M¨¢s sobre las agresiones racistas

El pasado jueves 24 de octubre y en la Puerta del Sol de Madrid tuvo lugar una agresi¨®n f¨ªsica y moral cometida por un polic¨ªa nacional contra el se?or Beyuki Abdelhamid, presidente de la Asociaci¨®n de Trabajadores e Inmigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (ATIME).Esta agresi¨®n fue inmotivada, seg¨²n los testigos, y cuando intervino Nourddin Bourois, compa?ero de Beyuki Abdelhamid, para impedir el acto, result¨® v¨ªctima ¨¦l tambi¨¦n de la polic¨ªa y fue golpeado salvajemente en la cara y en la cabeza.

Los inmigrante marroqu¨ªes nos sentimos afectados por esta agresi¨®n contra nuestros militantes que luchan dentro de la ley y de forma democr¨¢tica y protestamos contra la violencia policial, a la vez que pedimos una investigaci¨®n judicial. Madrid.

En un vag¨®n del Metro de Madrid, un joven negro mostraba su carn¨¦ de identidad espa?ol a dos chicas blancas y m¨¢s j¨®venes. Ellas fumaban con ansiedad mientras profer¨ªan gritos contra ¨¦l: "?Un negro no nos manda apagar el cigarro!". "?Vete a tu pa¨ªs!". "?Qui¨¦n te manda venir aqu¨ª a decimos lo que tenemos que hacer?". "?Yo no soy racista, pero contigo, s¨ª!", dec¨ªa una de las j¨®venes.

El negro les hab¨ªa pedido que apagasen los cigarros y ellas contestaron con insultos. Los ocupantes del vag¨®n fueron testigos pasivos cuando yo les dije a las j¨®venes que las leyes no las hab¨ªa puesto ¨¦l y ellas deber¨ªan dejar de fumar. El cuerpo de mi hermano hubo de interponerse entre ellas y yo, puesto que intentaron agredirme f¨ªsicamente. Mi hermano recibi¨® patadas en las piernas mientras les ped¨ªa que se calmasen. Al llegar a Tirso de Molina, el joven negro llam¨® a un empleado del Metro pidi¨¦ndole apoyo. Ellas arrojaron los cigarros, y cuando el empleado del Metro escuchaba las explicaciones del chaval, dos hombres bajaron del otro extremo del vag¨®n, testificando ?que nadie hab¨ªa fumado en el vag¨®n! El resto de los ocupantes hac¨ªan las veces de convidados de piedra. El chico negro abandon¨® la estaci¨®n. Mi hermano y yo cambiamos de vag¨®n, y mientras gritamos que ellas eran las ¨²nicas culpables a todos los que no quer¨ªan o¨ªrnos. -Olga Gil Garc¨ªa. Madrid.