Explicando trasgresiones de ost¨¢culos subcoscientes
Se acab¨®: ya me he cansado de o¨ªr a locutores y locutrices de radio (o de TV, al pasar por alg¨²n bar o casa de mala nota) y hasta a algunos actores especialmente serviles a la Cultura penando por pronunciar palabras de ¨¦sas del t¨ªtulo tal como en su papel las ven escritas, convencidos, los desdichaos de ellos, de que eso es lo bueno y lo correcto, hablar como se escribe; ni se dan cuenta de que a ellos mismos, en casa o de chateo con los amigos, no se les ocurre hacer esas gracias, eKSterminio, iNStinto, oPStetricia y, ya puestos, eKStreme?o, eKStra?o y oPScuridad, que s¨®lo delante del micr¨®fono practican, por ley de alg¨²n imperio pedag¨®gico que los mueve y que les paga.Bueno, pues se acab¨®: a partir de este art¨ªculo y momento, ?lo juro!: no vuelvo a escribir ninguno de esos palabros con la ortograf¨ªa acad¨¦mica que pueda enga?ar a los locutores, escarbarles en la conciencia y obligarles a intentar pronunciarlos como los escriben. Mucho siento que, estando ya imprimi¨¦ndose el Ramo de romances y baladas que estos d¨ªas; sacar¨¦ en LUCINA, no le haya llegado a tiempo la decisi¨®n y que, si bien en los testos mismos de esas poes¨ªas medio-populares hab¨ªa ya evitado tales horr¨ªsonas escrituras, en la larga 'Entrada a la poes¨ªa popular' que los introduce haya seguido todav¨ªa fiel a la ortograf¨ªa acad¨¦mica corriente. Pero ser¨¢ la ¨²ltima: ?por ¨¦stas! Jurado.
No voy a andar esperando a que las Autoridades tomen esta medida sanitaria: no est¨¢n Ellas para eso: Ellas, si se les suplica, manos a lo alto, "Reforma ortogr¨¢fica", lo m¨¢s que entienden es algunas memeces infantiles, como dispensar magn¨¢nimamente a sus feligreses de que escriban el acento en los monos¨ªlabos que lo tienen (como si no fuera m¨¢s econ¨®mico acordarse de ponerlo en todos que acordarse de que en m¨ª y en s¨ª s¨ª, pero en t¨ª no), y una Academia de la Lengua. tiene que estar compuesta, no en su totalidad (eso ni hace falta ni conviene: en Democracia es la Mayor¨ªa lo que cuenta), pero s¨ª en su mayor¨ªa, por ignorantes / cultos y renegados de la lengua: si no hay mayor¨ªa de ignorantones, no hay Academia, ni Francesa ni Espa?ola.
As¨ª que, no pudiendo esperar de los Ejecutivos de la Cultura que hagan ah¨ª otra cosa que obedecer al Amo, y en modo alguno ponerse a limpiar a actores o locutores de semejantes barbaridades, me lanzo por mi cuenta a reformar mi ortograf¨ªa en este campo limitado: no m¨¢s escribir grupos conson¨¢nticos que no responden a la pronunciaci¨®n del espa?ol oficial contempor¨¢neo que la gente normal subcoscientemente sabe y practica, pero que pueden invitar a ciertos concienciados y cultiparlantes a pronunciarlos de hecho en situaciones de especial exacerbamiento cultural.
No colaborar en el enga?o
Me lanzo pues a ello, como est¨¢n viendo los lectores, y si la cosa llega a colar, contra sus normas de obediencia acad¨¦mica, en esta p¨¢gina de este benem¨¦rito Rotativo, no es que vaya yo, como Mussolini, a ordelarles a los otros cofrades escribientes del espofcont "Si avanzo, seguitemi" , pero desde luego me atrevo a sugerirles que no colaboren m¨¢s en ese enga?o de los funcionarios destinados a la p¨²blica producci¨®n oral de dicha lengua, y que atiendan, al menos en tan restringido campo, a los remordimientos de su subcosciencia.
