Extranjeros
Estamos muy preocupados por una nueva ola de xenofobia quePasa a la p¨¢gina siguiente
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afecta a ciertos sectores de la sociedad espa?ola. Este fen¨®meno es, por naturaleza, irracional, es decir, absurdo. Nadie puede, ni honesta ni honradamente, declararse xen¨®fobo. Sencillamente, porque no tiene argumentos para defender su posici¨®n.
Partamosde la premisa esgrimida por el xen¨®fobo: odio a los extranjeros que viven en mi pa¨ªs. Aqu¨ª se parte de un egocentrismo atroz, se critica aquello que no se conoce o, mejor, aquello que se aparenta no conocer. ?Acaso no sabe el xen¨®fobo que estas personas emigran de sus pa¨ªses de origen sencillamente porque les va la vida en ello? ?Acaso no conoce el xen¨®fobo la situaci¨®n de miseria y hambre que padece el Tercer Mundo? Para el emigrante extranjero es cuesti¨®n de vida o muerte. Si la vida es todo para ¨¦l, ¨¦l tiene toda la raz¨®n. A esto se nos puede replicar que eso es problema de ellos, que no tienen por qu¨¦ venir a arrebatarnos lo que es nuestro.
Este contraargumento es claramente nefasto. Si ha habido un pueblo usurpador, aniquilador y exterminador, ¨¦ste ha sido el nuestro. La vieja Europa tiene ya muchos siglos a cuestas, pero no tantos como para olvidar la colonizaci¨®n que ejerci¨® sobre los pueblos del hemisferio sur. Justamente son personas de estos pueblos los que vienen a nuestro pa¨ªs.
No a exigir, como ser¨ªa su derecho, sino sencillamente a vivir.
Si todav¨ªa nuestros razonamientos no son aceptados, hemos de caeren la cuenta al xen¨®fobo en que, si es fiel a su posici¨®n, no coma queso franc¨¦s, no tomecaf¨¦ colombiano ni consuma petr¨®leo ¨¢rabe. Si no admite a los extranjeros. ?c¨®mo puede aceptar cosas extranjeras? ?O es que para el xen¨®fobo las cosas tienen prevalencia sobre las personas? Si es as¨ª, nos callamos. Esperemos que en el silencio el xen¨®fobo descubra su verdadero nombre, el de ser humano.-. Madrid
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