La mirada de Mariquita P¨¦rez
Una exposici¨®n revisa cuatro generaciones de juegos infantiles
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Un pintor murciano ya fallecido, Mariano Ballester, conserv¨® desde su infancia un burro de chapa peque?ito que cabalgaba sobre cuatro ruedas y mov¨ªa la cabeza. Despu¨¦s se hizo con decenas de juguetes, tebeos y libros, y recopil¨® cientos de cachivaches con los que los ni?os se las ingenian para pasar el rato. En el Mercado Puerta de Toledo hay 3.000 piezas de su colecci¨®n sobadas y so?adas por los cr¨ªos desde hace siglo y medio.
La colecci¨®n de Ballesteros, un se?or aficionado a pintar ni?os, fue vendida por sus herederos a la Comunidad de Madrid, y con el t¨ªtulo Jugando, jugando... hacemos historia, se expone hasta el 10 de enero en el Mercado Puerta de Toledo. La muestra viaja por cuatro generaciones de juegos infantiles, todos ellos usados por alg¨²n chaval.Entre los tatarabuelijuguetes -los fabricados entre el ¨²ltimo tercio del pasado siglo y principios de ¨¦ste- figura una casa de mu?ecas muy elegante, r¨¦plica del hogar de la ni?a a la que perteneci¨®; tambi¨¦n, una monja de miga de pan rezando en su celda, una caja de sorpresas de madera que esconde una serpiente descolorida y muchos soldaditos de plomo. Incluso una linterna m¨¢gica (un artilugio que permit¨ªa ver vi?etas pintadas sobre vidrio). Juegos s¨®lo para ni?os ricos.
La cara de porcelana de Mariquita P¨¦rez, la mu?eca m¨¢s famosa de los a?os cuarenta, observa desviadamente -es un poco bizca- a sus compa?eros: los mu?ecos de biscuit, de celuloide, de pl¨¢stico, de cualquier cosa, que dominan la colecci¨®n. Desde una mujercita que esconde una caja de m¨²sica y toca el la¨²d -una de las piezas m¨¢s antiguas y m¨¢s admiradas, seg¨²n los organizadores-, hasta los mu?ecos de car¨¢cter, que rompen la uniformidad de las caras de porcelana con ojos de vidrio: los jugueteros constru¨ªan, por encargo, dobles de los ni?os a los que iba destinado el mu?eco.
Los bisabuelijuguetes -los del primer tercio del siglo XIX- est¨¢n m¨¢s cerca de los ni?os, de los que so?aron ser pilotos o ingenieros: aviones, trenes y coches de chapa litografiada, el meccano y los juegos de arquitectura hechos de trozos de madera pintada. Los mu?ecos ya son grandotes, como los pepones, baratos y de cart¨®n. Y est¨¢n tambi¨¦n los bisabuelos del cine: un zootropo y m¨¢quinas para proyectar dibujos animados en papel vegetal.
La generaci¨®n posterior -abuelijuguetes- corresponde a la posguerra, la de los mu?ecos de hule, los caballos de cart¨®n que cabalgan arrastrados por una cuerda, los ratones de cuerda y los juguetes b¨¦licos. Y los papijuguetes est¨¢n en la memoria de los m¨¢s j¨®venes: las caretas de cart¨®n para el carnaval, los cromos, los cacharritos de cocina de pl¨¢stico o de calamina, los robots a pilas... El viaje se para en los a?os setenta.
As¨ª, casi no se ven cr¨ªos y s¨ª adultos divertidos que pegan la nariz a las vitrinas. "Los ni?os se lo pasan bien cuando vienen acompa?ados del padre o del abuelo que les cuenta la batallita", afirma uno de los organizadores, Mariano Segura, de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n. "Yo he visto gente llorar ante un juguete, el que nunca pudo tener, o el que tuvo y fue el m¨¢s querido", a?ade. Cristina, de 24 a?os, no llora, pero chilla ante una mu?eca de pl¨¢stico con cara de luna. Tambi¨¦n ha visto una excavadora amarilla parecida a la que, con seis a?os, llevaba a todos lados.
Ana, que ya es abuela, ha descubierto el mismo libro de Cuchifrit¨ªn -el mal¨ªsimo hermano de la Celia de Elena Fort¨²n- que tiene en casa encuadernado, y se le ha saltado una l¨¢grima al ver una casa de mu?ecas de marqueter¨ªa. Mientras tanto, Mariquita P¨¦rez y su hermano Juan¨ªn la miran un poco bizcos.
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