No soy yo ning¨²n forofo de la reforma ortogr¨¢fica, esto es, de la procura del escribir como se habla, del reajuste de la ortograf¨ªa (con tan maravillosa Fidelidad fundada para el castellano bajo Alfonso X el Sabio) a las realidades y normas subcoscientes del espofcont hablado, ¨¦sas que todos los hablantes saben as¨ª de bien gracias a que no saben que las saben.
No he puesto hasta ahora especial empe?o en ese asunto, pese a reconocer la gran ventaja de una ortograf¨ªa fiel a la lengua (como lo son bastante la italiana o la alemana y desde luego las inventadas recientemente para escribir lenguas sin tradici¨®n escrita) y el agradecimiento que se ganar¨ªa de los propios hablantes del espofcont para el aprendizaje y manejo de la escritura ("Basta, ni?o, con que tomes conciencia por un momento de lo que tu lengua hace") y el mayor agradecimiento a¨²n de los estranjeros que hubieran de aprenderlo por v¨ªa de escritura, libres de las inepcias y a?agazas con que se habr¨¢n tropezado los lectores que hayan tratado de llegar a trav¨¦s de la escritura (m¨¢s pedante a¨²n y traidora que la espa?ola) al ingl¨¦s o al franc¨¦s hablados.
Y no me ostino tampoco en una separaci¨®n r¨ªgida y permanente entre la regi¨®n de la subcosciencia ling¨¹¨ªstica y la de la conciencia cultural: bien me costa y he hecho costar que la avalancha de latinajos, desde el castellano viejo y m¨¢s en el espa?ol del Imperio, ha llegado a alterar algunas normas fon¨¦micas reales de la lengua hablada: as¨ª, introduciendo tres archifonemas de oclusivas en fin de s¨ªlaba, de realizaci¨®n peculiar (no hay letra para escribirlos), uno dental (que ya estaba de antes, como al final de virtud y dentro de torrezno) para atm¨®sfera y octubre, uno labial para obseso, apto y oftalm¨®logo, y uno velar para signo, magma o sexo; y as¨ª es que tenemos que mantener por ahora tales escrituras, malas y confundidoras como son, de tales archifonemas, que de hecho viven en la lengua hablada (si bien, cuando hay dos en una palabra, como en exacto, el primero se suprime, esacto).
Pero el caso es que hasta aqu¨ª, respetando demasiado eso que los pedantes espa?oles, ingleses o franceses saben decir muy bien de que sus infieles y horrendas ortograf¨ªas, si traicionan a la lengua, guardan en cambio los rasgos y testimonios de toda una historia cultural, no me hab¨ªa yo sentido muy llamado al combate contra la ortograf¨ªa acad¨¦mica y pedantesca. Al fin y al cabo, el que se escriba caba o cava, hora u ora, rige o rije, zenit o cenit, kilo o quilo, es cosa que a los hablantes puede molestarles en la escuela o a la hora de escribir una carta a pariente de poca confianza o echar una istancia a la Superioridad, pero nunca va a llegar a tocarles en lo vivo, en la lengua misma: hace ya mucho que los m¨¢s recalcitrantes maestros de escuela renunciaron a obligar a sus pupilos a pronunciar "con uve" las uves de la escritura oficial (que, por cierto, les hab¨ªa ya escamoteado algunas que, como en los Imperfectos en -ava, eran del castellano viejo, donde viv¨ªa de veras la oposici¨®n B / V), y a nadie se le va a ocurrir incitar a los locutores a que aspiren "un poquito" las haches, lo mismo las falsas, como en hombre, que las del castellano viejo, como en hondo.
