'Star Trek: la nueva generaci¨®n' inicia el vuelo en las auton¨®micas
Una serie de los a?os sesenta, repuesta una y otra vez en las cadenas de televisi¨®n de todo el mundo; seis pel¨ªculas para la pantalla grande; cerca de 500 publicaciones y 100 libros, incluidos 28 best sellers; una versi¨®n en dibujos animados, y 500 millones de d¨®lares obtenidos por la comercializaci¨®n de sus productos-fetiche han hecho de Star Trek un fen¨®meno de culto sin parang¨®n en la historia de las series de televisi¨®n. Star Trek: la nueva generaci¨®n ha sido comprada por varias cadenas auton¨®micas y hoy comienza su emisi¨®n en el Canal 33 de la televisi¨®n p¨²blica catalana.
La muerte en noviembre de su creador, Gene Roddenberry, no parece que vaya a terminar con las aventuras del Enterprise, inspiradas por esa ingenua e idealista fe en el futuro del hombre, que es probablemente una de las razones de su ¨¦xito. La palabra trekkie, bajo la que se acogen los fieles de esta serie gal¨¢ctica, es ya inmortal en las p¨¢ginas del diccionario de Oxford. Y a¨²n hoy la gente se sigue preguntando por el misterio de longevidad televisiva de una serie, que inici¨® su andadura siendo un objeto no identificado en la cola de las listas de audiencia. Fue un proyecto vendido con dificultad a la NBC en 1966, que s¨®lo la imaginaci¨®n y la tenacidad de Roddenberry -un antiguo piloto de la Pan Am- logr¨® sacar a flote. En la NBC alucinaron con el hombrecillo de orejas puntiagudas y cejas circunflejas que respond¨ªa al nombre de Spock (Leonard Nimoy), el semihumano y positivista vulcanita y cuya ambigua rivalidad intelectual y camarader¨ªa con el capit¨¢n Kirk fueron uno de los principales alicientes de la serie.Las aventuras gal¨¢cticas terminaron en 1969, cuando la NBC decret¨® su conclusi¨®n. Lo suyo no fue, sin embargo, muerte natural. Un mill¨®n de enfurecidas cartas dejaron claro que su gloria no hab¨ªa terminado. Las continuas reposiciones del original Star Trek -emitido ahora por las auton¨®micas- lo probar¨¢n a lo largo de 25 a?os. Con el tiempo, y ¨¦sta es una cualidad rara en televisi¨®n, Star Trek fue acrecentando su n¨²mero de adeptos. Su mensaje en los sesenta fue b¨¢sicamente esperanzador; integrador de las diferencias raciales y culturales, a pesar de que el eje de cada episodio era la perpetua amenaza de extra?os y megaloman¨ªacos poderes extraterrestres.
Las diferencias entre el original y Star Trek: la nueva generaci¨®n (estrenada en 1987), que inicia su peripecia 85 a?os despu¨¦s del primer viaje del Enterprise, est¨¢n m¨¢s en la superficie y, particularmente, en los avances en efectos especiales. En el fondo conserva la ingenuidad de la visi¨®n del mundo de Roddenberry. Muchos de los nuevos guionistas son, por otro lado, antiguos trekkies. La secuela fue rechazada como pura blasfemia por el fundamentalismo trekkie, pero al final, y en poco tiempo (100 episodios frente a los 79 del original) se ha valorado.
Un maduro actor ingl¨¦s de imponente calvicie, fraguado en representaciones shakesperianas, Patrick Stewart, manda la nueva tripulaci¨®n. El hueco dejado por Spock, al que caracterizaba su desd¨¦n por las emociones humanas ha sido llenado por Data, un androide que suspira por las debilidades afectivas humanas. La distensi¨®n de nuestros tiempos se traduce con la incorporaci¨®n de una serie de Klingon, antes enemigo inveterado. La nave es la misma, algo m¨¢s estilizada, y el puente contin¨²a siendo el centro de la acci¨®n. Pero las respuestas, como contaba Roddenberry poco antes de morir, "ya no son tan claras".
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