Modos de ver
Transcurrido algo m¨¢s de un a?o y medio desde su ¨²ltima doble exposici¨®n individual en Barcelona, la obra actual de Victoria Civera (Port de Sagunt, Valencia, 1955) parece haberse adentrado ya sin remisi¨®n en las profundidades aleg¨®ricas y en las complejidades vitales que s¨®lo tienen aquellos trabajos cuyas redes de sustento se traman lejos del ruido impuesto por los dict¨¢menes comerciales y de las tentaciones que suelen emanar tanto de la variedad como de la variaci¨®n continuas.Y esa constancia se da incluso a pesar de que las apariencias puedan sugerir todo lo contrario: las obras de la artista parecen, cada una de ellas, buscar un camino individual y singularizado para la expresi¨®n y la resoluci¨®n formal. Su diversidad de realizaci¨®n hace que sintonicen con el esp¨ªritu de inestabilidad y de ausencia de modelos inamovibles que parece ser algo m¨¢s que un mero s¨ªntoma de estos tiempos de crisis en exceso sobrevaloradas que vivimos.
Victoria Civera
Galer¨ªa Fernando Alcolea. Plaza de Sant Gregori Taumaturg, 7. Barcelona. Hasta finales de enero.
En alg¨²n sentido, la obra de Civera parece mostrar su vocaci¨®n de ser abierta no s¨®lo por lo que respecta a la diversificaci¨®n de las resoluciones y de las apariencias formales, y en cuanto a su indudable eficacia pictural, sino tambi¨¦n por la propia mutabilidad a la que somete la disposici¨®n espacial de los trabajos, con un esp¨ªritu peculiar en el que un concepto como de instalaci¨®n permite acercarse a ellos desde ¨®pticas multiformes a partir de sugerentes modos de agrupaci¨®n. Consigue, de este modo, establecer las pautas fundamentales para una comprensi¨®n amplia y plurisignificativa de los lenguajes art¨ªsticos personalizados.
A la intensidad de las peque?as im¨¢genes que la artista propone se suma la indiferencia total respecto a las formulaciones est¨¦ticas que deben vehicularlas, en un tono general de generosa indiscriminaci¨®n de modos y maneras, aunque resumibles todos ellos, eso s¨ª, en una idea anclada en la intimidad y en lo interior visibles. La fragmentaci¨®n sometida a un concepto amplio de globalidad y la ausencia de unidades espec¨ªficas para hablar de un todo expresivo devenido progresivamente complejo hacen que esta muestra de Victoria Civera se sit¨²e en ¨¢mbitos experienciales y perceptuales fuera de todo registro al uso. No hay, sin embargo, rastro alguno de los viejos dilemas ni de las disyuntivas al uso: la artista sigue m¨¢s bien en una vocaci¨®n pict¨®rica orillada de los grandes sistemas o de discursos monol¨ªticos acerca de las propiedades y virtudes de la pintura, y todo ello, adem¨¢s, en una ¨¦poca en la que parece que ya casi, nadie pinta.
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