Cara al sol en la plaza de Oriente
"?No vas a dar nada?", pregunt¨® la se?ora que estaba haciendo una colecta para sufragar la estancia de los nazis alemanes llegados a reforzar la manifestaci¨®n del 20-N. "Los espa?oles nos bastamos para liberar nuestro pa¨ªs", respondi¨® el gallardo joven. Y la dama le coment¨® a su acompa?ante, complacida: "Pero qu¨¦ levantiscos son estos chicos".Hab¨ªa de todo, aunque predominaba el estilo figurantes de la pel¨ªcula Son¨¢mbulos, de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n: falangistas de todas las tallas -hasta un enano, que posaba orgullosamente junto a un s¨ªmbolo patrio- y gente bien con abrigos de pieles y cazadoras de marca. Se not¨® que la moda austr¨ªaca acaba de pasar por unos grandes almacenes, ya que a los loden verdes habituales en caballeros de edad se un¨ªan chaquetas tirolesas reci¨¦n adquiridas y faldas tableadas a juego.
De no haber sido por lo que dec¨ªan, por las ense?as y los brazos en alto, la plaza de Oriente habr¨ªa pasado por la explanada de una romer¨ªa, con sus tenderetes de vivos colores, mayormente amarillo y rojo, aunque tambi¨¦n predominaba el azul.
En los puestos ambulantes, aparte de banderas y retratos de los h¨¦roes que hacen, guardia junto a los luceros, de los llaveros y pegatinas, loter¨ªa nacional y vino ¨ªdem con la etiqueta del general Franco, se vend¨ªan unas camisetas muy hermosas con Jos¨¦ Antonio brazo en alto y otras que mostraban al caudillo en la ¨¦poca en que estaba m¨¢s orondo.
Camisetas de causa noble
"Cuestan 1.500", dijo el vendedor y, ante el silencio de esta periodista, a?adi¨®,: "Un poco caras, ya lo s¨¦, pero es lo que le vale cualquier camiseta hoy en d¨ªa, y ¨¦stas son por una causa noble". Causa noble era tambi¨¦n la defendida por el libro, asimismo en venta, Almas ardiendo, por el afamado Leon Degrelle.
Lo paramilitar aut¨®ctono -adobado con ejemplar de gran dan¨¦s o mast¨ªn- abundaba bastante, pero los batallones fascistas llegados del exterior resultaron m¨¢s bien escasos. G., un insumiso que acompa?aba a un colega periodista, les pregunt¨® a cuatro GUD -Grupos Unidos de Defensa- franceses a qu¨¦ se dedicaban y, mosqueados, le preguntaron, por este orden: "?Eres polic¨ªa?" y "?Eres jud¨ªo?" En el servicio de se?oras del Caf¨¦ de Oriente, la aglomeraci¨®n de usuarias y banderas enrolladas hizo conveniente la utilizaci¨®n del W C de caballeros: "Entren, entren", invit¨®, al salir, un anciano con brazalete rojigualda, "esto es La Moncloa de caballeros". Las damas rieron.
Lo que se quer¨ªa era rugir ante palabras m¨¢s contundentes como traidores, unidad de Espa?a y Franco. El momento de mayor esplendor lo alcanzaron los manifestantes cuando, acabado el acto, enfilaron por Concepci¨®n Jer¨®nima hasta la Puerta del Sol. Donde la calle se estrecha parec¨ªan muchos, y all¨ª, entre cruces gamadas, gritaron con fuerza: "Rojos, cabrones, salid a los balcones".
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