El homenaje a Concha Piquer

Entre el puente constitucional y la huelga de ruteros, he tardado m¨¢s de la cuenta en leer la precisa informaci¨®n que, sobre el homenaje celebrado a do?a Concha Piquer en el cine Dor¨¦, firmaba Ricardo Cantalapiedra en su peri¨®dico el pasado d¨ªa 5.Me ha dejado hondamente preocupado; y dada mi vieja relaci¨®n con la casa Cottet, consecuencia de mi fraterna amistad con el difunto don Renato, me permito ofrecerle mi mediaci¨®n por si desea graduarse la vista en ¨®ptimas condiciones econ¨®micas y hasta encargarse unos anteojos, lentes, gafas o antiparras, adem¨¢s del llamado sonotone.

Pues relata usted el acto con brillante prosa y va citando a cuantos intervinieron, Joaqu¨ªn Prat y Umbral, que "abri¨® el fuego" (sic), y Santiago Castelo, y Carlos Murciano, y Juanjo Alonso Mill¨¢n, y Conchita, la hija. M¨¢s hete aqu¨ª que su vista indudablemente enferma, y sus o¨ªdos, sin duda atascados, no le permitieron enterarse de que despu¨¦s de la apertura del fuego aludida estuvo frentealmicr¨®fono un se?or de 1,78 metros de estatura, 75 kilos de peso y voz ciertamente sonora, que tambi¨¦n aport¨® su grano de evocaci¨®n en el festejo.

Ese se?or (modestia aparte por considerarme as¨ª) era este atento servidor de usted, cuya cita se ha pasado por el arco de triunfo con toda tranquilidad. Y como no puedo achacarlo a tirria personal, ya que creo no tener el gusto de conocerle, ni mucho menos a incapacidad profesional, y no digamos, ?qu¨¦ horror!, a consignas censoras, hoy por fortuna desaparecidas (como de continuo comprobamos en su peri¨®dico), debo llegar a la conclusi¨®n de que sus sentidos audiovisuales est¨¢n pachuchos.

De ah¨ª mi desinteresada oferta, que le ruego considere. Queda, pues, a su disposici¨®n y a la espera de sus gratas nuevas su atento servidor.-