Guerra en las c¨²pulas
Las elecciones en Polonia dieron como fruto una asombrosa fragmentaci¨®n del Parlamento. Ninguno de los partidos alcanz¨® el 15% de los votos. El bloque de Solidaridad, enfrentado y dividido, dif¨ªcilmente podr¨¢ formar un Gobierno.Era evidente que la pol¨ªtica de la Gran Reforma, desde la dictadura a la democracia, desde la econom¨ªa dirigida hasta la del mercado, ser¨ªa socialmente costosa. Y tambi¨¦n era evidente que s¨®lo se pod¨ªa obtener el consentimiento social para llevar tal pol¨ªtica en condiciones del Gran Compromiso de los principales sujetos pol¨ªticos. Pero, en vez del compromiso, hemos sido testigos de la guerra en las c¨²pulas, a la que siguieron, m¨¢s tarde la agresiva demagogia descomunizadora y, finalmente, el aprovechamiento de la autoridad de la Iglesia en la propaganda electoral.
En consecuencia, se ha producido la destrucci¨®n de todas las autoridades, la descomposici¨®n del escenario pol¨ªtico, la abstenci¨®n electoral, una Dieta atomizada. El bloque de las reformas sufri¨® una derrota; otra gran derrota despu¨¦s de la que supuso el ¨¦xito de Stan Tyminski en las elecciones presidenciales.
?Habr¨¢ sido culpable la ley electoral proporcional, forzada por los diputados del antiguo partido comunista y los de la Uni¨®n Nacional Cristiana? No creo. El drama no est¨¢ en el n¨²mero de partidos, sino en su calidad. Esta calidad cuyas muestras pudimos apreciar durante la campa?a electoral y despu¨¦s de las elecciones despierta hoy la mayor preocupaci¨®n.
El bando del primer ministro Bielecki perdi¨® a consecuencia de una campa?a que nos era conocida desde los tiempos de la guerra librada al Gobierno de Tadeusz: Mazowiecki. Este modelo es peligroso: as¨ª perder¨¢ cualquier Gobierno que emprenda la pol¨ªtica de dif¨ªciles reformas.
Falta de debate
A nadie deber¨ªa consolar el ¨¦xito relativo de la Uni¨®n Democr¨¢tica (de Tadeusz Mazowiecki), ni deber¨ªa horrorizar el sorprendente ¨¦xito de los ex comunistas o de la Confederaci¨®n de la Polonia Independiente. Lo que s¨ª debe horrorizar es el hecho de que la primera confrontaci¨®n de los principales partidos -ya posterior a las elecciones- parezca m¨¢s la continuaci¨®n de la campa?a electoral que un debate de pol¨ªticos responsables por el Estado.
En esta campa?a no hubo ni grupos de combate ni reyertas callejeras. En cambio, las palabras que s¨¦ pronunciaban, las mentiras, las calumnias y las amenazas llenas de odio hacen temer que la barbarizaci¨®n contin¨²e antes de que pueda esperarse la tranquilizaci¨®n y el aumento de la cultura pol¨ªtica. La mentira dej¨® de ser algo que deshonra; el odio gan¨® el derecho de ciudadan¨ªa.
La ret¨®rica descomunizadora hizo casi imposible un di¨¢logo sobre el Estado con las formaciones poscomunistas. La infantilizaci¨®n de la lucha pol¨ªtica, que va en aumento desde las elecciones presidenciales y que consiste en hacer promesas de boquilla, dio nuevamente sus frutos. S¨®lo de esta manera s¨¦ explicarme el ¨¦xito de los ex comunist¨¢s, sus antiguos sat¨¦lites del Partido Campesino Polaco y de la Confederaci¨®n de la Polonia Independiente. Otra vez se vot¨® a favor de un milagro, s¨®lo que prometido por otros.
Se hundio el escenario de la esperanza que infund¨ªa el bando de Solidaridad. Se produjo el rechazo de las autoridades de este bloque. La dictadura comunista no hab¨ªa conseguido destruir a Solidaridad durante 10 a?os; la guerra en las c¨²pulas lo consigui¨® en un a?o y medio. Despu¨¦s de estas elecciones el sindicato Solidaridad no ser¨¢ sino la caricatura de su mito y de su sue?o dorado.
Se hundi¨® la autoridad pol¨ªt¨ªca de la Iglesia cat¨®lica. El episcopado hab¨ªa llamado repetidas veces A participar. en las elecciones. Contrariamente a las anteriores declaraciones de los obispos desde los p¨²lpitos se lanzaron llamamientos a favor de determinadas agrupaciones. Uno de los obispos declar¨® abiertamente que el cat¨®lico deb¨ªa votar al cat¨®lico, el jud¨ªo al jud¨ªo, el comunista al comunista. ?Y cu¨¢l ha sido el resultado de estos llamamientos y declaraciones? A las listas se?aladas por los sacerdotes emiti¨® sus sufragios un 25% de los votantes, o sea un 10% del censo electoral. En la Polonia cat¨®lica s¨®lo uno de cada 10 polacos obedeci¨® a las exhortaciones de los obispos.
Lo m¨¢s aterrador es el hundim¨ªento general del sentido de responsabilidad por el Estado. El particularismo, el fanatismo y la demagogia han venido dominando poco a poco la pol¨ªtica polaca, mientras los partidos de la responsabilidad, Uni¨®n Democr¨¢tica o el Congreso Liberal Dem¨®crata, no obtuvieron ning¨²n ¨¦xito espectacular.
