Riesgo grave de borrascas
A modo de breve explicaci¨®n introductoria, Al Ras. Figures d'intemp¨¨rie (Al raso. Figuras de intemperie) es una muestra colectiva que intenta comprender el estado de la actual producci¨®n art¨ªstica por medio de una serie de propuestas art¨ªsticas j¨®venes.En palabras de los comisarios de la exposici¨®n, Rosa Queralt y Miquel Molins, "en el momento presente, el arte tiene tan poco que ver con el proyecto moderno como con lo que, en sus mejores f¨®rmulaciones se ha denominado posmodernidad". Y aqu¨ª empieza el aut¨¦ntico problema (puesto que todo hace sospechar, entonces, que nos encontramos ante una serie de moderneces o, como dec¨ªa un colega, de obras modern¨ªcolas).
De semejante afirmaci¨®n se desprende, como ya viene siendo habitual, toda la retah¨ªla de referencias a la crisis de las ideolog¨ªas, a la ausencia de modelos y patrones, al escepticismo de la creaci¨®n, a lo precario y lo efimero, a lo inestable, a la pobreza de medios y a la grave carencia -que no ausencia- de un sistema de principios, en una especie de exageraci¨®n del pensamiento d¨¦bil, que m¨¢s que un plausible punto de partida m¨¢s bien constituye un tremendo y est¨¦ril final de partida, en clara concordancia con las situaciones terminales de enfermedades. mortales.
Al ras
Figures d'intemp¨¨rieCentro Cultural de la Fundaci¨®n La Caixa. Paseo de Sant Joan, 108. Barcelona. Hasta el 5 de enero.
Inestabilidad de lo ef¨ªmero
Todo ello, en su compleja globalidad, nos lleva a pensar en una especie de est¨¦tica del acontecimiento y de la inestabilidad de lo ef¨ªmero, cuyos defectos tradicionales son presentados aqu¨ª, parad¨®jicamente, como sus virtudes.Sin entrar ahora en pormenores de los artistas presentes en la muestra -a excepci¨®n de la contundencia absoluta de las obras de Lorenzo Valverde, y de lo inexplicable de la inclusi¨®n de algunos autores cuya trayectoria ya hace a?os que va dando tumbos por aqu¨ª y por all¨¢ sin saber muy bien hacia d¨®nde tirar-, de la exposici¨®n se desprende una rara sensaci¨®n de d¨¦j¨¢ vu que contrasta justamente con sus m¨¢s demoledores prop¨®sitos. Ni el supuesto sentido del humor avala las fallas chistosas, ni la inestabilidad explica la chapuza ni, mucho menos, la te¨®rica precariedad de las propuestas justifica unas intervenciones formalistas hasta la saciedad, y llenas d¨¦ relecturas cuya distancia respecto a la hipot¨¦tica intimidad de los autores es pr¨¢cticamente abismal.
La naturaleza del pensamiento debe ser siempre compleja, incluso en tiempos de una supuesta -por falsa- desideologizaci¨®n. Si el todo vale ya ha sido felizmente superado, ?c¨®mo comprender entonces una dedicaci¨®n a lo art¨ªstico que parte de presupuestos de mesa camilla, de pasatiempos m¨¢s o menos entretenidos? Si la privacidad deber¨ªa contrasta,rse con el mundo, ?c¨®mo comprender esa dedicaci¨®n autista y aburrida, inmersa en su propia limitaci¨®n conceptual? Para algunas de estas figuras a la intemperie quiz¨¢s se avecine alg¨²n que otro chaparr¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.