?ois Bayrou se indignaba: "El Parlamento est¨¢ ahogado por culpa de Mitterrand y no de la Constituci¨®n". Fran?ois Leotard, presidente del Partido Republicano, denunciaba: "Mitterrand ha decidido cambiar la Constituci¨®n para evitar que una nueva mayor¨ªa surja de las elecciones de l993". Si esas afirmaciones y otras semejantes ten¨ªan su parte de verdad, ninguna de ellas constitu¨ªa una r¨¦plica de envergadura.
S¨®lo dos fuerzas pol¨ªticas, el Frente Nacional y el Partido Comunista Franc¨¦s (PCF) expresa-
ron ayer su oposici¨®n a la reducci¨®n del mandado presidencial. Tanto Jean-Marie Le Pen como Georges Marchais se declararon favorables a una mandato de siete a?os no renovable.La larga duraci¨®n del mandato presidencial y los grandes poderes de los que dispone su titular contrastan con la debilidad del Parlamento. De Gaulle quiso estabilizar as¨ª la vida pol¨ªtica francesa tras un periodo de cr¨®nicas crisis gubernamentales debidas a la imposibilidad de constituir mayor¨ªas parlamentarias duraderas. Como el mismo Mitterrand record¨® el domingo, fue unac¨¦rrimo opositor de De Gaulle y se opuso en su d¨ªa a la actual Constituci¨®n, que calific¨® de "golpe de Estado permanente". Mitterrand defend¨ªa por entonces el parlamentarismo puro y duro.
Declive de popularidad
Tras haber utilizado con evidente placer esa Constituci¨®n gaullista que convierte. al presidente en una especie de monarca absoluto elegido por sufragio universal, Fran?ois Mitterrand juega en el momento oportuno la carta de la reforma. La mayor¨ªa de los franceses la desean. En buena l¨®gica, ganar¨¢ su refer¨¦ndum en 1992. Quiz¨¢ as¨ª pueda atajar el declive de su popularidad personal y dar nueva vida al Partido Socialista en el momento m¨¢s delicado, entre las elecciones regionales del pr¨®ximo marzo y las legislativas de 1993. Hasta el domingo, la oposici¨®n conservadora era la favorita en ambos comicios, que deb¨ªan conocer tambi¨¦n una espectacular subida de los ecologistas y el Frente Nacional.
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