En espera de lo inesperado
En abril de 1925, el Reino Unido tom¨® la decisi¨®n de volver al patr¨®n oro con la paridad anterior a la guerra, con el objeto fundamental de restaurar la confianza de los inversores. J. M. Keynes mostr¨® una oposici¨®n decidida y profetiz¨® los conflictos sociales que se derivar¨ªan de las dificultades para ajustar el nivel de precios interno a la sobrevaloraci¨®n impuesta de la moneda brit¨¢nica. A mi juicio, la exposici¨®n m¨¢s detallada de su argumentaci¨®n son sus declaraciones ante el Committee on Industry and Trade, el 9 de julio de 1925, que est¨¢n recopiladas en The collected writings, volumen XIX, parte I, p¨¢ginas 383-416.A continuaci¨®n se recoge una parte de la argumentaci¨®n que me parece m¨¢s actual y significativa. No pretendo mostrar situaciones paralelas, porque las diferencias entre la situaci¨®n brit¨¢nica de 1925 y la actual de la econom¨ªa espa?ola son evidentes, pero tampoco renuncio a las ense?anzas del pasado. Lo que sigue, pues, es una traducci¨®n literal de algunos p¨¢rrafos seleccionados, con la esperanza, al menos, de que induzca a algunos a la lectura del material original.
"Los precios de algunas mercanc¨ªas, principalmente las materias primas objeto de comercio internacional, por ejemplo, el algod¨®n o el cobre, se mantienen siempre en tomo a los precios de los mercados internacionales; nada de lo que suceda en el tipo de cambio o en el cr¨¦dito puede hacer que difieran los precios, medidos en oro, entre los diferentes pa¨ªses. (...) Otras mercanc¨ªas, principalmente bienes manufacturados, que son exportados e importados, tampoco pueden tener precios diferentes de los internacionales. (...) Queda una tercera clase de bienes y servicios, por ejemplo, la vivienda, los servicios personales o las tarifas de ferrocarril, los cuales, por un tiempo al menos, pueden desviarse de la paridad normal con los otros dos.
La teor¨ªa de la paridad del poder de compra mantiene que, a largo plazo, incluso los precios de esta ¨²ltima clase de bienes y servicios deben converger con los de las otras dos, porque, de no ser as¨ª, la repercusi¨®n del nivel de salarios y de precios de los bienes y servicios producidos en los sectores protegidos, pero consumidos por los desprotegidos, deteriorar¨¢ nuestra capacidad de competir a nivel internacional y, o bien har¨¢ caer el tipo de cambio o bien producir¨¢ una salida de oro, forzando una baja en el nivel de precios interno.
Existen dos v¨ªas alternativas para restaurar el equilibrio. Los precios en los sectores protegidos pueden dejarse al nivel actual, en tanto que se permite una ca¨ªda del tipo de cambio, con el resultado de elevar los precios en los sectores desprotegidos. (...) Alternativamente podemos fijar el tipo de cambio, ligando as¨ª los precios de los sectores desprotegidos a los mundiales y. comprometi¨¦ndonos a una pol¨ªtica de bajar los precios en los sectores protegidos. (...) Durante el periodo que media entre la fijaci¨®n del tipo de cambio y la ca¨ªda de los precios protegidos, la exportaci¨®n soporta en exclusiva el impacto, ya que ha de pagar precios protegidos para lo que consume y no puede contar sino con los precios mundiales para sus productos.(...)
La cuesti¨®n importante es c¨®mo tiene lugar el proceso de ajuste que har¨¢ bajar los precios protegidos al nivel de los desprotegidos. Sobre este punto no tengo una soluci¨®n satisfactoria que ofrecer al comit¨¦. No es obvio el m¨¦todo pac¨ªfico que puede producir una reducci¨®n de salarios en las industrias protegidas. Manifiestamente, la pol¨ªtica oficial es recurrir al tipo de inter¨¦s y a las restricciones de cr¨¦dito en caso de desequilibrio de la balanza comercial. (...) Lo peor de este instrumento, para conseguir ese objetivo, es que afecta por igual a las industrias desprotegidas y a las protegidas, y como los beneficios en las primeras tienen un margen menor que en las segundas, es m¨¢s probable que se produzca una mayor restricci¨®n de la actividad en aquellas industrias inocentes que en las que se pretenden ajustar. No est¨¢ claro que mediante altos ti pos de inter¨¦s y restricciones crediticias se produzca el necesario ajuste, excepto por un proceso tan largo y doloroso que el pa¨ªs en conjunto no se muestre dispuesto a aceptarlo.
