Cara a la pared
Los pegadores nocturnos de carteles ganan 5.000 pesetas por cada jornada
"Para ti, Mar¨ªa Dolores Pradera, y para m¨ª, Los G¨¦nesis...". Heminio y ?ngel acaban de repartirse dos enormes fajos de carteles publicitarios. El primero lleva 15 a?os en el negocio. Juntos han compartido las noches fr¨ªas y c¨¢lidas de una d¨¦cada. Comenzaron en este oficio ligados a la m¨²sica, "anunciando los conciertos del colegio Maravillas, en las ¨¦pocas de Coz, Rosendo y el Rock Ola. "Nos llamaban los pegamoides.
Es media noche y el term¨®metro alcanza con sudores los siete grados. Junto a una de las pocas fuentes que quedan en Madrid, los chicos se disponen a hacer la masa, repasando la receta en alta voz. "Seis kilos de harina, 50 litros de agua, medio kilo de sosa c¨¢ustica para que el papel se ponga r¨ªgido..., y a remover durante casi media hora, hasta que salgan chochos", explica ?ngel, apostillando acto seguido, en tono de disculpa: "Nosotros hablamos as¨ª, luego ver¨¢s por qu¨¦". Y el secreto se desvela cuando, transcurrido el tiempo exacto, el cepillo entra y sale en la espesura del engrudo, que se deja ahuecar en la forma que pueden ustedes imaginar. Eso s¨ª, son cepillos especiales, "con las brochas inclinadas para que el Pegamento no salte a la cara. Los compramos en Francia. Mira, exclusivos".Guardaespaldas
En menos de 10 minutos hay casi 15 carteles pegados en las columnas que sujetan un paso elevado. Las caras de los artistas que hay que promocionar se adaptan al relieve de la pared, repitiendo sonrisas. Sin querer, los pegadores memorizan el objeto de la promoci¨®n, con la que suelen sentirse a veces identificados. "Casi todo es musical".
"En una ocasi¨®n", cuenta Herminio, "nos contrat¨® Ruiz-Mateos tras vernos una noche pegando por ah¨ª. Aceptamos, aunque no trabajamos casi nunca con partidos pol¨ªticos. Fue divertido, y lo m¨¢s importante: pag¨®, cosa que muchos artistas millonarios no hacen. Luego pens¨® que ser¨ªamos buenos guardaespaldas, por la pintilla as¨ª, un poco heavy, que llevamos, pero yo le dije; 'Don Jos¨¦ Mar¨ªa, si no mido m¨¢s de uno sesenta".
No se pega por pegar, ni la noche hace que todos los muros sean pardos. Valen las vallas de obra, las paredes de una nave abandonada, el escaparate de un local en liquidaci¨®n o la estructura de un derribo. No valen las casas particulares, ni las embajadas, ni la puerta de un local en activo, ni los lugares decorados con grafitos... ?Ser¨¢ Madrid una ciudad sin m¨¢s de cuatro paredes? "Los profesionales nos repartimos los lugares a nuestra manera. Si no te queda m¨¢s remedio que pegar donde lo han hecho otros, intentas que el reparto sea proporcional, tapando los m¨¢s repetidos, los que a punto est¨¢n de caducar o donde acabas de pegar y te los han cubierto en cuesti¨®n de media hora".
"No hacer a los dem¨¢s lo que no te gusta que te hagan". Lo dice Dar¨ªo, otro veterano. Comenz¨® en el a?o 1978, lo dej¨® tiempo despu¨¦s y volvi¨® a la carga.
Dar¨ªo es uno de los veteranos que, seg¨²n la competencia, ha sabido montarse en el negocio, consiguiendo exclusivas y una empresa con cobertura en toda Espa?a. En su cabeza traza un mapa de Madrid donde mandan las paredes. No hay valla que se les resista y siempre habr¨¢ uno que pegue el primer cartel para que el resto acuda como abejas al panal. Igual que a sus compa?eros -?ngel considera que es relajante ver una ciudad como Madrid tranquila y desierta a la luz de la Luna-, el trabajo no les parece especialmente duro. Oscilar¨¢n los sueldos, pero hay una media de 5.000 pesetas por no?he. "M¨¢s dura es la mina. Pegando carteles te conviertes en un observador constante de la noche. Trabajas de cara a la pared y los sucesos acaban por volverse normales. Presencias sin inmutarte una pelea conyugal, el cabreo de un automovilista en pleno atasco, tirones de bolsos, manifestaciones y hasta travestidos que se acercan a cantarles Tengo una mu?eca vestida de azul. "Pero lo curioso es que, en ocasiones, el espect¨¢culo eres t¨², y son los paseantes nocturnos quienes se quedan mirando. Te observan durante un cuarto de hora y al final se acercani y preguntan: "?Qu¨¦ anuncia usted?". Y piensas: "?Por qu¨¦ no lo lee?".
La ley del Oeste
"Esto es como el Oeste, pero al rev¨¦s: el ¨²ltimo en desenfundar es el que gana", explica ?ngel, refiri¨¦ndose a quien, por suerte o por pericia, consigue que nadie le pegue. A pesar de ser maestros, no olvidan las m¨¢ximas de los veteranos. Patriarcas en la tarea son los tradicionales pegadores de carteles para el circo, "un grupo de ¨¢rabes, casi siempre los mismos, muy expertos, porque el circo empez¨® a promocionarse antes que el rock and roll. En su ley de las paredes hay una regla de oro: cuando no tengas m¨¢s remedio que tapar otro cartel y no quieras fastidiar, cubre todo menos la fecha", ense?anza que bien puede utilizarse en sentido contrario cuando las intenciones no sean tan mansas. Para Dar¨ªo, es importante la solidaridad en el reparto. "No hagas lo que no te gusta que te hagan a ti. No tenemos leyes, pero s¨ª acuerdos t¨¢citos".Y en esto coinciden. "Pegamos sobre carteles caducados o a punto de caducar". Y en ¨²ltima instancia, tapan a quien les tap¨®. Distinguen entre pegadas y campa?as. Las primeras est¨¢n en manos de inexpertos sin escr¨²pulos a la hora de forrar Madrid. "Son gente que lo hace de modo eventual por sacar alg¨²n dinero.
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