Toda una dama
Bonnie Raitt, la gran dama del rock, ha pasado por Madrid con la elegancia y la sutileza de una sombra. Avalada por dos d¨¦cadas de la mejor m¨²sica norteamericana y por cuatro premios grammy, s¨®lo fue capaz de convocar a 1.500 personas. Una cifra escu¨¢lida de afortunados que disfrutaron durante 90 minutos con la calidad del sonido, de los m¨²sicos, de las canciones y, por supuesto, con el carisma y la simpat¨ªa de la vocalista californiana.
Tacharla de conservadora, de artista para adultos, no es una acusaci¨®n inconsistente. Tiene 42 a?os y un equipaje repleto de recuerdos y referencias. Acude al ba¨²l de los recuerdos constantemente y extrae de ¨¦l los sonidos rancios que han formado a varias generaciones.
Bonnie Raitt
Rodrigo X. Lorenzo (voz, guitarra), Paco Musulen (teclados, coros), Luis Elices (guitarra, coros), Paco Bastante (bajo, coros), Miguel Morant (teclado, coros, trompeta), Oscar Quejada (bater¨ªa). 17 de diciembre de 1991. Discoteca But, Madrid.
diciembre
Palacio de Congresos y
Exposiciones
Precio:
Bonnir Raitt (voz y guitarra)
000 y 3.000 pesetas. Aforo:
Stephen Bruton (guitarra), Tom
500 personas. Madrid, 17 de
Pero su recuperaci¨®n de g¨¦neros no es vulgar nostalgia. Blues y country, tratados con una mezcla de respeto y veneraci¨®n, suenan sinceros y actuales. No comete el error de asociar m¨²sicas del alma con austeridad instrumental, y se hace acompa?ar por una banda de sorprendentes recursos. Teclados y percusiones ayudan a cambiar de dimensi¨®n en los escasos momentos lineales, ayudados por los detalles de arm¨®nica y la textura de las guitarras.
Cualquier tono
Bonnie Raitt no s¨®lo tiene una voz prodigiosa, capaz de manejarse con soltura en cualquier tono. Tambi¨¦n domina los secretos de la guitarra: dio una lecci¨®n de slide (un tubo met¨¢lico o de cristal cubre un dedo de la mano izquierda y recorre los trastes provocando un sonido quejumbroso) y combin¨® a la perfecci¨®n instrumentos ac¨²sticos y el¨¦ctricos. As¨ª, sus versiones de temas del Mississippi de Fred McDowell y de John Hiatt, bluesman veterano y rocker actual, son perfectamente compatibles.
Raitt ha superado el peligroso influjo de los grammy. Como les sucede a los atletas con los esteroides anabolizantes, estos premios hinchan al consumidor de forma ficticia; a corto plazo fortalecen y hacen parecer invencible, pero a la larga debilitan. La veterana cantante y guitarrista, como si de un Peter Pan del rock and roll se tratara, se niega a crecer. Ech¨® el anda en los setenta y ha flotado desde entonces en las mismas aguas. A su lado pasaron a toda velocidad Tracy Chapman, Edie Brickell y Susanne Vega, encabezando un nuevo movimiento de cantautoras que ahora se encuentra encallado en la costa de la mediocridad.
Babelia
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