?C¨®mo opera en la actualidad una revaluaci¨®n del tipo de cambio? El primer efecto es poner en dificultades a la industria y al empleo en el sector exportador, lo que perjudica a la balanza comercial. El Banco de Inglaterra cree entonces necesario combatir el d¨¦ficit comercial y dispone de dos m¨¦todos para hacerlo: en primer t¨¦rmino, frenando la inversi¨®n en el exterior, que recientemente se ha extendido a las colonias, y en segundo lugar, ofreciendo tipos de inter¨¦s en Londres que atraigan fondos de Nueva York.
El Banco de Inglaterra ha creado una situaci¨®n monetaria en la que el tipo de inter¨¦s a tres o seis meses es un 1% mayor que en Nueva York, lo que constituye una situaci¨®n sin precedentes. Mientras un banquero norteamericano crea que se mantendr¨¢ el patr¨®n oro y que podr¨¢ retirar su dinero sin p¨¦rdidas, puede conseguir un 1% anual m¨¢s prestando su dinero en Londres que en Nueva York. ?En efecto, el patr¨®n oro ha mejorado tanto nuestro cr¨¦dito que no tenemos necesidad alguna de exportar!
Ofrecer buenas garant¨ªas s¨®lo interesa al prestatario, no al prestamista; no es habitual cuestionar de forma estricta la garant¨ªa del prestamista; s¨®lo en el supuesto de que seamos un pa¨ªs prestatario necesitamos plantearnos la calidad de nuestro cr¨¦dito. Nuestro cr¨¦dito h mejorado tanto que no tenemos dificultad alguna de pedir en Nueva York cualquier suma que precisemos para compensa la ca¨ªda de las exportaciones causada por la falta de actividad en nuestra industria.
Esta alternativa es obviamente insostenible a largo plazo. El Banco de Inglaterra no tiene dificultad en mantener el equilibrio durante un tiempo, en Parte dificultando la inversi¨®n en el exterior, lo que reduce la cuant¨ªa de los fondos que salen fuera del pa¨ªs, y en parte atrayendo recursos de Am¨¦rica que incrementan las entradas. Esto, en un sentido u otro, es una forma de vivir de nuestro capital y, en consecuencia, no es sostenible a largo plazo. El Banco de Inglaterra tiene que considerar otras medidas para bajar el nivel de precios interno de manera que a largo plazo seamos capaces de vivir de nuevo, no del endeudamiento, sino de las exportaciones.
?Qu¨¦ m¨¦todos puede utilizar el Banco de Inglaterra para bajar los precios interiores? No existe ning¨²n otro m¨¦todo que lo consiga en la cuant¨ªa suficiente, salvo la restricci¨®n del cr¨¦dito. (...) ?C¨®mo act¨²a la restricci¨®n del cr¨¦dito para reducir los precios en el interior? Presionando a la baja los precios de ciertas materias primas, al encarecer su almacenamiento e inducir a que se vendan en el mercado. Sin embargo, ¨¦sa no es una cuesti¨®n vital porque el problema no reside en el precio de las materias primas que se corresponde con los precios mundiales. Los problemas est¨¢n en los costes salariales, los de distribuci¨®n, transporte, etc¨¦tera.
Las restricciones de cr¨¦dito no afectan directamente a estos costes, sino que act¨²an limitando las posibilidades de la oferta de empleo. As¨ª, el m¨¦todo del Banco de Inglaterra consiste en intensificar el desempleo hasta que los trabajadores est¨¦n dispuestos a aceptar salarios m¨¢s bajos. (...) Creo que el Gobierno, en los recientes debates, en vez de disculparse por lo sucedido, deber¨ªa haber se?alado con orgullo el ¨¦xito comparativo de sus m¨¦todos, que hasta el momento han producido un desempleo adicional de 25.000 personas y que han favorecido una mejor disposici¨®n a aceptar salarios m¨¢s bajos; existe la esperanza de que la presi¨®n ejercida sea suficiente, pero si as¨ª no fuera, continuar¨ªa intensificando el desempleo hasta que aumentara la disponibilidad para aceptar salarios inferiores.