Dos posibilidades
La declaraci¨®n de Tadeusz Mazowiecki sobre su disposici¨®n a formar un Gobierno de coalici¨®n se encuentra en el vac¨ªo. Nada indica que la Uni¨®n Democr¨¢tica haya encontrado un aliado. Caben dos posibilidades: o bien, conforme con la proposici¨®n de Jacek Kuron, el presidente forma un Gabinete extrapartidista de expertos que goce del apoyo del Parlamento, o bien se formar¨¢ una coalici¨®n de partidos pr¨®ximos al presidente que junto con la Confederaci¨®n de la Polonia Independiente pueden contar con la mayor¨ªa parlamentar¨ªa.
Ser¨ªa, sin embargo, muy peligroso que la plataforma com¨²n de tal Gobierno fuera la filosof¨ªa de la revancha y la principal oferta program¨¢tica fueran los turbios esl¨®ganes sobre el Estado cat¨®lico del pueblo polaco, as¨ª como la fabricaci¨®n del dinero sin cobertura. En tal caso, Polonia puede sumirse en el caos.Los pr¨®ximos d¨ªas y semanas ser¨¢n un examen de responsabilidad por el Estado para todas las fuerzas pol¨ªticas y, sobre todo, para el presidente Walesa y sus seguidores.
Considero la declaraci¨®n de Lech Walesa sobre su disposici¨®n a asumir el Gobierno como interesante y digna de reflexi¨®n. Lech Walesa es el l¨ªder del bloque que hace un a?o gan¨® en las elecciones presidenciales. Asimismo, es el ¨²nico primer ministro potencial quien ejerciendo su cargo podr¨¢ contar con la plena lealtad del presidente de la naci¨®n y de su Canciller¨ªa. All¨ª donde se encuentra el poder real debe hallarse tambi¨¦n la responsabilidad real. Ahora Lech Walesa tendr¨¢ la oportunidad de cumplir todas sus promesas electorales.
Las proposiciones de Lech Walesa son en la misma medida interesantes y sorprendentes; se puede advertir en ellas el deseo de poner fin a la guerra en las c¨²pulas dado que sus primeros interlocutores (despu¨¦s de las elecciones) fueron Jacek Kuron y Tadeusz Mazowieck¨ª. Se puede observar incluso el deseo de acabar con la agresiva ret¨®rica descomunizadora puesto que en uno de los escenarios propuestos por Walesa se admite la presencia de la formaci¨®n poscomunista en el Gobierno.
No obstante, estas proposiciones encierran tambi¨¦n cierto peligro. Tan enorme concentraci¨®n del poder en una sola mano tiene una mala tradici¨®n puesto que puede poner en peligro los procedimientos democr¨¢t¨ªcos normales. En vez del sistema democr¨¢tico y el Estado de derecho alg¨²n d¨ªa al despertar podremos darnos cuenta de que vivimos en un Estado bonapartista. Por tanto, se necesitan las garant¨ªas y los mecanismos de control que lo prevengan eficazmente. La propia persona de Lech Walesa no da estas garant¨ªas.
?Qui¨¦n, entonces, puede en- trar en el Gobierno? Aquellas agrupaciones pol¨ªticas que se de finan en la nueva situaci¨®n como partidos del bloque presidencia lista. Los pr¨®ximos d¨ªas demostrar¨¢n cu¨¢l ser¨¢ la amplitud de este bloque. Creo que es posible tambi¨¦n el compromiso con otras agrupaciones que permanecer¨¢n fuera del Gobierno dada su oposicici¨®n al estilo de la pol¨ªtica practicado por el presidente Walesa. Estos partidos pueden, no obstante, dar el apoyo parlamentario a la pol¨ªtica del nuevo Gobierno. Para que esto sea posible Lech Walesa, como candidato al cargo de primer ministro, deber¨¢ contestar p¨²blicamente a una serie de preguntas.
Preguntas a Walesa
En primer lugar, ?qu¨¦ significa la f¨®rmula de Gobierno con garant¨ªa de pervivencia durante dos a?os? ?Se tratar¨¢ de un Gabinete imposible de destituir durante este tiempo, independiente de los procedimientos parlamentarios, responsable s¨®lo ante Dios y la historia? O bien se tratar¨¢ sencillamente de la proposici¨®n de alcanzar un pacto pol¨ªtico vigente durante dos a?os, dirigida a las agrupaciones pol¨ªticas?
En segundo lugar, ?cu¨¢les ser¨ªan los poderes especiales de este Gobierno? Hay que saber si su excesivo alcance no pondr¨¢ en peligro los derechos c¨ªvicos, lo que es una tentaci¨®n natural de cada poder dotado de prerrogativas especiales.
En tercer lugar, ?cu¨¢l ser¨ª¨¢el programa econ¨®mico y pol¨ªtico de este Gobierno? S¨®lo su programa claramente concretado y no la persona del l¨ªder puede ser una justificaci¨®n de un procedimiento tan excepcional como la concesi¨®n de la cartera de primer ministro al presidente de la naci¨®n. O sea, ?c¨®mo ser¨ªa, conforme con estos planes, Polonia al cabo de estos dos a?os? ?Cu¨¢l ser¨ªa el rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica? ?Cu¨¢l ser¨ªa la forma del, Estado; se pretender¨ªa crear un Estado confesional, o se aplicar¨ªa el principio de la divisi¨®n y la autonom¨ªa del Estado y la Iglesia?.
La opini¨®n p¨²blica tiene el derecho a esperar de Lech Walesa la respuesta a estas preguntas.
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