Sue?os
Anoche so?¨¦ que visitaba a una hermana a la que no hab¨ªa visto durante varios a?os. Recorr¨ªa su casa y advert¨ªa los cambios que el tiempo hab¨ªa tra¨ªdo: el nuevo suelo de la cocina, la sala pintada en un color distinto... Ser¨ªa un sue?o de lo m¨¢s vulgar, torpemente dom¨¦stico, si no fuera por un par de detalles: uno, carezco de hermanas; dos, aquella mujer a quien anoche visit¨¦ la conoc¨ªa de antes. La recordaba de otros sue?os, de otras madrugadas. Era mi hermana en el mundo dormido.Cada d¨ªa me parece advertir m¨¢s claramente que hay un nexo que une las fantas¨ªas nocturnas, un hilv¨¢n de memoria y de causalidad enhebrado entre los distintos sue?os que nos van ocupando. Como si por las noches fu¨¦ramos otros y vivi¨¦ramos, sin saberlo, una doble existencia. Y as¨ª, cuando el mundo se apaga quiz¨¢ tengas otra profesi¨®n, otra edad, otra cara; quiz¨¢ gastes un ojo de cristal o seas karateka. Puede que al otro lado de tus noches haya un gran amor, o una inmensa derrota. Y esa otra realidad tambi¨¦n tiene su tiempo, se va desarrollando a?o tras a?o. Por eso anoche reconoc¨ª a mi hermana; y por eso cuando vi a su viejo gato ronroneando sobre eI nuevo suelo de la cocina, record¨¦ que el animal me hab¨ªa ara?ado a?os atr¨¢s, y que a¨²n conservaba huellas de la herida. Mir¨¦ en sue?os mi mano y ah¨ª estaba la cicatriz, un peque?o garabato sobre un dedo. La existencia nocturna tambi¨¦n nos va marcando.
Quiz¨¢ sea cierto, en fin, ese v¨¦rtigo que todos intuimos en alg¨²n momento: que vivimos dos vidas paralelas, que al dormir nos adentramos en otro mundo y que nuestros d¨ªas, lo que llamamos la realidad, no son sino el sue?o de esa vida dormida. Yo, por si acaso, atisbo mis manos en todos.los espejos que me cruzo, buscando, hasta ahora sin ¨¦xito, una leve cicatriz en la mano izquierda.
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