Rigor penitenciario
LA INVESTIGACI?N que llevan a cabo actualmente varios juzgados espa?oles sobre supuestos malos tratos a reclusos revela un hecho preocupante: la posible vuelta a pr¨¢cticas degradantes en el mundo carcelario, m¨¦todos que costaron Dios y ayuda limitar -ahora comprobamos que no erradicar- en los a?os de la transici¨®n pol¨ªtica. Tan preocupante que llama la atenci¨®n que el m¨¢ximo responsable de Instituciones Penitenciarias, Antoni Asunci¨®n, haya pasado sobre ¨¦l de puntillas en su intervenci¨®n de ayer en el Senado tras dejar sentado, eso s¨ª, su peculiar concepto de la transparencia informativa al anunciar su negativa a que las prisiones pudieran ser visitadas por diputados del Partido Popular.Los primeros responsables penitenciarios de la tapa socialista son testigos de la dificultad del empe?o: ellos debieron enfrentarse con energ¨ªa a alguna de las secuelas de este pasado vergonzante que coleaba en el proceso del llamado caso Rueda (apaleamiento en 1978 de un recluso anarquista hasta causarle la muerte en la c¨¢rcel de Carabanchel) y en el juicio con tra nueve funcionarios de la c¨¢rcel de Herrera de la Mancha condenados por hacer uso de un rigor innecesario en el trato a varios reclusos en 1979. Ser¨ªa triste que tales esfuerzos no hayan servido para nada y que los actuales responsables penitenciarios propiciaran pr¨¢cticas que sus antecesores cre¨ªan haber erradicado definitivamente.
La investigaci¨®n judicial en curso est¨¢ relacionada con la aplicaci¨®n de las medidas de seguridad contenidas en dos circulares de la Administraci¨®n penitenciaria especialmente destinadas a presos incluidos en el Fichero de Internos de Especial Seguridad (FIES). Que tales medidas pueden exceder el marco legal del reglamento penitenciario lo demuestra la- crisis interna que han provocado en la c¨²pula penitenciaria -cese o renuncia a sus cargos de algunos de sus integrantes- por disconformidad con su aplicaci¨®n. Lo cierto es que, en Sevilla, una juez investiga la reclusi¨®n durante casi dos meses de 11 presos en celdas sin cristales en las ventanas y sin utensilios de aseo -pr¨¢cticas que el propio fiscal de vigilancia penitenciaria ha denunciado- y las quejas de los propios reclusos de haber permanecido esposados durante ocho d¨ªas a las camas o a los cangrejos -reja interior que protege la puerta de las celdas- y de hab¨¦rseles prohibido toda comunicaci¨®n con el exterior.
Este tipo de pr¨¢cticas han sido tambi¨¦n descubiertas en la prisi¨®n de Valladolid. El juez de vigilancia penitenciaria de la zona las ha considerado injustificables en cuanto que son un medio y un fin en s¨ª mismas, sin aportar medida alguna de seguridad razonable. Tambi¨¦n ha declarado elderecho de los reclusos, aun de los considerados peligrosos, a mantener las comunicacionesyeglamentarias, a permanecer informados y a que no se cubran con chapas las ventanas de sus celdas. La decisi¨®n judicial se fundamenta en una interpretaci¨®n plenamente correcta de la actual legislaci¨®n: sus fines rehabilitadores deben hacer compatibles las medidas de seguridad con el tratamiento individual del recluso, de modo que no se le obligue "a vegetar . en su,celda durante 22 horas al d¨ªa".
Es cierto que este tipo de pr¨¢cticas no cuenta en la actualidad con las facilidades que supon¨ªa su impunidad de hecho en el pasado. Existe una legislaci¨®n que las condena expresamente; la instituci¨®n penitenciaria en. cuanto tal y los colectivos de funcionarios de prisiones han dado en estos a?os pruebas suficientes de su rechazo a tales procedimientos, y, sobre todo, existe un control judicialque antes no hab¨ªa sobre las posibles extralimitaciones en este terreno. Pero ello no impide que a veces, puedan adoptarse, al calor de actuaciones violentas de reclusos, sin duda peligrosos, medidas concretas que supongan una privaci¨®n indebida de derechos que les corresponden como personas. El orden de las c¨¢rceles y la seguridad a la que tienen derecho los funcionarios deben ser compatibles con el destierro de por vida del mundo carcelario de los abusos contra los presos. Por lo dem¨¢s, ser¨ªa intolerable que una simple circular implicara de hecho la reforma de la actual legislaci¨®n penitenciaria e hiciera tabla rasa de su filosof¨ªa resocializadora.
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