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En espera de lo inesperado
Viene de la p¨¢gina anteriorCreo que la gran dificultad de provocar una baja de precios mediante la intensificaci¨®n del desempleo es que cuando las cosas llegan a un cierto punto el Gobierno se ve inevitablemente presionado a adoptar medidas pol¨ªticas que act¨²an en contra de los objetivos que persigue (...) y, tan pronto como la dureza de la pol¨ªtica crediticia empieza a producir sus efectos, ¨¦stos son pol¨ªticamente tan desagradables que el Gobierno toma otras iniciativas contraindicadas para la pol¨ªtica marcada; de esta forma, el proceso de ajuste resulta m¨¢s prolongado.
La siguiente dificultad, a mi juicio, es que no pueden reducirse los salarios de manera simult¨¢nea por el m¨¦todo de la presi¨®n interna, tal y como puede conseguirse mediante el tipo de cambio. Si todos los salarios pudieran reducirse simult¨¢neamente, el coste de la vida disminuir¨ªa tambi¨¦n, y los salarios reales probablemente ser¨ªan ligeramente inferiores a los anteriores, de forma que los trabajadores no sufrir¨ªan. As¨ª pues, si hubiera alg¨²n mecanismo mediante el cual pudieran reducirse todos los salarios de forma simult¨¢nea las objeciones a la pol¨ªtica que he formulado no ser¨ªan importantes. Pero esto no es practicable. La dificultad que veo es que aquellos trabajadores a los que primero se solicita que acepten una reducci¨®n se sienten leg¨ªtimamente agraviados (...) porque no tienen garant¨ªas de que disminuir¨¢ el coste de la vida, y hasta que eso no suceda se les est¨¢ imponiendo una reducci¨®n de su salario real, contra la cual pueden protestar leg¨ªtimamente. (...) La otra dificultad es que la presi¨®n se ej¨¦rce primero, sobre las industrias m¨¢s d¨¦biles, en las que el desempleo es mayor. Hablando en t¨¦rminos generales, son industrias con salarios relativamente bajos, en las que no es leg¨ªtimo pretender que acepten un empeoramiento adicional, en t¨¦rminos relativos, con otros sectores.(...) Los salarios de las industrias protegidas son el problema, en tanto que los salarios sobre los que se ejerce la presi¨®n son de industrias desprotegidas.
En mi opini¨®n, existen tres posibles alternativas a la situaci¨®n actual. Una ser¨ªa permitir la depreciaci¨®n del tipo de cambio, que es la ¨²nica v¨ªa razonable, pero que supongo no ser¨¢ seguida porque es imposible para las autoridades actuales rechazar la pol¨ªtica que han adoptado tan recientemente. La segunda pol¨ªtica consistir¨ªa en intensificar el desempleo hasta que los salarios se redujeran. (...) La objeci¨®n es que existe la probabilidad, casi la certeza, de que influencias pol¨ªticas interfieran e interrumpan el proceso antes de que se produjeran los efectos previstos. La tercera posibilidad ser¨ªa practicar, hablando en t¨¦rminos estrictos, la pol¨ªtica insensata de jugar con la esperanza de que algo inesperado suceda y altere la situaci¨®n -lo cual puede producirse perfectamente- y nos saque de nuestras dificultades, como, por ejemplo, una inflaci¨®n en Am¨¦rica que tuviera lugar aqu¨ª (...)
Creo que la ¨²nica pol¨ªtica sensata es la primera, pero no puedo concebir que el Gobierno cambie tan r¨¢pidamente, la pol¨ªtica que ha emprendido. (...) Lo que creo que probable mente suceder¨¢ es que el Gobiemo tratar¨¢ de practicar una mezcla de la segunda y la tercera. El Banco de Inglaterra intentar¨¢ seguir una pol¨ªtica sensata e intensificar¨¢ el desempleo, y el Gobierno neutralizar¨¢ todo lo que hace el Banco de Inglaterra, adoptando medidas en la direcci¨®n opuesta, de manera que no se conseguir¨¢n los beneficios de ninguna de las opciones".
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