De manera que, no tocando a lo vivo, ?por qu¨¦ no dejar a los m¨ªseros cultiparlantes que carguen la escritura, aparte de sus fines ¨²tiles, con las galas ortogr¨¢ficas que revelan las huellas de la Cultura y demuestran que ellos saben que hombre viene de homo y lavar de lauare, si al fin todo eso no va a pasar de la escritura y s¨®lo va a servir, a lo peor, para la clasificaci¨®n de las poblaciones en diversos grados de aculturaci¨®n? Y hasta se puede ser transigente y dejarles escribir psico-, cuando se sabe que nadie, por pervertido y falto de psicoan¨¢lisis que tenga el subcosciente, va a esforzarse mucho en pronunciarlo.
Ahora bien, cuando la cosa llega al punto de que, en casa de los locutores o locutrices, el cocido madrile?o corre peligro de tener suBstancia en vez de lo que tiene el del com¨²n de los mortales, entonces es el trance de decir "Se?ores: hasta aqu¨ª hemos llegado. Ya la ira popular no aguanta m¨¢s el yugo del invasor".
La contrarregla
?Har¨¢ falta darles la contrarregla?: ?decirles que en la lengua espa?ola no hay grupos conson¨¢nticos en fin de s¨ªlaba (salvo los -ls-, -rs- de perspectiva, solsticio y perspicaz) y que, por tanto, ni iNstrumento ni seKsto ni aBstracto, no digamos traNsporte, eKstra?o y oBscuro, que hasta son falsos cultismos, "no existen", como ellos dicen, en la lengua, y que, por ende, lo que hacen, al tratar de producir esas escrituras por micr¨®fono, es hundirse en la m¨¢s ignorante y espesa pedanter¨ªa, y con los oyentes, contribu¨ªr a pervertir a los m¨¢s, cr¨¦dulos y a los m¨¢s sensatos moverlos a risa o, cuando se pasan del abuso, removerles las hieles, como en el presente caso? Pues no, no har¨ªa falta enunciarles ninguna regla: deber¨ªa bastar con pedirles que se dejaran hablar como hablan con los amigos, que no pusieran conciencia donde no hace falta, que no se esforzaran en pronunciar lo que hablando por la calle con la gente no pronuncian.
Pero, como parece que no basta, por eso desde aqu¨ª he jurado no escribir m¨¢s veces palabras con una ortograf¨ªa acad¨¦mica que pueda enga?ar a los locutores, actores o actrices cultos. Y a los que quieran acompa?arme en el intento, ninguna regla tampoco les hace falta: sencillamente, acostumbrarse a no escribir grupos conson¨¢nticos que de hecho no se pronuncian pero que a los locutores pueden incitarles a pronunciarlos.
Y habr¨¢ tal vez algunos entre los amigos que me reprochen el que dedique tanta atenci¨®n a un asunto tan aparentemente fr¨ªvolo, habiendo tantos campos de pol¨ªtica de abajo y lucha contra el Poder a los que ser¨ªa m¨¢s urgente y trascendente que me dedicara. Pero se equivocar¨¢n en el reproche: porque en nimiedades como ¨¦stas se est¨¢ jugando tambi¨¦n todos los d¨ªas la interminable guerra de la gente contra su dominaci¨®n.
Pues ellos bien saben o sienten que la lengua es del pueblo, no es de nadie, es para cualquiera, es el solo bien y la sola herramienta que a todos se da gratu¨ªtamente, lo solo en que el Poder no puede mandar ni manejar, pero que la escritura, como la Cultura toda, es de los se?ores, y est¨¢ sometida a Estado y Capital, que pueden manejarla (y a trav¨¦s de ella tratar¨¢n, en vano, de manejar la lengua misma) para sus fines.
Y as¨ª es que en estas escaramuzas en que la escritura trata de invadir la lengua y la lengua se rebela contra la escritura, se est¨¢ a cada paso poniendo en juego, combate a combate, trinchera a trinchera, la suerte de esa guerra interminable, y sin paz posible ni compromiso, entre dominados y dominadores, la gente viva indefinida y el Poder costitu¨ªdo de la muerte.
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