El nuevo reglamento taurino transformar¨¢ sustancialmente la fiesta
El proyecto introduce modificaciones sobre la suerte de varas y el afeitado de las reses
El proyecto de Reglamento Taurino, presentado a los medios de comunicaci¨®n por el propio ministro del Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera, contiene novedades sin precedentes respecto a cuantas reglamentaciones ha tenido la fiesta a lo largo de su historia, algunas de las cuales, podr¨ªan ocasionar una peligrosa transformaci¨®n de la lidia. Afectan, fundamentalmente, a la suerte de varas y facilitar¨¢n la extensi¨®n del fraude, al aceptar el afeitado para aquellas reses que se hayan deteriorado las astas durante su per¨ªodo de crianza, en una operaci¨®n que el nuevo reglamento llama "arreglar".
Hay en el anteproyecto de nuevo reglamento otros aspectos positivos, que tambi¨¦n afectan a las caracter¨ªsticas y desarrollo de la suerte de varas. En general, se propone mermar la desproporcionada potencialidad agresiva de los lidiadores a caballo, para lo cual reduce el tama?o de la puya, limita el peso del caballo, disminuye asimismo el del peto y -lo que tambi¨¦n es importante- se fija la distancia m¨ªnima que ha de haber entre el borde inferior del peto y el suelo, al efecto de que no sea una muralla inexpugnable. Las rayas conc¨¦ntricas, que delimitan los terrenos del picador y del toro para la ejecuci¨®n de la suerte, se ampl¨ªan, posibilitando as¨ª las arrancadas largas de las reses.Sin embargo, el nuevo reglamento modifica sustancialmente el anterior en este aspecto, al no exigir que las reses reciban las tres varas en regla. El legislador seguramente tiene en cuenta la menguada resistencia f¨ªsica del toro, mientras olvida la justificaci¨®n m¨¢s sustantiva de que la suerte de varas exista, que es la medici¨®n de la bravura. La inmensa mayor¨ªa de los toros toman f¨¢cilmente la primera vara, mientras en la segunda y tercera ya desvelan la medida real de su bravura. La mafiestaci¨®n de la bravura del toro en el ruedo es un aspecto importante del espect¨¢culo, que nunca debi¨® hurtar el legislador al p¨²blico, pero, adem¨¢s, ese dato es absolutamente necesario para la correcta evoluci¨®n de la ganader¨ªa de bravo, que se efect¨²a por la selecci¨®n en pureza de las reses.
Despu¨¦s de que el toro haya recibido una vara como m¨ªnimo (el estadio siguiente ser¨ªa ninguna), el matador puede pedir cambio de tercio y el presidente resolver¨¢ si procede. As¨ª lo prev¨¦ el nuevo reglamento, y a?ade que los espadas pueden intervenir en los quites, aunque si declinan hacerlo, se les correr¨¢ turno. Es decir, que el reglamento acepta la inhibici¨®n de los espadas en los primeros tercios, si esa es la actitud que prefieren adoptar, y lo hace precisamente en un momento de grave crisis art¨ªstica del toreo de capa, cuando -por el contrario- deber¨ªa de tomar las medidas adecuadas para recuperarlo y promoverlo.
La realidad de los festejos actuales, donde la tendencia de los lidiadores es reducirlos a la m¨ªnima expresi¨®n convirtiendo los primeros tercios en puros tr¨¢mites sin m¨¢s objeto que dar (o simular) el castigo que el toro necesita para el lucimiento en la muleta, encuentra no una normativa correctora sino su exacto reflejo en el nuevo reglamento, que se acomoda a los intereses de los profesionales del toreo, en detrimento de los leg¨ªtimos del p¨²blico y los valores esenciales de la fiesta.
La propia condescendencia con, los ganaderos para que puedan "arreglar" sus toros cuando sufren desperfectos en las astas "durante la crianza", es una ingenua concesi¨®n que podr¨ªa abrir de par en par la puerta del fraude. En primer lugar, el per¨ªodo de crianza dura desde que el toro nace hasta su embarque para la plaza. En segundo lugar, lo mismo que los ganaderos han estado divulgando la divertida especie de que los toros se autoafeitan con las piedras de la dehesa, ahora quiz¨¢ aleguen que, encima, se desmochan. En tercer lugar, no se especifican las caracter¨ªsticas del "arreglo"; cu¨¢ntas pasadas de lima ha de sufrir el pit¨®n, si es con corte o sin ¨¦l. En cuarto lugar, para que se puedan efectuar estas operaciones, hay que inmovilizar al toro y se suele hacer drog¨¢ndolo. Con -lo cual, si en los an¨¢lisis de v¨ªsceras -una posibilidad que el nuevo reglamento incorpora- aparece droga, se podr¨ªan justificar con la operaci¨®n de "arreglo", y aqu¨ª no ha pasado nada.
El Ministro recibir¨¢ el 10 de enero las sugerencias de los representantes de los estamentos de la fiesta (que aceptar¨¢ o no), y es su prop¨®sito que el reglamento entre en vigor en 1992.
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