Portugal estrena presidencia de la CE
Lisboa y Madrid unir¨¢n esfuerzos para potenciar la cohesi¨®n comunitaria
NICOLE GUARDIOLA El ¨¦xito de la cumbre de Maastricht ha sido acogido en Lisboa con satisfacci¨®n y alivio: los acuerdos alcanzados en materia de uni¨®n econ¨®mica y monetaria y de uni¨®n pol¨ªtica han disipado la pesadilla de un semestre de agitado baile diplom¨¢tico para salvar los proyectos de uni¨®n antes de la llegada del verano y de la presidencia brit¨¢nica, con el par¨®n casi fatal que significar¨ªa para el proceso de construcci¨®n europea.
A pesar de todo, hay una clara conciencia en Lisboa de la ingente tarea que espera a la diplomacia portuguesa en los pr¨®ximos meses: la elaboraci¨®n de los nuevos tratados de Roma, s¨®lo esbozada en Maastricht; la negociaci¨®n del conjunto de medidas conocido bajo el nombre de Delors II; la conclusi¨®n de la Ronda - Uruguay; el encuadramiento definitivo de la Uni¨®n Europea Occidental en la arquitectura europea de defensa y seguridad, a caballo entre la OTAN y la CE; la reanudaci¨®n de la negociaci¨®n con la EFTA sobre el espacio com¨²n. europeo, por no hablar de la cada vez m¨¢s preocupante evoluci¨®n en la Europa del Este, con Yugoslavia y el desmoronamiento de la antigua, URSS como retos principales a una pol¨ªtica exterior com¨²n que no acaba de cuajar.
Portugal afronta esta presidencia como una asignatura pendiente que quiere aprobar cum laude y tambi¨¦n revalidar el t¨ªtulo de mejor alumno de la Comunidad que los eur¨®cratas ya le otorgaron por sus actuaciones en materia econ¨®mica.
Deshacer prejuicios
De entrada tiene que deshacer una serie de prejuicios. Por una parte, acabar con la arrogancia de los grandes en relaci¨®n a las presidencias de los pa¨ªses peque?os, que les llev¨® a considerar como una especie de calamidad que en. estos momentos cruciales para los Doce est¨¦n sucesivamente en el puesto de mando Luxemburgo, Holanda y Portugal. Por otra, poner fin la tendencia reducir las posiciones portuguesas a un supuesto seguidismo del Reino Unido y ver la presidencia lusa como una mera preparaciu¨®n del terreno para la presidencia brit¨¢nica.
El primer ministro, An¨ªbal Cavaco Silva, ha tenido la precauci¨®n de clarificar estas dudas con la exposici¨®n de las prioridades de la presidencia portuguesa que hizo a primeros de mes ante la Comisi¨®n Europea y en la cumbre hispanoportuguesa de Trujillo. En el encuentro de Cavaco con Felipe Gonz¨¢lez, Lisboa trat¨® de consolidar la voluntad de ambos pa¨ªses ib¨¦ricos de estrechar su colaboraci¨®n en materia de pol¨ªticas comunitarias. En otras palabras, Madrid y Lisboa est¨¢n m¨¢s decididos que nunca a trabajar unidos para concretar y profundizar la victoria diplom¨¢tica alcanzada en Maastricht con la inclusi¨®n de los principios de la cohesi¨®n econ¨®mica en el cuerpo principal de los nuevos tratados de Roma y la creaci¨®n de un fondo especial para ayudar a los pa¨ªses m¨¢s necesitados.
Por fuerte que sea la tentaci¨®n de sobrevalorar la influencia de Espa?a en la obtenci¨®n de estos resultados, los dos Gobiernos son conscientes de que la victoria no hubiera sido tan completa ni tan f¨¢cil sin la estrecha y casi perfecta colaboraci¨®n de ambos. El espacio ¨²nico peninsular -del que Lisboa no quiere o¨ªr hablar- es una realidad que los otros miembros de la CE est¨¢n obligados a tener en cuenta, por su peso relativo y por su dinamismo, con ¨ªndices de crecimiento muy superiores ala media europea, lo que constituye un importante contrapeso a la atracci¨®n de la Mitteleuropa, que ya amenaz¨® con desequilibrar y hacer descarrilar el proyecto de uni¨®n.
Para el consejero diplom¨¢tico del primer ministro luso, Antonio Martins da Cruz, "no es un secreto para nadie, y mucho menos despu¨¦s de Maastricht, que Portugal, como pa¨ªs del Sur, aprovechar¨¢ en la medida de lo posible esta presidencia para defender los intereses del Sur, de los pa¨ªses perif¨¦ricos y menos desarrollados dentro de la Comunidad, y la necesidad de echar una mano al hemisferio sur -Am¨¦rica Latina, ?frica, sobre, todo el norte de ?frica, y la cuenca del Mediterr¨¢neo-, donde est¨¢n en juego intereses no menos importantes para el futuro de Europa que en el Este del Viejo Continente".
Pero una cosa era conseguir la aprobaci¨®n del principio de la cohesi¨®n, la creaci¨®n del fondo y el reforzamiento de los fondos estructurales, y otra ser¨¢ presentar y defender en Bruselas propuestas concretas para financiar este esfuerzo suplementario, c¨®mo conseguir el dinero y c¨®mo y d¨®nde aplicarlo. Aqu¨ª, Madrid y Lisboa tendr¨¢n que trabajar deprisa y bien, porque no es de esperar mucho entusiasmo hacia estas ideas por parte de la presidencia brit¨¢nica, y es demasiado obvio que en materia de redes de transportes y de telecomunicaciones transeuropeas, prioridad de las prioridades de la preside?cia portuguesa, la Pen¨ªnsula es la principal candidata a la financiaci¨®n, "puesto que la geograf¨ªa impide que Grecia e Irlanda, los otros dos supuestos beneficiarios, puedan presentar proyectos conjuntos de ejes viarios y ferroviarios".
Tanto en materia de cohesi¨®n econ¨®mica como de pol¨ªtica externa, las grandes directrices de la presidencia portuguesa coinciden con los objetivos que defendi¨®, en otro contexto internacional, la presidencia espa?ola, es decir, que por urgentes y necesarias que sean las acciones a emprender para ayudar a las democracias emergentes del Este, nunca deber¨¢n ir en detrimento de los compromisos asumidos con Portugal y Espa?a en el momento de la adhesi¨®n de los dos pa¨ªses. M¨¢s a¨²n: en 1986 se reconoci¨® que los nuevos miembros tendr¨ªan que hacer un esfuerzo considerable para adaptarse; despu¨¦s, la creaci¨®n del mercado ¨²nico coloc¨® el list¨®n a¨²n m¨¢s arriba, y ahora se les exige dar un nuevo salto, el de la uni¨®n, todo en el corto espacio de 10 a?os, cuando los miembros fundadores, m¨¢s desarrollados, tuvieron 40 a?os para prepararse. La buena voluntad, el esfuerzo realizado para no retrasar el gran proyecto europeo, merece compensaci¨®n, y la presidencia portuguesa se empe?ar¨¢, con el apoyo de Espa?a, en no permitir que los compromisos anteriores sean olvidados o postergados y en tranquilizar las respectivas opiniones p¨²blicas y a los pa¨ªses africanos y latinoamericanos, que temen que sus proyectos de desarrollo sean sacrificados en beneficio de la Europa del Este.
Rechazo a la precipitaci¨®n
En materia de ampliaci¨®n de la Comunidad hay, pues, que esperar de la presidencia portuguesa una oposici¨®n firme a las adhesiones precipitadas: el jefe de la diplomacia portuguesa es uno de los coautores de la f¨®rmula de los c¨ªrculos conc¨¦ntricos de aproximaci¨®n progresiva al n¨²cleo duro en fase de consolidaci¨®n.
Otra cosa segura es que no habr¨¢ que temer que la inestabilidad interna afecte a la presidencia portuguesa: no hay elecciones generales previstas; el Gobierno y el Parlamento de Lisboa est¨¢n s¨®lida y firmemente controlados por Cavaco Silva, y ¨¦ste dirigir¨¢ personalmente todo el trabajo de su equipo. Ha destacado a miembros de su Gabinete para reforzar los sectores m¨¢s desguarhecidos, y algunos embajadores han sido desviados para nuevas misiones. La consigna es evitar la dispersi¨®n y ejercer un estrecho control pol¨ªtico sobre todas las iniciativas. La oposici¨®n socialista y comunista y el propio presidente, Mario Soares, est¨¢n indignados, pero tendr¨¢n que conformarse: la presidencia portuguesa ser¨¢ a la imagen de Cavaco Silva.
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